domingo, 3 de marzo de 2013

Popper y la falsabilidad




Karl Popper busca el rigor y la clarificación conceptual con la idea de elaborar un método científico de alcance universal, confiando en la prueba empírica, pues la ciencia progresa gracias al desarrollo acumulativo de los conocimientos positivamente establecidos.

Tal progreso no sigue un camino de verdades absolutas (como querían los positivistas), sino a través de vericuetos menos firmes, con certezas basadas en que las teorías que se mantienen no cuentan con el rechazo lógico y/o experimental. El énfasis inductivo de los positivistas vieneses queda así tamizado por un fundamento lógico más inclinado hacia la deducción.

Para Popper una hipótesis sólo puede contrastarse empíricamente después de que se haya formulado. En la raíz de esta opinión, la estructura lógica de una explicación científica se caracteriza por considerar al menos una ley universal –es decir, un conjunto de proposiciones de alto nivel–, junto a la demarcación de los condicionantes iniciales esenciales -condiciones esenciales o proposiciones de bajo nivel, y básicas-, lo que en conjunto conforman las “premisas” (el “explanans”). De estas últimas se deducen las proposiciones relativas al fenómeno que se quiere explicar con la sola ayuda de las reglas de la lógica deductiva (el “explanandum”).

Las explicaciones o predicciones (tales proposiciones singulares) pasarán a ser contrastadas empíricamente, lo que viene a decir que la contrastación de una hipótesis, o de una teoría, se hará siempre de forma indirecta, a través de las referidas predicciones singulares.

Popper lleva a cabo el método de contrastación de las teorías y su elección, considerando que una vez ha sido presentada, a título provisional, una nueva idea, aún no justificada en absoluto, sea una anticipación, una hipótesis o un sistema teórico, se obtienen conclusiones de ella por medio de la deducción lógica; estas conclusiones se comparan entre sí, y con otros enunciados pertinentes, con el fin de lograr las relaciones lógicas (tales como equivalencia, deductividad, compatibilidad o incompatibilidad) que existan entre ellas.

La contrastación de una teoría seguiría los siguientes pasos establecidos por el filósofo vienés. Primero, se lleva a cabo la comparación lógica de las conclusiones, con lo que se contrasta, por tanto, la coherencia interna del sistema en el que nos encontremos. Segundo, se realiza el estudio de la forma lógica de la teoría, con lo que se puede determinar si la teoría es empírica, científica o tautológica. Tercero, se efectúa la comparación con otras teorías, lo que nos permite conocer si dicha teoría supondrá un progreso científico en el supuesto de que superara las distintas contrastaciones.

Utilizando ciertos enunciados aceptados previamente, se extraen de la teoría a contrastar algunos enunciados particulares (las predicciones) que puedan contrastarse o aplicarse con facilidad. Tales enunciados se comparan con los resultados de las aplicaciones prácticas y de experimentos, lo que nos permite asegurar, por un lado, que si la comparación es positiva, la teoría no se desecha; por otro lado, si la comparación resulta negativa, la teoría se desecha por falsa. Estamos aplicando, a la postre, el llamado “principio de falsabilidad” al criterio de demarcación que permite distinguir entre la ciencia y la no ciencia.

(Publicado en el Diario Progresista el 1 de marzo de 2013)

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