Ayer por la mañana me metí en los cuadros de una exposición. Me gusta ser "contemporáneo", de mí mismo y de la época que me ha tocado vivir. Leo mucho sobre el pasado y sobre el presente, con el fin de entenderlo y para intentar saber dónde estoy. Me sucede lo mismo que a Eliot, cuando nos asegura, al principio de sus "Cuatro Cuartetos" que el tiempo presente y el tiempo pasado/ acaso estén presentes en el tiempo futuro. Por eso me meto en los museos, en los conciertos, en las películas y miro alrededor continuamente, a la cara de la gente y a los edificios, a los que se paran a tocar música en una plaza, improvisar en medio de la calle o a encestar papeles en las canastas sujetas en la pared, como ayer por la tarde junto a la terraza de un bar de Malasaña. Ahora me tomo el primer café de esta mañana ya de primavera y pienso en una serie de músicos de la llamada "Generación del 31", como Cristóbal Halfter en España, Karlheinz Stockhausen en Alemania, Terry Riley en EE UU, Luciano Berio y Franco Donatoni en Italia, Pierre Boulez en Francia o György Kurtág en Hungría. Es necesario hacer un esfuerzo para entender y asimilar su música, pero eso es algo que nunca me ha preocupado.
La verdad es que no tengo otra cosa mejor que hacer que intentar saber cómo suena el "aire curvo":
No hay comentarios:
Publicar un comentario