"Caminaban a tientas, ligeramente, amadamente, inadecuadamente, y se
perdían en la geografía de sus sombras. Era una pérdida dolorosa y
momentánea, hambrienta, con el valor simbólico de la Historia.
Entraron en el parque de atracciones en busca de una excusa que los
mantuviera unidos y les impidiera tropezar con la fuerza del instante.
Como si la voz del amor y el sexo pudiera consumirse. El mundo se detuvo
una vez más cuando ellos se miraron, y luego lo hizo
el tren que los conducía por el laberinto de Ariadna hacia la única
salida, donde los mapas habían perdido la forma y ya solo quedaba el
sentido.