El arte nos mantiene vivos, y por eso es bonito que tus amigos creen arte desde su creatividad y necesidad.
Hoy se inaugura el Salón de Verano de la facultad de Bellas Artes de la Complutense, con la aportación de una obra de la pintora asturiana María Vallina. Más abajo recojo el cartel.
Además, desde el jueves pasado Lara Contreras tiene abierta una exposición de sus dibujos en el Espacio de Igualdad Hermanas Mirabal, calle Bravo Murillo, 133 de Madrid (todo julio y agosto). El caso de Lara es especialmente interesante, y por eso me detendré un poco más (además de poner uno de sus dibujos).
Es un juego de poder del estilo de Foucault, entre la cárcel y el vigilante y el prisionero.
Lara trabaja como auxiliar de sala en el Museo Thyssen-Bornemisza en una
jornada extensiva por poco más del salario mínimo. El trabajo consiste, básicamente, en permanecer semi-de-pie, atenta a las necesidades de los cuadros expuestos y del público visitante. Cualquier otra actividad está explícitamente prohibida.
Dibujar es, por lo tanto, en este contexto, una acción subversiva.
Pero es también la única actividad artística que es posible realizar furtivamente. A los trabajadores les está permitido tener en el puesto de trabajo pequeños papeles y un bolígrafo para apuntar las incidencias del día. Con estos materiales la artista ha decidido realizar su obra. Los soportes también han sido cuidadosamente seleccionados: hojas de pasatiempos, de libros, envoltorios e, incluso, folletos del propio museo. Todos hacen referencia a otras tantas ocupaciones que, como dibujar, son clandestinas. Con estos materiales dialoga la artista a través de la selección, tachado, raspado, tapado y el propio dibujo, en un juego conceptual que tiene varios niveles.
Hoy se inaugura el Salón de Verano de la facultad de Bellas Artes de la Complutense, con la aportación de una obra de la pintora asturiana María Vallina. Más abajo recojo el cartel.
Además, desde el jueves pasado Lara Contreras tiene abierta una exposición de sus dibujos en el Espacio de Igualdad Hermanas Mirabal, calle Bravo Murillo, 133 de Madrid (todo julio y agosto). El caso de Lara es especialmente interesante, y por eso me detendré un poco más (además de poner uno de sus dibujos).
Es un juego de poder del estilo de Foucault, entre la cárcel y el vigilante y el prisionero.
Lara trabaja como auxiliar de sala en el Museo Thyssen-Bornemisza en una
jornada extensiva por poco más del salario mínimo. El trabajo consiste, básicamente, en permanecer semi-de-pie, atenta a las necesidades de los cuadros expuestos y del público visitante. Cualquier otra actividad está explícitamente prohibida.
Dibujar es, por lo tanto, en este contexto, una acción subversiva.
Pero es también la única actividad artística que es posible realizar furtivamente. A los trabajadores les está permitido tener en el puesto de trabajo pequeños papeles y un bolígrafo para apuntar las incidencias del día. Con estos materiales la artista ha decidido realizar su obra. Los soportes también han sido cuidadosamente seleccionados: hojas de pasatiempos, de libros, envoltorios e, incluso, folletos del propio museo. Todos hacen referencia a otras tantas ocupaciones que, como dibujar, son clandestinas. Con estos materiales dialoga la artista a través de la selección, tachado, raspado, tapado y el propio dibujo, en un juego conceptual que tiene varios niveles.