Una de las virtudes de las redes sociales es conocer personas
encantadoras que leen y escriben, incluso sobre tu propia obra. Por
casualidad, y con varias meses de retraso, he conocido dos reseñas que
había escrito la profesora Blanca Estela Bissett sobre mis facetas como escritor y economista.
Me ha hecho ilusión enterarme, aunque sea tan tarde. Mis amigos más
íntimos dirán que soy un egocéntrico, pero yo sonreiré, comenzaré a
silbar y me iré a la calle a tomarme un café con churros.
MURAKAMI POR JUSTO SOTELO (primeros de enero de 2015)
(Blanca Estela Bissett)
"Murakami es - por lejos - el escritor japonés que menos me gusta.
Salvando mi ignorancia de la cultura de su país, también está el hecho
de que antes de conocerlo, ya había tenido la fortuna de encontrarme con
Mishima, Oé, Kawabata, Soseki y hasta con Ischiguro. Pero hace unos
días me encontré, gracias a la encantadora Maite Gifreu,
con un libro interesantísimo, de un no menos interesante y prolífico
autor español al que - para mi mal - desconocía. Resulta ser que el
caballero de marras, Justo Sotelo, es tan notable que peco de ignorante
de no haberlo descubierto antes.
Cuando le comenté a Jaime, me
señaló un estante de la biblioteca donde me aguardan una media docena de
sus libros, y tal parece, este caballero y yo hemos iniciado una larga
"amistad" basada en mi admiración irrestricta por el talento. De más
está decirles que el mencionado Justo Sotelo ignorará mi existencia (y
merecido me lo tengo) de por vida.
Volviendo al libro "Los mundos de
Haruki Murakami", desde luego centrado en el escritor japonés más leído
y traducido en el mundo, Sotelo concluye en su ensayo que Murakami es
tanto un escritor oriental como occidental. Por una parte, la vivencia
espiritual y la estética de Japón impregnan sus páginas, desde la
llamada energía vital (ki), pasando por la percepción de los
sentimientos (makoto) y llegando a la intensidad de esos mismos
sentimientos (mono no aware).
Por otraparte , queda patente la
influencia de los grandes escritores occidentales, algunos de los cuales
ha traducido al japonés. Así por ejemplo, “Suave es la noche” y “La
montaña mágica” son de referencia permanente en sus personajes.
Hay una especie de misticismo personal en los argumentos de Murakami, esto lo dice Sotelo, a mi se me ha escapado.
Sotelo considera que "La caza del carnero salvaje" es la novela ideal
para acceder a su mundo; fue su tercer libro, y el primero en ser
traducido al castellano. En él se cuenta la búsqueda de la eterna
juventud por parte del protagonista de la historia, de su amigo el Ratón
y del mafioso que busca salvarse del cáncer que le está matando. Algo
parecido puede decirse de Kafka en la orilla, donde Murakami mezcla a
Edipo con Kafka. "El fin del mundo y un despiadado país de las
maravillas" es una obra cargada de un discurso narrativo basado en la
tipología de los mundos posibles. "Al sur de la frontera, al oeste del
sol" supone una reflexión sobre el pasado, presente y futuro de Japón,
algo que también puede decirse de "Crónica del pájaro que da cuerda al
mundo", además de ser la historia de unos personajes que viven en el
mundo de lo real maravilloso o de "Sputnik, mi amor", "After Dark",
"1Q84" y "Baila, baila, baila".
En realidad, lo mas interesante de
Murakami es el análisis que hace el ensayista, que ha tenido la virtud
de desentrañar mundos con entidad de recónditas dimensiones, que
personalmente no he sido capaz de atisbar en ninguno de sus tan
aclamados libros.
Es posible que empiece a mirar a Murakami con
nuevos ojos a partir de este conocimiento nuevo. Pero es mucho mas
cercano a la realidad, que comenzaré a indagar en el mundo literario de
Sotelo, que parece mas rico, mas aventurero, mas próximo a mi naturaleza
curiosa y diletante. Me esperan, con silencioso reclamo de letras
escondidas, varios libros, cuyos títulos suenan a promesas: "La paz de
febrero", "La muerte lenta", "Ocho heroídas al estilo de Ovidio", "Las
mentiras inexactas", un ensayo sobre Virginia Woolf y otro de poesía,
que creo es "Rechazo la simpatía de otros muslos" (estoy lejos de la
biblioteca....) Es decir, no me busquen en 2015, me fui de prosa y
poesía (es decir de juerga corrida) con Justo Sotelo".
AMARTYA SEN Y JUSTO SOTELO, DOS ECONOMISTAS QUE NO VEN LA VIDA PASAR, SINO QUE LA CONSTRUYEN Y NOS EDUCAN
(12.1.2015)
(Blanca Estela Bissett)
"Lo bueno de trabajar en lo que a uno le gusta es que no hay esfuerzo,
todo se hace por placer. En mi caso, la docencia es mi vida, hago esto
desde los diecisiete, y estudiaré mientras tenga un atisbo de luz en mi
intelecto. Digo esto, porque mi trabajo me da la oportunidad permanente
de conocer mentes brillantes, de acceder al pensamiento - y a veces al
sentimiento - de notables personalidades, de mentes lúcidas que se
convierten en mis maestros sin ellos saberlo jamás, pero dejando una
certera huella en mi siempre ávida necesidad de conocimiento.
Preparando una clase, tuve que releer a Amartya Sen, y su sincretismo
humanístico-económico. Como recreación, como solaz y recompensa para mi
alma, en los ratos libres, leí un libro precioso: " Vivir es ver pasar",
de Justo Sotelo, editada en el 97. Lamento decir que llego tarde a la
lectura de este autor, que ha escrito libros notables, sin que yo lo
advirtiera. Y es raro, porque a todos los que les comento esta
ignorancia mía, lo ponderan y se vuelven todo elogios, pero nadie ha
tenido el comedimiento de regalarme por Navidades u otra celebración
(cumplo años, una vez cada año, por diciembre, recuerden....) uno solo
de sus libros. Hasta ahora, en que solita voy - erráticamente -
adentrándome en su prosa.
La sorpresa ha sido grande porque (retomo
lo de Amartya Sen - ya era hora) porque la tan mentada wikipedia me ha
desasnado abundamentemente sobre este otro autor (Sotelo) que resulta
ser que no sólo es economista (tal parece que notable) como Sen, sino
que además comulga ideológicamente aunque sea en parte con el anterior. O
sea, que como diría Enrique Santos, mi compatriota, estamos todos en la
misma. Ellos hablan, yo escucho.
Bien, una de las cosas mas
interesantes de Amartya Sen es que trata de variadas cuestiones
interculturales (identidades culturales, universalidad de los derechos
humanos y la democracia, etc.) pero engavilladas por la búsqueda de una
plausible «justicia global». Tras ello late su anhelo por forjar una
idea universalista de la justicia que, frente a lo que ocurre con la
teoría ?-a lo sumo universalizable-? de John Ralws, no quede
autolimitada por los confines occidentales (The Idea of Justice). Dicha
pretensión de Sen, de por sí harto compleja, se torna aún más ardua
desde que asume como meta y presupuesto inicial la necesaria
conciliación de esta «justicia global» con una «libertad cultural», o
sea, un modelo de justicia global que sin ser relativista tampoco ahogue
la elección social ?-ni las identidades plurales-? de las personas que
constituyen los diversos pueblos y culturas. Es decir, como diría mi
"panfletario" amigo Juan Paiola, descolonizar el poder, para que la
soberanía retorne a su cauce legítimo. (Divago ?)
Por su parte,
Justo Sotelo, en su bella obra (la otra habitante de mi mesa de luz,
recuerdan ?) habla de que escribe para recordar quien fue, quien es, y
quien resultará en definitiva el "modelo terminado" (si es que tal
utopía ontológica, se alcanza...) No voy a darles pista alguna sobre su
texto, sino a invitarlos a descubrir a este autor que sin duda no va a
decepcionarlos.
Diré si, que su escritura me ha traído a la memoria a
entrañables autores: Stefan Zwieg, por aquello de que los estados de
ánimo se trasladan al paisaje, y no a la inversa; la estructura
"circular" de la construcción de la novela, es ciertamente muy parecida a
Cortàzar y finalmente, como no puedo dejar de aproximar lo que me gusta
con lo que amo, me ha recordado a Marcel, en esa sutileza para apreciar
las sensaciones, el moroso delite de un sentido estimulado.... los
olores, los sabores, el crujido de las hojas secas, la sensualidad de
los cristales mojados. Sin lugar a dudas hay una manifiesta exhuberancia
de los sentidos, a la vez que todo se dice por lo bajo, sutilmente, con
preciosismo verbal, y por ello es mas dulce, mas delicada, mas intensa,
la celebración de una prosa excelsa como lo es la novela de Sotelo.
Todo ello con el fondo musical del exquisito Gustav Mahler, otro de mis
preferidos. Véanla por ustedes mismos, siéntanla debajo de la epidermis y
pónganse a temblar, luego me dicen.
Ya les contaré como sigue mi
saga. Por ahora, vuelvo a Amartya, que también me gusta - y mucho - lo
cuál me lleva a pensar si no tendré que replantearme eso de que los
economistas son señores estructurados y solemnes, para empezar a
encontrarles el encanto escondido detrás de sus metáforas y silencios
elocuentes".