sábado, 7 de septiembre de 2024

"Días de septiembre".


 
Madrid es como el Museo del Prado. Anoche me dormí escuchando a Schubert tras ver una hermosa y melancólica película española de este año, "La casa", de Álex Montoya, basada en el cómic de Paco Roca. Me despierto escuchando una entrevista en Radio Nacional sobre el pintor madrileño que vive en la huerta de Murcia Jorge Fin, a quien se le llama "el pintor de las nubes" (en una fotografía está su cuadro "El arte de la fuga" expuesto este año en una galería de Madrid). Estudió económicas, como yo, en el mismo sitio, el CUNEF. Ayer María Luisa Padilla me regaló por este medio unas jacarandas de Málaga. Y también leí algunas cosas como estas: "Si alguna vez una mano tapó mis ojos para quitarme la vista, escritores y seres humanos como tú, Justo Sotelo, me devolvieron la mirada", escribió antes de ayer, desde Bilbao, Edita Brocos. Al leerlo pensé que es de lo más bello y profundo que se le puede decir a un escritor. "Justo, leer tus textos diarios es mi lujo intelectual, la quimera mágica de un gran escritor". Estas son unas palabras escritas desde Israel por Zulema Babchik-berinsteine "Tú eres la literatura", escribió también ayer, desde Barcelona, Inés Encuentra, que me dijo una vez que fue alumna de Angels Santa Bañeres. Mientras escribo este texto y me tomo un café leo lo que me dijo anoche Almudena Mestre: "Un día suave, como si ya fuera otoño, me sumerjo una vez más en el análisis de tu libro "Un hombre que se parecía a Al Pacino" (Pagès Editors, 2023), y empiezo a apreciar cómo las hojas de los árboles se empiezan a caer, no sin antes tornarse naranjas o en tonos ocres cuando leo cada uno de los cuentos de esta última parte -el Otoño- de este ensayo posmoderno, vertidos en un mundo inteligible, sensible y emocional del texto". Ayer me di una vuelta por Lavapiés y me saqué esa fotografía en la calle en la que vivió Miguel Ángel Andés, uno de mis grandes amigos de juventud. Murió demasiado pronto, pero siempre lo recuerdo, en particular en estos días de septiembre en los que empieza a hacer algo de fresco y se caen las primeras hojas. A Miguel Ángel le convertí en personaje de algunas de mis novelas, como "Vivir es ver pasar" (1997) y "Las mentiras inexactas" (2012). A él le gustaba mucho Schubert, y veces me ponía su música en la terraza de su casa donde fumaba sin parar y tomábamos el sol mientras hablábamos de Artaud, Blake, Holdërlin, Genet o Camus:
 
¿Quién no ha jugado al escondite alguna vez cuando era pequeño en el Museo del Prado buscando el libro de la vida en uno de los cuadros?
 

 



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