viernes, 11 de noviembre de 2011

El origen del "librero"

(Para Ana Lima)
Ahora que parece que la profesión de librero (tradicional) está a punto de desaparecer, o al menos se encuentra amenazada de muerte, me gustaría hacerles un pequeño homenaje deteniéndome unos instantes en la figura del "estacionario", origen del actual librero. 

Como es sabido, las universidades (o estudios generales) nacieron en Europa en los siglos XII y XIII. Además de la calidad del profesorado y de la existencia de instalaciones adecuadas, era necesaria una figura que garantizara la calidad de los textos manejados por los estudiantes, en una época en que todavía la imprenta quedaba muy lejos. Aquella figura se denominó estacionario, y tuvo una función muy importante en el sistema educativo medieval.

           El estacionario contaba con unos ejemplares o copias de los libros de clase, de calidad contrastada y aceptados por los profesores y el propio rector de la universidad. Como estaban desencuadernados, los propios alumnos - o los copistas profesionales - podían hacer copias de los mismos sin dificultad. Alfonso X aseguró en un documento de 1254 que el estacionario debía tener “los exemprarios buenos e correctos”. En las “Siete Partidas” (1256-1265), consideró al estacionario indispensable en todo estudio general, ya que gracias a él los estudiantes podían hacerse con copias fiables y corregir los errores existentes en otros casos.

           El cambio en la forma de elaborar los libros transformó el oficio del estacionario, y terminó por privarle de su propio nombre. Desde entonces, fue “librero” sin más. Desde el siglo XVI, además, su nombre desapareció de los diccionarios y el mismo vocabulario. Como asegura Gómez Moreno, hubo que esperar hasta los años treinta del siglo pasado para que ciertas investigaciones sobre la copia de manuscritos a partir de ejemplares desmembrados en “pecias” o cuadernos lograran recuperar su figura.

           (Publicado en Diario Progresista el 11 del 11 del 11)

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