Hace poco paseábamos por una pequeña ciudad
llena de calles empedradas y casas blancas, y al atravesar una plaza
nos llegaron los ecos de una fiesta donde un tipo que no se parecía a
Frank Sinatra cantaba canciones de Sinatra. Nos sentamos en un banco a
escucharlo.
Cuando llegó a "My way" sonreímos, nos cogimos de la mano y nos besamos.