El museo de Rodin es uno de esos lugares emblemáticos de París a los que siempre vuelvo. En realidad de los que nunca salgo.
Ahí me imagino a Auguste Rodin y Camille Claudel creando sus obras, él
siguiendo la tradición de los clásicos griegos hasta Miguel Ángel y sus
grandes esculturas que parecen novelas y ella con sus pequeñas formas
semejantes a los poemas.