domingo, 22 de julio de 2012

Todos no somos culpables de la crisis (II)

Seamos optimistas durante unos instantes, reconociendo que tanto la Unión Europea como EEUU poseen un fondo ideológico común: la búsqueda de la liberalización económica como instrumento positivo para los países que desarrollan su política económica.

El problema es que tal hecho posee contrapartidas evidentes, entre las que se pueden citar:

1. Determinadas regiones quedan excluidas, en su conjunto o al menos en parte, de los flujos de capitales e inversiones.

2. Crecen sin cesar las diferencias económicas, y no sólo económicas, entre los países pobres y los ricos.

3. Los países ricos tienen que soportar cambios sociales que necesitan décadas para consolidarse, pero incluso un tiempo para que comiencen a ser asimilados y comprendidos.

4. También es posible que desaparezcan los principios que dieron sentido a la sociedad actual, con la pérdida de la soberanía nacional debido a la progresiva atomización del mercado de capitales, la especulación, el dominio de grupos de presión que campan por sus respetos en todo el planeta y las operaciones ilegales en relación al blanqueo de dinero o la corrupción.

Al renunciarse al instrumento del tipo de cambio en la Unión Económica y Monetaria, y, en buena medida, a las políticas económicas tradicionales de demanda: la monetaria y la fiscal, apenas queda el mercado laboral como medio de ajuste macroeconómico nacional. El endurecimiento de las condiciones laborales de los habitantes de la Unión no es más que una consecuencia de la aplicación de la crisis actual en este contexto político y económico.

Sin embargo, las dificultades en la UEM no son sólo puramente económicas, ya que se observa una falta de conciencia “europeísta” entre buena parte de los ciudadanos, como queda patente siempre que se producen elecciones al Parlamento europeo. A este hecho debe unírsele otro muy significativo: el funcionamiento de una moneda única en un área que todavía ni se considera un Estado ni por supuesto una Nación.

A pesar de lo dicho, el modelo que quiere Europa es diferente del norteamericano, ya que dominan los principios de contenido social (aunque luego no se concreten o lo hagan de una forma insuficiente) y en el de EEUU los comerciales. Esto es así, a pesar de que durante los últimos años están apareciendo signos que tal vez obliguen a cambiar de forma de pensar. 

Una característica propia del fenómeno de mundialización actual, que por supuesto no es nuevo, es el dominio de las empresas norteamericanas en el mundo, lo cual abarca los sistemas de contabilidad, el control de los mercados por parte de esas empresas o la misma educación de las escuelas empresariales de ese país. Si el fenómeno estudiado hubiera partido de Europa, no se habría insistido en estos valores, sino en otros bien distintos.
 (continuará)

4 comentarios:

  1. En China e India (y otros emergentes) se produce a bajo coste con unas condiciones para los trabajadores de hace más de 100 años en Europa, ¿mejoraran sus condiciones? Y en Europa empeoran las condiciones de los trabajadores, por lo que ¿nos estamos "Asiatizando"?.
    Un saludo.
    Juan Manuel Rodríguez

    ResponderEliminar
  2. Son los efectos nocivos de un sistema capitalista salvaje. Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. El problema que yo le veo, con todo el respeto Justo, es que mantener el modelo europeo de bienestar está sirviendo de excusa para mantener ciertos despilfarros.

    Soy de los que siempre ha defendido un sistema competitivo, pero a su vez siempre he pensado que la competencia basada en un individualismo (al estilo de Milton, von Mises, Hayek...) ha de estar vertebrada por un sistema jurídico que vele por dicha competencia. Y a su vez, sostenida por un Estado que trate de aportar a la sociedad aquellas necesidades que en una economía competitiva nunca serían producidas por los agentes privados. Hayek, fruto de otra época, ponía ejemplo de autopistas en países donde aún no había coches, y decía que eso sólo podía hacerlo el Estado puesto que no habría empresa privada que se aventurase a semejante inversión.

    Así pues, podemos hablar de Sanidad, de Educación, de unos mínimos de pensiones y subsidios, podemos hablar de Dependencia, o podemos hablar de ayudas a la vivienda. Incluso podemos hablar de aquellas empresas que realizan inversiones arriesgadas (en energías alternativas) sean premiadas con rebajas fiscales.

    El problema viene cuando arguyendo el "bienestar europeo" se trata de salvaguardar una serie de cosas que no forman parte de dicho bienestar. Es cuando las extremas excelencias técnicas de la intervención estatal allí donde tal intervención damnifica la competencia son sólo una prueba de una mala gestión de los recursos económicos. En vez de dedicar los recursos de todos fruto de los impuestos en aquellas áreas que los necesitan, y por poner un ejemplo banal, se dedican a mantener duplicidades administrativas, empresas públicas deficitarias en aquellos sectores que no forman parte del bienestar europeo, etc.

    Es duro ahora recortar todo el despilfarro realizado. Puesto que dicho despilfarro ha generado (y genera) riqueza y puestos de trabajo, y cerrar el grifo, obviamente, reduce el PIB en el corto y encomienda a la sociedad a que el mercado autorregule una renta nacional decreciente tras el recorte del Gasto. Pero si permites la competencia allí donde es viable (y no en el modelo de bienestar europeo como se está haciendo ahora en Sanidad y Educación) puede que la recuperación sea posible por valor añadido propio y no por una "burbuja crediticia ficticia" (usando a la Escuela Austríaca) generada por políticas monetarias, por monetización de deuda o por devaluaciones (ya sean fiscales, ya sean monetarias a nivel de la EU o ya sean sociales, a nivel de mercado laboral).

    La tristeza es que en vez de adelgazar el sector privado donde debe adelgazarse (y donde puede adelgazarse) se adelgaza donde no debería por propio arraigo cultural. Mientras tanto, se traspasa a los agentes privados (familias y empresas) vía aumento del tributo -buscando precisamente un aumento recaudatorio que jamás conseguirán en una economía tan lastrada por la crisis, a lo que se le une la explicación de Laffer- el mantenimiento de un sistema que ya no es de bienestar (porque ahí sí que recortan) sino que acaba convirtiéndose (y perdón por la expresión) en un mamoneo político.

    Un fuerte abrazo Justo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A todo esto, mucho escribir y se me olvidó hacerte la pregunta, que te parece que Economías de la €zona que también cuentan con fuertes déficits vayan a aprobar la salida de capitales a nuestra economía mientras ven que el Estado de Bienestar y el porcentaje de PIB que el Gasto representa es mayor aquí que allí? Por ejemplo, Bélgica tiene sistema de copago sanitario, tiene gran déficit primario (al que se le acumulan unos intereses poco a poco crecientes por el riesgo de ruptura del €) y sin embargo su voto juega un papel importante en el "rescate" de una economía con seguridad social -antes- universal y gratuita y mayor Estado de Bienestar? No puede ser una enorme injusticia para los belgas y por ello es comprensible su actitud Nein?

      Eliminar