domingo, 7 de marzo de 2010

Análisis de los capítulos 37 a 39 de la Segunda Parte del Quijote



  • Antecedentes y exposición.
Lo primero que quiero señalar es que no es fácil estudiar separadamente estos tres capítulos del resto. Forman parte de la “aventura” de los dos grandes protagonistas con los duques, verdadero corazón de la segunda parte del libro, hasta el punto de que se han escrito novelas y ensayos sobre la identidad de estos duques -entre los cuales destacaría El diario de la duquesa, de Robin Chapman, publicado en 1980-, y el carácter metaliterario que poseen en la narración en su conjunto.

Es por ello por lo que, aunque mi análisis consiste en analizar los capítulos 37 a 39, dentro de la farsa que nuestros personajes representan en el palacio de los duques, quiero comenzar con una frase que pronuncia don Quijote al final del capítulo 29, justo antes de la aparición de los duques. Al terminar la aventura del barco encantado, don Quijote dice: “Yo no puedo más”. Estamos ante el principio del reconocimiento de su fracaso como caballero andante y la preparación de la farsa comentada. Don Quijote ya no es el que es, como declara en la primera parte, sino un personaje de ficción que es leído por los duques y que cobra sentido gracias a esta nueva situación.

Como es lógico, no entraré en las aventuras que se comprenden entre los capítulos 30 y 35, si bien la historia con los duques se prolonga hasta el 52. Don Quijote se sumirá en el mundo fantasmagórico de sus libros predilectos, mientras que Sancho Panza verá cumplirse el sueño que atesora desde su primera salida al lograr la ínsula tantas veces prometida (Rico, director, 1998, Don Quijote de la Mancha, libro complementario).
A la altura de mi exposición ya se habrán estudiado varias escenas y aventuras, entre las que citaré:
·        El incidente que surge entre Sancho y doña Rodríguez de Grijalba.
·        La contestación de don Quijote a la crítica del capellán contra los caballeros andantes.
·        El desencantamiento de Dulcinea.
En el Capítulo 36 comienza a contarse la “extraña y jamás imaginada” aventura de la dueña Dolorida, alias de la condesa de Trifaldi, junto a una importante carta que Sancho Panza escribió a Teresa Panza. 

  • La historia de la dueña Dolorida.
Tras aclararnos quiénes fueron las personas que interpretaron a Merlín y Dulcinea en el desencantamiento de esta, y la carta que escribe Sancho a su mujer, se inicia la historia de la dueña Dolorida.
Aparecen en escena tres músicos vestidos de negro, que preceden a un personaje de altura descomunal, vestido de luto y con el rostro cubierto por un velo negro que deja entrever una larga barba blanca. Este dice llamarse Trifaldín, el escudero de la condesa Trifaldi, llamada también la dueña Dolorida, y que acaba de llegar del lejano reino de Candaya -entre la gran Trapobana y el mar del sur, dos leguas más allá del cabo Comodín (cabo situado al sur de la península del Indostán, frente a la Trapobana, Ceilán o Sri Lanka)- para pedir ayuda a don Quijote.
Estamos ante una nueva broma urdida por los duques, y que también es típica de los libros de caballerías. Don Quijote no puede decir que no.
Esta historia se desarrolla en cuatro capítulos, aunque el 37 es un breve paréntesis dedicado a Sancho, que critica duramente a las dueñas. La petición de la Trifaldi podría poner en peligro la promesa de la ínsula que le ha hecho el duque, pues don Quijote querría partir en seguida al reino de Candaya, y Sancho tendría que acompañarle.
Don Quijote le tranquiliza, pues no todas las dueñas son iguales. La Dolorida, por ser condesa, pertenece a las dueñas de alta categoría (dueñas de honor), distintas de las dueñas de servicio, de más bajo linaje. En este punto interviene también la dueña Rodríguez de Grijalba, con quien ya había disentido Sancho en el capítulo 31, y defiende a las dueñas criticando a los escuderos a los que considera sus enemigos.
En el capítulo 38 la dueña Dolorida irrumpe en escena de modo aparatoso, precedida de una comitiva de otras doce dueñas. Todas estas mujeres llevan el hábito de las viudas, con un velo. La presentación es lenta, siguiendo el famoso suspense de Cervantes, al que me referiré en el siguiente epígrafe.
Los problemas de doña Dolorida se pueden resumir de esta forma.
La infanta Antonomasia, hija de la reina Magancia y heredera del trono de Candaya, está enamorada del joven don Clavijo, que aunque es un simple caballero ha seducido a la doncella con la ayuda de la dueña. Cervantes deja la historia de amor en este punto y, en una de sus famosas digresiones, nos cuenta la propia historia de amor de doña Dolorida, prendada de don Clavijo. Aquí tenemos una clara similitud con la novela ejemplar: El celoso extremeño, que como es bien sabido también guarda cierta relación con la “nouvelle” incorporada en la primera parte: El curioso impertinente. Es evidente que Cervantes está haciendo metaliteratura continuamente.
Al final de este capítulo 38, la Dolorida vuelve al relato de los amores de los jóvenes, pues la infanta se ha quedado embarazada, lo que llevará a don Clavijo a casarse en secreto con ella, como no podía ser de otra forma.
El capítulo 39 continúa con la historia. El desliz de la infanta ha traído graves consecuencias para todos. Doña Magancia ha muerto, agobiada por la pesadumbre. Durante su entierro aparece el gigante Malambruno, un pariente de la reina que quiere vengar su muerte. Malambruno además de gigante es encantador y se presenta montado en Clavileño, un caballo de madera que reaparecerá en el capítulo 41, para llevar a don Quijote y a Sancho al reino de Candaya y así enfrentarse al gigante. Para vengarse de los dos amantes convierte a la infanta en una “jimia de bronce” y a don Clavijo en un “cocodrilo”, mientras que doña Dolorida y las otras dueñas se encuentran sobre su rostro como venganza con sendas barbas hirsutas, pues han sido cómplices de esos amoríos. Como ya he señalado, los encantamientos sólo desaparecerán cuando don Quijote se enfrente con el gigante.
La historia finaliza en el capítulo 41 con la lectura del pergamino donde se declara en qué consiste el heroísmo. “El ínclito caballero Don Quijote de la Mancha feneció y acabó la aventura... con sólo intentarla”.  

  •    Análisis crítico. 
La historia de la dueña Dolorida y el caballo volador representa la esencia del heroísmo en el Barroco. Lo importante no es que el hecho heroico esté acompañado de grandes proezas y riesgos físicos, sino que hay que transmitir la emoción del momento de la decisión y la belleza de lo esencial. El valor es decidirse a la acción, no la acción en sí (Casalduero, 2006).
Estos episodios se enclavan en la fiesta palaciega de los duques. Todos los miembros de la casa ducal creen que es una broma, por lo que viven la tragedia como si fuera una farsa burlesca, luego su propia vida es una representación. Olvidados de la comedia de la vida, que es una tragedia, se lanzan con gusto a representar lo que son. Están haciendo una verdadera farsa: se creen actores y son hombres.
Analizaré, acto seguido, algunos aspectos técnicos que se observan en estos capítulos y que me han resultado especialmente relevantes.
 
a. Análisis de la realidad social.
El breve capítulo 37 es un buen ejemplo del estudio de tal realidad social, al analizarse críticamente a través del llamado “coloquio dueñesco”. Estamos ante la ilusión realista que tanto utilizará Cervantes. La mala reputación de las dueñas de la servidumbre era un tema tradicional en la narrativa clásica. A estas dueñas se las definía, y consideraba, como ociosas, maldicientes, lascivas y en el papel de medianeras. Cervantes sigue en este sentido la tradición del Lazarillo y otros creadores de ficciones del siglo de oro.
 
b. Importancia del suspense en Cervantes.
A esta técnica corresponde la digresión del narrador sobre el apellido Trifaldi y los otros nombres de la condesa. También la larga serie de réplicas entre la Dueña, don Quijote y Sancho. A mí me recuerda a Sterne y su Tristam Shandy, con las continuas digresiones que utiliza para no “terminar” de nacer “desde el huevo”. Y, por supuesto, también tendríamos la influencia sobre Fielding, Lennox, Graves, Dickens, y un gran número de autores ingleses, pues fue en Inglaterra donde la influencia del Quijote resultó evidente. Peers ha escrito que (con la excepción de la Biblia) el Quijote es la obra extranjera que más profundas huellas ha dejado en la tradición literaria británica (Santoyo, 1983). Y no es de extrañar, pues Inglaterra fue el primer país que mencionó el Quijote, que tradujo el libro, el primer país europeo que lo presentó decentemente ataviado en su idioma original, que señaló el lugar de nacimiento de su autor, que dio a luz una biografía suya, y el primero que publicó un comentario al Quijote e imprimió una edición crítica del texto.
 
c. La técnica del encajonamiento.
Es una variante del suspense, como el hecho de que la historia de la dueña Dolorida se intercale entre la de los dos amantes. Esta técnica es habitual en el Quijote, verbigracia, cuando nos encontramos ante la ya citada historia del Curioso impertinente o ante la del Capitán cautivo. Como tal resultaría complementaria del referido suspense, como si para conseguir éste utilizara una suerte de cajas chinas que van retrasando el final de la historia. Parece claro que Cervantes estaba creando la novela moderna al tener en cuenta métodos de escrituras que se exprimirán hasta la extenuación en los siglos siguientes.
 
d. La parodia de los libros de caballerías y que en estos capítulos resultan manifiestos con elementos fantásticos y maravillosos, como por ejemplo:
- Las metamorfosis de los seres humanos que se transforman en animales (recordemos El asno de oro, de Apuleyo, tan presente en esta obra), lo que deja patente la vigencia de la construcción de las novelas griegas en toda esa catedral maravillosa que supuso la irrupción del Renacimiento, continuada por el Barroco.
- La intersexualidad, con mujeres que tienen barba de hombre, y que también hemos visto en el Quijote en los casos del barbero vestido de mujer de la primera parte y algunos otros ejemplos divertidos.
 
e. El desarrollo del tiempo cronológico. Ya he comentado algunas influencias que se observan en el Quijote. He hablado del Lazarillo, de la novela griega, etcétera. Sin embargo, querría comentar someramente otra influencia que viene de Agustín de Hipona, relativa al tiempo cronológico, como una variante incluso del tiempo psicológico, y que Cervantes desarrollará con maestría. Desde San Agustín el tiempo como sucesión de acontecimientos (lo que es palpable, por ejemplo, en El asno de oro) deja su lugar al cronológico. Las obras literarias se dirigen a Dios, a un señor o a cualquier interlocutor dispuesto a escuchar y recibir el relato de unos acontecimientos. Con San Agustín nos enfrentamos ya ante la base de nuestra actual manera de ver el mundo. Es como si las imágenes que vemos hubieran aprendido a mirar nuestras vidas, en lugar de al revés.

  •   Un caso más de meta literatura. 

He mencionado con anterioridad la novela de Chapman sobre un diario que escribe la duquesa de la segunda parte del Quijote, una joven de alrededor de veinte años que pudo enamorarse de Cervantes.

Chapman es un amante de la literatura del siglo de oro español, y más en concreto del Quijote, y decide darnos a conocer la identidad de los duques que protagonizan los capítulos 30 a 52 de la segunda parte. Lo más interesante del asunto es que incluso nos “demuestra” que doña Isabel, la duquesa, llegó a escribir la historia del caballo Clavileño y de la dueña Dolorida, mano a mano con Cervantes.
       De esta forma nos explicamos que los duques ya conocieran la primera parte del Quijote, pero sobre todo que formaran parte de la segunda al haberla vivido personalmente con el mismísimo Cervantes. La propia Maribel no estará satisfecha con el retrato que de ella hace Cervantes, aunque su mayor problema serán los problemas conyugales con su marido, que es adúltero, y con la poca estimación que ella dice sentir por parte de los estamentos sociales de la época. Chapman se apunta, de esta forma, a la idea de que en el Quijote se hace una encendida defensa de las mujeres, aunque no se puede decir que sea una novela feminista, lo que resultaría anacrónico.
       La vida de la duquesa se prolongará cerca de cuarenta años más, pero ella seguirá recordando al autor del Quijote e incluso al día de su muerte, reivindicándose una fecha distinta de esta muerte a la que todos conocemos.
    
  • Bibliografía citada.
·        Casalduero, J. (2006). Sentido y forma del Quijote. Editorial Visor. Madrid.
·        Cervantes, M. (1998). Don Quijote de la Mancha.  Dirigida por Francisco Rico. Instituto Cervantes. Crítica. Barcelona.
·        Chapman, R. (1983). El diario de la duquesa. Edhasa. Barcelona.
·        Rico. F. (1998). Libro complementario de Don Quijote de la Mancha. Instituto Cervantes. Crítica. Barcelona.
                  ·Santoyo, J-C (1983). Introducción. El diario de la duquesa, de Robin Chapman. Edhasa. Barcelona. 



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