domingo, 6 de octubre de 2024

"Una sencilla y hermosa película sobre la bondad y el perdón".


 
No es una película trans, aunque algunos de los personajes lo sean. Es una película de Georgia y transcurre por las calles de Estambul, ciudad donde la gente va a desaparecer, como dice la protagonista en cierto momento, como sucede en toda gran ciudad. Y de eso va la película que se ha estrenado este viernes en España, de cómo los seres humanos queremos encontrarnos. De la belleza de comer con otros, de bailar, de hacer al amor, de reír y sonreír juntos. Dirigida por el sueco Levan Akin, de origen georgiano y turco, es ese tipo de cine independiente que he visto toda la vida en los cines Alphaville, después Golem, y en los Renoir y Princesa. Y ayer sábado hacía una bonita tarde para meterme en los cines Renoir y viajar con Lia, una profesora georgiana ya jubilada de historia (que es interpretada por una estupenda Mzia Arabuli que no conocía, como tantas cosas que desconozco) que decide encontrar a su sobrina Tekla. Desapareció cuando ella y su madre -que acaba de morir- la rechazaron tiempo atrás por ser transexual. Su búsqueda la lleva hasta Estambul junto al joven Achi, también abandonado por su madre en esa ciudad, y allí conoce a Evrim, una abogada igualmente trans que se dedica a defender sus derechos, y que decide ayudarla en esa búsqueda. Es una película que, en realidad, nos cuenta la fotógrafa Lisabi Fridell, casi un personaje más, que nos lleva de la mano desde Batumi, en Georgia, hasta Estambul a través del Mar Negro: 
 
Antes del cine me estuve preparando unas clases de la semana que viene escribiendo fórmulas matemáticas en las servilletas de "8 1/2", el café de cine de Martín de los Heros.
 
Y entre películas, libros, matemáticas y amor se me pasa la vida.

sábado, 5 de octubre de 2024

"El hombre de moda".


 
Con una semana de retraso leo que Carmen García Aguirre está leyendo mi último libro. Y que había compartido esa fotografía en su muro de esta red social y escrito las siguientes palabras: "Este es el primer libro que tengo de Justo Sotelo. Ya el título promete porque son "Cuentos del primer café". ¿De un hombre que se parecía a Al Pacino?" Aunque no nos conocemos personalmente, quiero pedirle disculpas por mi despiste, y lo hago con un relato que tiene que ver con el "instituto femenino" donde estudió, el Lope de Vega, en la calle San Bernardo del centro de Madrid, ya que la película a la que me refiero en esta historia se rodó allí.
 
"El hombre de moda".
 
"Fue una de las primeras cosas que me dijeron mis alumnos cuando empecé a dar clase como profesor en la Universidad, con veinticinco años. Después llegaron otros apelativos como yuppie, por aquello de ser bróker, y “Sr. Keating”, el protagonista de "El club de los poetas muertos", con aquel genial Robin Williams con el que me han identificado varias generaciones de alumnos. Todavía no había visto "El hombre de moda", la única película de Fernando Méndez-Leite, un profesional de RTVE que fue profesor de Teoría del Cine en la Universidad de Valladolid y desde junio de 2022 presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.
 
"El hombre de moda" se estrenó en 1980 y está interpretada por Xabier Elorriaga, un actor carismático durante la Transición, con el que pudo contar Amenábar en "Tesis", su primera película. Después de que su mujer le deje, Pedro decide regresar a Madrid y recuperar su antiguo empleo como profesor de literatura española de COU en un Instituto femenino. Lo primero que hará será hablar a sus alumnas de "Los gozos y las sombras", de Torrente Ballester, uno de los escritores que más aprecio, y en seguida se saltará el programa para comentar aspectos de las novelas "Lolita" y "El barón rampante". En cierto momento se fijará en Aurora, una refugiada de la dictadura argentina, que dará un vuelco a su vida, interpretada por Marilina Ross. Veremos también a Carmen Maura, Maite Blasco, Isabel Mestres, Walter Vidarte, Miguel Rellán, Alicia Sánchez, Antonio Drove (el director de cine con una escena fantástica hablando de "El hombre que mató a Liberty Valance"), Isabel Luque, Luis Politti, Pep Munné, José Luis Cuerda y Silvia Tortosa. En cierta manera todos porque forman parte de mi memoria de adolescente cinéfilo. El año 2017 la repuso RTVE en la 2, y la presentó el propio Méndez-Leite.
 
La vi ayer por primera vez en Movistar durante una tarde de mucho calor en España. Ahora me tomo un café y escucho en la radio que van a cerrar otros dos cines en Madrid, y pienso que empiezo a no estar de moda. Aun así no me arrepiento de lo que he leído ni del cine que he visto en mi vida".
 
("El hombre de moda", de "Un hombre que se parecía a Al Pacino", 2023, Pagés editors y Universitat de Lleida, pp. 23 y 24).
 
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Y ahora escucho la "Canción de otoño" de Chaikovski grabada en París, mientras me tomo el primer café y vuelvo a ver el melancólico atardecer de ayer en la Ciudad Universitaria de Madrid:
 

viernes, 4 de octubre de 2024

"¿Por qué me recorro Madrid un jueves por la tarde?"


 
¿Después de haber estado hablando todo el día en la Universidad a mis alumnos, de terminar a la misma hora, de tener que ir desde lo alto de la Ciudad Universitaria hasta el Ateneo, en el viejo centro de Madrid? Por una sencilla razón. Deseaba abrazar a Javier del Prado en la presentación de su último libro, "A borbotones geométricos", a su presentadora Efi Cubero, que había venido desde Extremadura, a su editor Antonio Benicio Huerga que hace años me preguntó con cariño y una gran timidez si podía integrarse en mi tertulia literaria, al escritor José Luis Morante, que me había llamado por la mañana para darme unos libros, al poeta y sacerdote Fernando Vallejo que vino desde Zaragoza y con el que no pude comer en Lhardy, cerca de Sol, aunque me lo había pedido, al también poeta Miguel Ángel Yusta, que inaugurará la tertulia el próximo martes en Casa Manolo. Y para ver a otros amigos de la tertulia, que seguro que estarían allí, me dije tras subirme al 2 para recorrerme Princesa y la Gran Vía, y luego seguir andando por Alcalá, llegar hasta las Cortes y torcer a la derecha. 
 
Y para algo esencial, en estos tiempos y en cualquier tiempo, como es el hecho de reivindicar el papel de la poesía (de la buena poesía) como salvaguarda de la libertad. El libro de Javier trata sobre el deseo como un don de la carencia. El hombre y la mujer desean ser inmortales, pero no lo consiguen. Desean conocerlo todo, pero se quedan en las orillas. ¿Y cuando desean el amor?
 
En esto veo conexión con la música de Mahler:
 

jueves, 3 de octubre de 2024

"Esa cosa llamada felicidad".


 
Ayer hablé a mis alumnos de las cuatro "tes" y las cuatro "aes" que aprendí del doctor Fuster. La primera es el "tiempo" que dedicamos a reflexionar, aunque solo sea un cuarto de hora al día; la segunda es saber cuál es nuestro "talento", ese que deberíamos desarrollar. La tercera "t" es el hecho de "transmitir" positividad y la cuarta es la "tutoría", es decir, tener maestros que te animen a hacer lo que tienes que hacer (como tuvo Telémaco con Mentor, recogidos en esta cerámica del siglo XVIII de la Real Fábrica del Buen Retiro). Y están las cuatro "aes", que definen cómo nos presentamos ante el mundo y cómo intentamos ser útiles. Les hablé así de tener una "actitud" positiva, "aceptar" quiénes somos, poseer "autenticidad" y practicar el "altruismo". Una persona feliz es la que da, no la que recibe, y sobre todo si eso que se da es gratuitamente, sin esperar nada a cambio.
 
No les puse esta música, pero la escucho ahora mientras escribo este texto y me tomo un café. La escuché hace muchos años en el Auditorio de Madrid y aún no la he olvidado:
 

martes, 1 de octubre de 2024

"Mis momentos Kairós".


 
Ayer por la tarde, durante una reunión en la Universidad, una de mis "jefas" de la facultad me dijo que cada vez me ve más joven. Sonreí y le dije que entonces mis operaciones de cirugía estética estaban teniendo buenos resultados, jeje. Ahora me tomo un café y antes de irme a trabajar le doy unas cuantas vueltas a un asunto que siempre ha preocupado al ser humano.
 
Los antiguos griegos tenían tres dioses del tiempo, Cronos, Aión y Kairós. Cronos es el dios del tiempo secuencial, numérico, la árida sucesión de acontecimientos. Devora a sus hijos para evitar que se levanten contra él. Es el dios que lo aniquila todo para preservar su eternidad. Aión es el tiempo de la vida. Es señor de lo infinito y de lo inmóvil, de lo que no nace ni muere, de lo perfecto. Niño y viejo al mismo tiempo, en Aión la duración del tiempo se percibe como una inmersión sin principio ni fin. En ocasiones aparece rodeado por una serpiente, la "Ouroboros", que se muerde la cola para indicar el eterno retorno. Iterativo y cíclico, Aión se convierte en el tiempo del proyecto artístico y de la experiencia estética. Kairós es el instante fugaz, el momento adecuado, en el que algo importante sucede. Es la oportunidad favorable que cambia el destino del hombre. Kairós es un tiempo, pero también un lugar, un espacio distinto del tiempo eterno o del movimiento de las manecillas del reloj. Es lo que hace que Aión aparezca en medio de Cronos y provoca que todo cambie. Único e irrepetible, siempre está por llegar y, al mismo tiempo, ya ha pasado.
Por todo eso me gusta el tiempo que dedico a vivir, a pensar, a leer, a pasear sin ninguna dirección concreta (la fotografía es de ayer por el centro casi "parisino" de Madrid), a escribir novelas que, cuando termino, ya han pasado en mi conciencia y en mi presente. Y ahí se quedan. Lo importante es que me hayan hecho feliz a mí mientras las vivía y las escribía después.
 
Y luego están tus manos, tu boca, tu piel, tu sonrisa, y esta música de Liszt, que para mí siempre ha representado la juventud de la eternidad: