jueves, 29 de diciembre de 2022

"Para esto sirven mis tertulias, entre otras cosas, supongo".

"(...) Esa misma sensación tengo con “El acontecimiento” (2000), la novela donde narra su aborto clandestino en 1963, cuando aún era una estudiante de filología. En ella he podido identificar elementos característicos de su escritura, que ya tenía muy accesibles en mi mente gracias a la interesante charla que se mantuvo en la "Tertulia de Justo Sotelo", celebrada virtualmente el pasado quince de noviembre" (...)
 
Estas son palabras de la escritora y actriz María Rodríguez Velasco (la primera es una foto que me envió por Wasap el año pasado junto a Margarita Xirgú, en su querido teatro de Mérida) en este artículo que acaba de publicar en la revista "Amanece Metrópolis", titulado "El Acontecimiento y Annie Ernaux: la crudeza que incomoda a la crítica": 
 
 
Hemos dedicado dos tertulias a la figura de la Nobel Anni Ernaux que me han hecho pensar sobre algunas cuestiones de "Poética" literaria, con dos discípulas de Javier del Prado, Lourdes Carriedo y Dolores Picazo. Para mí es importante esto de "pensar", ya que si no pienso me aburro. Y como el mundo es un pañuelo, al menos mi mundo, ayer por la mañana me encontré, mientras desayunaba en el Comercial, a una de mis profesoras de Teoría de la Literatura, la encantadora Isabel Colon, que me enseñó Literatura del Siglo XVI. Y salió, brevemente, el tema de las tertulias. Ya sabe que las hacemos ahora en Argüelles y le gustaría venir alguna vez, me dijo, ya que el Café Casa Manolo es muy universitario. (La segunda foto es de una tertulia virtual, con María, María José Muñoz Spínola y mi profesora de literatura Jana Popeanga).
 
"Ernaux intenta plasmarlo tal cual lo vivió, aunque resulte repulsivo", escribe María refiriéndose a la descripción del aborto. "Obliga al lector a pasar por ese trance; lo enfrenta a la exposición y al juicio, a la desesperación y a la vulnerabilidad femenina en una época y ante una ley". Me convence la forma en la que María ha leído esta novela. Con esa comparación de un día lluvioso y gris en la onírica Sintra, que está tan cerca de Lisboa. Y continúa escribiendo María: "Sólo por ese hecho, se emplazaba en un peldaño inferior de la escalera que lleva al techo de cristal; esa que imprime etiquetas tan restrictivas, como eficaces, en una trayectoria de siglos de moral y clases sociales. Ser mujer y no morir en el intento. Ser mujer y asumir responsabilidades que deberían ser compartidas, sin olvidar jamás que tu cuerpo y tu pensamiento te pertenecen. Ser mujer y no declinar, a pesar de vivir sujeta a una sociedad y a una década que penalizan ciertas decisiones con multa y prisión. Ser mujer y sentirte sola, con el único desahogo de un diario y algunas amigas indecisas, que tampoco saben reaccionar. Ser mujer y culparte. Ser mujer y no resignarte al silencio".
 
Como ha escitro la propia Nobel, lo único "importante es escribir de verdad".
 
Y ahora me tomo el primer café del día y me viene a la cabeza una canción:
 

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