jueves, 8 de diciembre de 2022

"Celia y el jazz".

Ayer estaba tumbado en la camilla de mi fisioterapeuta, una joven encantadora de 23 años, de Puertollano, con la que hablo de todo tipo de cosas mientras me da masajes en el cuello, cuando salió el tema de la música. Me dijo que este fin de semana va a ir al WIZink Center a escuchar a la cantante argentina Nathy Peluso. Le dije que si se imaginaba qué tipo de música le iba a mi manera de ser, y me respondió que por mi voz (aún no nos hemos visto la cara debido a las mascarillas) seguro que sería el jazz. Le pregunté que si conocía el Café Central, al lado de la Plaza Santa Ana, donde transcurre mi novela "Las mentiras inexactas". Me respondió que le encantaría ir una noche. Y le conté la historia de "El perseguidor" de Cortázar, el cuento que sirvió de antecedente a "Rayuela", una de las novelas esenciales del siglo XX y desde luego de mi vida. Siempre he dicho que conocía París antes de haber ido o que lo conocía a través de la literatura. "El perseguidor" se publicó dentro del libro de "Las armas secretas" (1959), junto a "Las babas del diablo" "Cartas de mamá", "Los buenos servicios" y el que da título al libro. Es un homenaje a Charlie Parker, el jazz, la noche y una cierta forma de vivir a través de la deconstrucción del tiempo y el lenguaje. Su protagonista es Johnny Carter y "persigue" la armonía total y eterna (un estado del alma) con el saxo y las drogas. Es su particular rebelión contra las falsas apariencias y las máscaras del mundo cotidiano. Su amigo y biógrafo Bruno le "persigue" a él o al mito que él significa. Celia me dijo que le recomendara un disco de jazz y le dije que para intentar entender lo que Cortázar podía tener en la cabeza cuando escribió "El perseguidor" y "Rayuela" tal vez lo mejor fuera que escuchara una "Jam Session" del año 1952 que reunió a tres de los mayores saxos altos de la historia, Charly Parker, Johnny Hodges y Benny Carter:

En esta fotografía de una tertulia por Zoom no estoy tumbado en una camilla, sino en un sillón, hablando de literatura. Cuando ya me iba, Celia me dijo que había buscado mis libros en Google porque sabía que era escritor.
 

 

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