viernes, 11 de enero de 2013

A favor del rigor en la economía

Vivimos en un mundo en continuo cambio, dominado por un proceso imparable de mundialización (y regionalización) económica, con apertura de mercados, financieros y de capitales, de tecnología y conocimientos.

Los avances en todos los frentes son un hecho: científicos, sociales, culturales, políticos y económicos. Nunca como ahora ha progresado tanto el terreno de las ideas, con teorías y modelos de todo tipo que intentan explicar, y en cierto modo lo consiguen, este complejo mundo.

Por eso es preciso utilizar un gran rigor terminológico a la hora de abordar el problema del método, como camino de investigación necesario para explicar las transformaciones y avances.

La epistemología se dedica al examen de la naturaleza y validez del conocimiento científico, mientras que la metodología estudia las maneras de lograr tal conocimiento. La interrelación de ambos conceptos permite profundizar en el problema del método con el fin de otorgar su justo significado al mundo de la economía en general, y más en concreto al de la política económica.

La idea es arrojar algo de luz a un problema que al final no persigue conocer otra cosa que el auténtico comportamiento del hombre en la búsqueda de la verdad, algo que lograron, por ejemplo, en el mundo de la literatura Marcel Proust (con “A la busca del tiempo perdido”), James Joyce (con “Ulises”), Kafka (con “La metamorfosis”) y todo lo que escribió Pessoa, por citar las cumbres del siglo XX, o en música Bach, Beethoven y Mahler, con “El clave bien temperado” y las dos novenas sinfonías.

La política económica no puede quedarse en manos de personas que no dominan la ciencia económica y tampoco poseen valores éticos que marcan las decisiones que deben tomar.
No puede olvidarse que detrás de la política económica existe una dimensión científica propia, pues es mucho más que algo orientado hacia la praxis, lo que la convierte en una disciplina autónoma dentro del sistema de ciencias económicas, en relación a la forma en que deben actuar las autoridades para conseguir sus fines, sobre todo políticos y sociales.

(Publicado en el Diario Progresista el 11 de enero de 2013).

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