sábado, 2 de febrero de 2013

Para qué debería servir la política económica (3)

La política económica no es una disciplina aislada, sino que está conectada con otras disciplinas extraeconómicas como la Filosofía de la Ciencia, la Política, la Metafísica, la Sociología, la Biología, las Ciencias Físicas y la Ingeniería.

En el proceso de toma de decisiones surgen una serie de restricciones a las mismas debido a la evolución económica general, la disposición de las estructuras del Estado, la acción de los grupos de interés y los condicionamientos internacionales, marcados por una economía mundializada como la actual.

La primera restricción, dentro de las economías de mercado, hace preciso considerar, por un lado, el grado de credibilidad de las políticas económicas aplicadas y, por otro, el carácter de temporalidad de las mismas.

Por lo que se refiere a la disposición de las estructuras del poder político hay que tener en cuenta la factibilidad de las políticas y la correspondiente ausencia de abuso, para que puedan lograrse los objetivos, más amplios, de eficiencia y afinidad en la actuación de esos poderes.

La tercera restricción precisa de un grado de independencia de tales poderes en relación a los grupos de presión, lo cual cada vez es más problemático debido, más que nada, a la cuarta restricción alusiva a la internacionalización de las economías y la progresiva pérdida de autonomía por parte de las políticas económicas nacionales, aspecto este último que admite varias interpretaciones, pues lo que está variando es la forma de intervención de los Estados, y por tanto no quedan invalidados sus objetivos de pleno empleo y redistributivos.

El problema es cómo lograr que funcionen una serie de organismos internacionales que velen por el buen funcionamiento de las economías, e impongan frenos a los procesos de desregulación, privatización y liberalización económicas, que pueden dar lugar a situaciones indeseables. Es absurdo que todo se deje en manos del mercado, entre otras cosas porque ese “mercado” no existe, es una falacia, una manera de justificar que los de siempre acaparen el dinero y el poder.

(Publicado en el Diario Progresista el 1 de febrero de 2013)

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