lunes, 30 de septiembre de 2024

"Ayer hizo un día tan bonito que me puse a pintar con música".


 

Se cumplen los 300 años de "Las cuatro estaciones" de Vivaldi, una de las músicas que me enseñó a relacionar la vida con la música y el arte, en particular con la literatura. Ayer me detuve debajo de ese puente donde iba a leer en los veranos de mi adolescencia. Uno de los primeros usos de la música fue acompañar a la danza teatral y a la narración de cuentos, por lo que es normal que los compositores escribieran de vez en cuando "música de programa", escrita para representar los estados de ánimo, escenas pastoriles o tormentas. Vivaldi fue uno de los pioneros en introducir la música descriptiva. Músicos barrocos como Werner y Fischer, entre otros, produjeron ciclos de conciertos en ese sentido, pero no con detalles pictóricos tan precisos. Vivaldi logró evocar los ambientes y sonidos descritos en los sonetos que escribió al efecto. Esta capacidad de pintar con música nos lleva en un viaje sensorial a través de las estaciones del año. Es una "experiencia sinestésica" en la que las palabras cobran vida con la música, desde la cálida vivacidad de la primavera hasta la melancólica contemplación del invierno.

Estos son los sonetos que escribió Vivaldi:

"La primavera".

Llegó la primavera y de contento
las aves la saludan con su canto,
y las fuentes al son del blanco viento
con dulce murmurar fluyen en tanto.

El aire cubren con su negro manto
truenos, rayos, heraldos de su adviento,
y acallándolos luego, aves sin cuento
tornan de nuevo a su canoro encanto.

Y así sobre el florido ameno prado
entre plantas y fronda murmurante
duerme el pastor con su fiel perro al lado.

De pastoral zampoña al son chispeante
danzan ninfa y pastor bajo el techado
de primavera al irrumpir brillante.

"El verano".

Bajo dura estación del sol ardida
mústiase hombre y rebaño y arde el pino;
lanza el cuco la voz y pronto oída
responden tórtola y jilguero al trino.

Sopla el céfiro dulce y enseguida
Bóreas súbito arrastra a su vecino;
y solloza el pastor, porque aún cernida
teme fiera borrasca y su destino.

Quita a los miembros laxos su reposo
el temor a los rayos, truenos fieros,
de avispas, moscas, el tropel furioso.

Sus miedos por desgracia son certeros.
Truena y relampaguea el cielo y grandioso
troncha espigas y granos altaneros.

"El otoño".

Celebra el aldeano a baile y cantos
de la feliz cosecha el bienestar,
y el licor de Baco abusan tantos
que termina en el sueño su gozar.

Deben todos trocar bailes y cantos:
El aire da, templado, bienestar,
y la estación invita tanto a tantos
de un dulcísimo sueño a bien gozar.

Al alba el cazador sale a la caza
con cuernos, perros y fusil, huyendo
corre la fiera, síguenle la traza;

Ya asustada y cansada del estruendo
de armas y perros, herida amenaza
harta de huir, vencida ya, muriendo.

"El invierno".

Temblar helado entre las nieves frías
al severo soplar de hórrido viento,
correr golpeando el pié cada momento;
de tal frió trinar dientes y encinas.

Pasar al fuego alegres, quietos días
mientras la lluvia fuera baña a ciento;
caminar sobre hielo a paso lento
por temor a caer sin energías.

Fuerte andar, resbalar, caer a tierra,
de nuevo sobre el hielo ir a zancadas
hasta que el hielo se abra en la porfía.

Oír aullar tras puertas bien cerradas
Siroco, Bóreas, todo viento en guerra.
Esto es invierno, y cuánto da alegría.

Y ahora me tomo un café con su música interpretada por Karajan, antes de irme a clase:

https://www.youtube.com/watch?v=Bup5gUS_s5A&list=PLS6rgQ0rU2P6JfzwAB5fi_ggr_VZqSRQH

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