"Ella le cantaba al oído y él sentía
que todo nacía de nuevo. Las aceras se hacían pisadas, los coches se
empeñaban en volar mientras desaparecían los pasos de cebra y las madres
soltaban a los niños de la mano.
Estuvieron buscando un lugar donde pasar la noche, hasta que se miraron a los ojos".
(Cuentos de los viernes, 2015, Narrativa Bartleby, Madrid, p. 31)