viernes, 11 de mayo de 2012

Economía y Literatura (VI)

¿Tiene sentido, entonces, que el sistema capitalista se haya convertido en la única ideología dominante en la actualidad? Si buscáramos contrastar las hipótesis de la escuela de la economía clásica siguiendo, por ejemplo, la metodología de Karl Popper se llegaría a la conclusión de que, con la ayuda de la evidencia empírica, podrían ser claramente falsadas.

El progreso técnico suavizó, durante el siglo XIX, la consistencia de la ley de los rendimientos decrecientes. De la misma forma, si se considera el incremento de las rentas de la agricultura como otra hipótesis falsable, en el contexto de la renta nacional, se llega a la falsación de la hipótesis a partir de las observaciones realizadas.

Dentro del enfoque de Stuart Mill, si los economistas modernos analizan la validez de las teorías según las predicciones que consignen con ellas, será mejor utilizar el papel de los supuestos, lo que no significa que tal línea de pensamiento no quiera establecer predicciones, sino que pone en tela de juicio su precisión a la hora de realizarse la anticipación al futuro. Es decir, una vez que se acepta que los supuestos que son verdaderos generan conclusiones que también lo son, lo que resulta más lógico es tener en cuenta que los supuestos significativos conducen, necesariamente, a predicciones de la misma manera muy simplificadas.

La conclusión es patente: tales predicciones nunca podrán transmitir con fidelidad cuáles con los acontecimientos que van a producirse en la realidad.

Stuart Mill no es el auténtico impulsor inicial de las nuevas tendencias históricas e institucionalistas que comienzan a surgir a mitad de siglo, sino que el auge del institucionalismo se produce en el continente, y no en Inglaterra, más en concreto en Alemania en la década de los cuarenta del siglo XIX con la escuela histórica, al amparo del idealismo de Hegel y en contra de las ideas de la escuela clásica.

En esta corriente de pensamiento se considera una estrecha interrelación entre las actividades económicas y no económicas, imponiendo un carácter histórico a sus fundamentos metodológicos. Otorga un importante papel a la actuación del estado y al desarrollo de la política económica en forma de medidas proteccionistas. El revisionismo establecido por esta escuela fue criticado, con posterioridad, por los llamados neoclásicos (marginalistas o subjetivistas), claros confirmadores del pensamiento clásico y seguidores del positivismo.
De los fundamentos de este último (doctrina malthusiana de la población, la teoría del fondo de salarios, la teoría de la renta de la tierra y la teoría del valor del trabajo, de la que se derivaba la teoría del coste de la producción), tan sólo fue aceptada la relativa a la teoría de la renta de la tierra, entre cuyas bases se encuentran los conceptos de productividad marginal y de maximización individual. Por su parte, la teoría del valor del trabajo fue sustituida por la teoría del valor basada en la utilidad marginal.

En líneas generales, puede afirmarse que la escuela clásica se convirtió en la “carta declarativa” del desarrollo de las relaciones capitalistas. Por su parte los principales neoclásicos -Jevons, Menger, Walras o Marshall- serán los creadores del nuevo orden económico, con nuevas formas de conocimiento (con la teoría de la utilidad marginal como concepto neurálgico). Su concepción de la economía hunde sus raíces en el individualismo metodológico, convertido más tarde en hegemónico gracias a Robbins, al amparo de su conocidísima definición ya reseñada.

(Publicado en el Diario Progresista el 11 de Mayo de 2011)

4 comentarios:

  1. Es mucho más simple:¿A quién echó Jesús de Nazaret del templo?

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  2. Viva la Virgen y los señoritos españoles.19 de mayo de 2012, 16:51

    Sabías que la Conferencia episcopal se ha sacado un titulito que los colegios católicos, no es que te lo pidan, dicen que te lo valoran positivamente si lo tienes, para poder impartir clases en sus centros.

    Claro que luego te encuentras en una oposición que el 80% de la gente no se ha leído ni la mitad de los libros que enseña a los niños. Tira del manual de la editorial de turtno.

    Todo el mundo prefiere a sus hijos en los colegios de pago. Los públicos están más sucios y va mala gente.

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    1. Perdón, pero no entiendo nada del último comentario. Por favor, no escriban cosas roras.

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