viernes, 6 de enero de 2012

El tiempo de Juan Ramón Jiménez (II)

En "Tiempo" se observa la influencia de Leibniz y sus "Opúsculos filosóficos", y de una gran abundancia de metaliteratura que bebe en la fuente de Eliot y sus "Cuatro cuartetos" (el primero de ellos se publicó en torno a 1936 y JRJ lo conocía). Sobre todo es fácil aproximarse a aquellos versos: "El tiempo presente y el tiempo pasado / quizá estén ambos presentes en el tiempo futuro / y el tiempo futuro contenido en el tiempo pasado".

También se constata la influencia de una obra aún más transgresora de Eliot, La tierra baldía, así como de otros poetas mayores del siglo XX como Rilke y Pound, sin olvidar elementos esenciales de los grandes simbolistas franceses que JRJ conocía a la perfección.

Con todo ello, si “Espacio” es la estrofa, “Tiempo” es el párrafo, un párrafo que está estructurado en siete fragmentos, lo que podría indicar que el poeta se basó en el conocido número pitagórico y en la explicación de la mitología cristiana sobre la creación del mundo. Igualmente podría argumentarse (como hace Mercedes Juliá en su edición, introducción y notas sobre el poema, de 2001, editorial Seix Barral, pp. 36 y 37) que JRJ buscaba dividir su producción literaria en siete etapas: tiempo primero 1898-1906, tiempo segundo 1907-1910, tiempo tercero 1911-1915, tiempo cuarto 1916-1924, tiempo quinto 1925-1936, tiempo sexto 1937-1944 y tiempo séptimo y último 1945-1958. Según Juliá, esa división se encontraría en un proyecto de libro del poeta que se titularía, precisamente, “Tiempos”.

Los motivos del poema se pueden resumir en el sueño y la ensoñación, los conciertos de música clásica que escuchaba en la radio, la lectura de libros y cartas de amigos, y la omnipresencia de “dios”, algo que nunca dejó de estar presente en toda su obra, pero que adquiere un valor diferente, más profundo, en su última etapa, sobre todo a partir de “La estación total”.

En primer lugar, el sueño le sirve como “leitmotiv” creador, un motivo circular con el que empieza y termina el poema. Así, tras la cita de Heráclito sobre el valor simbólico que posee cada persona, el Fragmento 1 arranca así: “Mis sueños de la noche, lijerezas, profundidades o solamente pesadillas, suelen ser como mi ideal cine interior abstracto: planos, colores, luces, posiciones de tiempo y espacio que, a mi despertar no me parecían sucesos, hechos, asuntos, pero que lo fueron plenamente en el sueño, tanto o más que las ocurrencias de la vigilia” (pag. 73).

Y casi al final del poema se recupera esta idea (pag. 117): “Yo tenía dos vidas, la de mi trabajo completo del día y la de mi ocio completo de la noche. Una dorada con sombras que frecuentaban la luz, y otra negra con luces que abrían la sombras”.

Se ve que el poeta necesitaba esas dos vidas, ya que una alimentaba a la otra, y viceversa. JRJ era consciente de la generación de experiencias “mágicas” durante la noche que servirían para la construcción de sus mundos posibles al día siguiente, como si los mundos de la creación siguieran una especie de sucesión de hechos ocurridos por “generación espontánea”, con pensamientos obsesivos, asociaciones automáticas, ensueños fantásticos y manifestaciones del fluir de la conciencia.

(Publicado en el Diario Progresista el 6 de Enero de 2012)

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