En la tertulia del martes pasado dedicada a la nobel Annie Ernaux la profesora Lourdes Carrido se refirió a la figura de Simone Veil, una de las personalidades más queridas en Francia, como impulsora de los derechos humanos y sociales, y más en concreto de las mujeres con su trabajo como abogada y magistrada. Las jóvenes francesas la tienen en un pedestal. Al frente del Ministerio de Sanidad, dentro del gobierno de Valéry Giscard d'Estaing, promulgó la llamada "ley Veil", por la que se despenalizó el aborto en Francia (1975). Fue la primera mujer en presidir el Parlamento Europeo de Estrasburgo de 1979 a 1982, elegida por sufragio. Ayer mismo hablé de una película del director tailandés Apichatpong Weerasethakul y ahora lo hago de otra dirigida por el francés Olivier Darhan, el director de "La vie en rose" (2007), que se acaba de estrenar en España. Simone Veil (he compartido dos fotografías de ella) fue una superviviente de los campos de concentración del genocidio nazi, en los que perdió a sus padres y a su hermano, y dedicó toda su vida a la defensa de los más débiles. La película que vi en el cine Princesa da continuos saltos en el tiempo en un enfoque tradicional (dura casi dos horas y media, y no perdí detalle en todo ese tiempo), y deja para el final los sufrimientos ocasionados por aquel exterminio. Simone decide escribir sus memorias para que no olvidemos ese comportamiento totalitario, racista y xenófono de algunos seres humanos.
Este es un tráiler de la película:
Y esto fue lo que estuve dando vueltas anoche antes de dormirme, de la importancia de la memoria colectiva de la película tailandesa y de la importancia de la memoria individual de la película francesa, que, en realidad, también es colectiva. Después del cine comenté que las personas como Simone Veil son las que de verdad merecen la pena, y por eso hay que conocerlas y no olvidarlas. Yo apenas hago nada para lograr un mundo mejor; me limito a escribir libros y dar clase, aunque siempre desde el progreso y la búsqueda de los derechos humanos. Mi padre también perdió una guerra y padeció penalidades durante el exilio, pero siempre tuvo una sonrisa para mi hermano y para mí.
Quizá sea escritor para decirlo, después de todo.
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