martes, 1 de octubre de 2024

"Mis momentos Kairós".


 
Ayer por la tarde, durante una reunión en la Universidad, una de mis "jefas" de la facultad me dijo que cada vez me ve más joven. Sonreí y le dije que entonces mis operaciones de cirugía estética estaban teniendo buenos resultados, jeje. Ahora me tomo un café y antes de irme a trabajar le doy unas cuantas vueltas a un asunto que siempre ha preocupado al ser humano.
 
Los antiguos griegos tenían tres dioses del tiempo, Cronos, Aión y Kairós. Cronos es el dios del tiempo secuencial, numérico, la árida sucesión de acontecimientos. Devora a sus hijos para evitar que se levanten contra él. Es el dios que lo aniquila todo para preservar su eternidad. Aión es el tiempo de la vida. Es señor de lo infinito y de lo inmóvil, de lo que no nace ni muere, de lo perfecto. Niño y viejo al mismo tiempo, en Aión la duración del tiempo se percibe como una inmersión sin principio ni fin. En ocasiones aparece rodeado por una serpiente, la "Ouroboros", que se muerde la cola para indicar el eterno retorno. Iterativo y cíclico, Aión se convierte en el tiempo del proyecto artístico y de la experiencia estética. Kairós es el instante fugaz, el momento adecuado, en el que algo importante sucede. Es la oportunidad favorable que cambia el destino del hombre. Kairós es un tiempo, pero también un lugar, un espacio distinto del tiempo eterno o del movimiento de las manecillas del reloj. Es lo que hace que Aión aparezca en medio de Cronos y provoca que todo cambie. Único e irrepetible, siempre está por llegar y, al mismo tiempo, ya ha pasado.
Por todo eso me gusta el tiempo que dedico a vivir, a pensar, a leer, a pasear sin ninguna dirección concreta (la fotografía es de ayer por el centro casi "parisino" de Madrid), a escribir novelas que, cuando termino, ya han pasado en mi conciencia y en mi presente. Y ahí se quedan. Lo importante es que me hayan hecho feliz a mí mientras las vivía y las escribía después.
 
Y luego están tus manos, tu boca, tu piel, tu sonrisa, y esta música de Liszt, que para mí siempre ha representado la juventud de la eternidad:
 

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