Las libertades políticas, los servicios económicos y las
oportunidades sociales son esenciales para el funcionamiento de la
democracia. En concreto, las oportunidades sociales relativas a la
educación y la asistencia sanitaria contribuyen a fomentar las
iniciativas privadas de los seres humanos, y les ayudan a establecer su
propio destino y a ayudarse mutuamente.
Los análisis
de Amartya Sen sobre la libertad, el desarrollo y el bienestar son
capitales para apreciar el significado de la “política económica y
social”, con una extensa y apasionante bibliografía que puede ir desde
“Collective Choice and Social Welfare” de 1970 a “Development as
freedom”, treinta años después.
El desarrollo constituye un proceso de expansión de las libertades de
las personas, y estas no pueden circunscribirse sólo al aumento del PNB
o la renta personal, sino también al funcionamiento de las
instituciones sociales y económicas (educación, sanidad), a lo que se
unen los derechos políticos y humanos. De esta forma, para que se
produzca un desarrollo adecuado es necesario desterrar las limitaciones
de la libertad, donde Sen incluye la pobreza, la tiranía, la escasez de
oportunidades económicas y las privaciones sociales, el abandono en que
pueden encontrarse los servicios públicos y la intolerancia o el exceso
de intervención de los estados represivos.
Nadie discute el prodigioso avance que ha experimentado el mundo en
las últimas décadas, sobre todo el desarrollado, aunque puede
discreparse sobre los únicos y balsámicos efectos del sistema
capitalista que vivimos, y yo lo hago. En esta línea de pensamiento
podemos citar a Krugman, quien, tras analizar las crisis financieras que
han venido sufriendo diferentes zonas del mundo, considera que no hay
depresión económica, sino una economía de la depresión.
En este contexto un número considerable de personas no consiguen
lograr las libertades básicas, ya que la falta de libertades
fundamentales está relacionada, directamente, con la pobreza económica,
que priva a los individuos de la libertad necesaria para satisfacer el
hambre, para conseguir un nivel de nutrición suficiente para poner
remedio a enfermedades tratables, para vestir dignamente o tener una
vivienda aceptable o para disponer de agua limpia o de servicios de
saneamiento.
Junto a todo ello, la privación de libertad está relacionada con la
falta de servicios y atención social públicos, como la ausencia de
programas epidemiológicos o de sistemas organizados de asistencia
sanitaria o de educación o de instituciones eficaces para el
mantenimiento de la paz y el orden locales. En otros casos, la violación
de la libertad se debe directamente a la negativa de los regímenes
autoritarios a reconocer las libertades políticas y civiles y a la
imposición de restricciones a la libertad para participar en la vida
social, política y económica de la comunidad. En última instancia, la
falta de libertad económica puede alimentar la falta de libertad social,
de la misma forma que la falta de libertad social o política también
puede fomentar la falta de libertad económica.
(Publicado en el Diario Progresista el 12 de octubre de 2012)
Y ¿cómo delimito bien el concepto clásico e individualista de libertad con el que propone Sen de libertad social? Porque hasta donde yo sé la libertad social supone el sacrificio de una parte de tu libertad como individuo en pos de la sociedad, es decir, el abandono del individualismo en aras de lograr una coexistencia pacífica y un desarrollo común.
ResponderEliminarEntonces, en esa libertad social es donde surgen el resto de libertades que desarrollas, al menos en mi concepción: libertad económica y libertad política. Pero, entra dentro de la libertad social por Sen entendida la intervención directa en la Economía?
Un saludo amigo y maestro :)
Vale, David, voy a escribir otro artículo y seguiré explicándome. Y gracias por tu inteligente aportación, como siempre. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Justo, como siempre, es un placer leerte. Si tuvieras tiempo apreciaría tu valoración en el análisis de la apoplitorismofobia (el día que diga esta palabra bien comenzaré a considerarme economista jajaja) que realizo aquí, me alegraría mucho recibir tu crítica: http://daviddebedoya.blogspot.com.es/2012/10/la-logica-de-la-apoplitorismofobia.html
ResponderEliminarEstaré pendiente de lo que escribas, recibe un cordial abrazo
David, poco más puedo añadir a lo que has escrito en tu blog. Has resumido perfectamente los dos casos, y aunque comparto tu elección de la sitaución de deuda-deflación, es evidente que hay que reactivar la economía de alguna forma, y creo que sólo se puede hacer vía demanda (aunque la monetización provoque más inflación, algo que también está ocurriendo con la subida de impuestos en España, por ejemplo).
ResponderEliminarVamos, que chapeau.
Abrazos
Sabes que me importa mucho tu opinión. A ver si te veo un día, a partir de la semana que viene, porque vamos a poner en marcha un amigo mío y yo -en colaboración con el Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana- un Estudio muy interesante sobre la Trampa de la Liquidez que sufrió -y sufre- la economía japonesa desde principios de los 90 y su traslación a la crisis del Euro. Así que ya me dirás cuándo te viene bien ;)
EliminarPues ahora estoy un poco liadillo, querido David, pero seguimos hablando.
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