Los mundos de Haruki Murakami, un ensayo de Justo Sotelo
El nombre de Haruki Murakami aparece en todas las quinielas, desde hace unos años, para recibir el premio Nobel de Literatura, e incluso el Príncipe de Asturias,
como ha ocurrido el pasado jueves. Todo ello sin contar la multitud de
premios prestigiosos que ha recibido tanto en Japón como en todo el
mundo, lo que, en palabras de Justo Sotelo -autor del ensayo que nos ocupa-, hace plena justicia a una literatura profunda y sensible, moderna o incluso postmoderna.
Justo Sotelo nació en Madrid, y es lo más parecido que conozco a un humanista que podría haber nacido en el Renacimiento.
Por una parte es economista, catedrático de Política Económica y
profesor en los prestigiosos ICADE (Universidad Pontificia de Comillas) y
CUNEF (Universidad Complutense de Madrid). Por otra, es licenciado y
doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, y máster en Estudios Literarios y en Literatura Española.
En la primera vertiente ha escrito
varios libros de economía, así como decenas de artículos sobre esa
ciencia; mientras que, en la segunda, ha publicado cinco novelas que le
están abriendo un hueco en el panorama literario de este país (La muerte lenta”, 1995, “Vivir es ver pasar”, 1997, “La paz de febrero”, 2006, “Entrevías mon amour”, 2009 y “Las mentiras inexactas”, 2012), así como varios artículos de literatura y el presente ensayo sobre Murakami.
Sotelo llega a la conclusión en su estudio de que Murakami
es tanto un escritor oriental como occidental. Por una parte, el
sentido de lo espiritual y la estética de Japón impregnan sus páginas,
desde la llamada energía vital (ki), pasando por el concepto de sinceridad de los sentimientos (makoto)
y llegando a la intensidad de esos mismos sentimientos (mono no aware).
Por otra, queda patente la influencia de los grandes escritores
occidentales, algunos de los cuales ha traducido al japonés. Así por
ejemplo, “Suave es la noche” y “La montaña mágica” se
encuentran en la base de muchas de las clínicas de reposo (y bosques
perdidos en la naturaleza más agreste) donde se esconden sus héroes y
heroínas.
Lo que hace Murakami es dotar a sus personajes de un contenido mítico. Sotelo considera que La caza del carnero salvaje es
la novela ideal para acceder a su mundo; fue su tercer libro, y el
primero en ser traducido al castellano. En él se cuenta la búsqueda de
la eterna juventud por parte del protagonista de la historia, de su
amigo el Ratón y del mafioso que busca salvarse del cáncer que le está
matando. Desde luego se parece en todo al mundo mítico del Grial. Algo
parecido puede decirse de Kafka en la orilla, donde Murakami mezcla a Edipo con Kafka. El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas es una obra cargada de un discurso narrativo basado en la tipología de los mundos posibles. Al sur de la frontera, al oeste del sol supone una reflexión sobre el pasado, presente y futuro de Japón, algo que también puede decirse de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, además de ser la historia de unos personajes que viven en el mundo de lo real maravilloso o de Sputnik, mi amor, After Dark, 1Q84 y Baila, baila, baila.
Sotelo ha escrito su estudio con una gran calidad técnica. Analiza con rigor las novelas de Murakami, pero a la vez con amenidad.
Su ensayo se lee con placer, como si nos enfrentáramos a una novela,
con un inicio, un nudo y un desenlace. Y lo hace con tanta perfección
que demuestra que el efecto repercusión de sus páginas se mantiene en el
lector después de cerrar el libro, y le convence de que ha leído cosas
imposibles, pero verosímiles, como cuando en las novelas de Murakami alguien intenta leer cráneos para recuperar los sueños perdidos.
Muchas de las novelas de este autor son
de “aprendizaje”. Es como si sus personajes dieran vueltas a una
adolescencia eterna, en la que no se vislumbra un final. El eterno
adolescente es un inconformista, alguien que no acepta las injusticias
de la sociedad. Esas personas que retrata Murakami están tan solas como la mayoría de nosotros, como en Tokio blues,
un desesperado canto de amor y amistad, donde los personajes no hablan
por los teléfonos móviles a todas horas, ni se envían correos
electrónicos ni entran en Facebook.
Esta última novela se llama realmente Norwegian Wood, en homenaje a la canción de los Beatles, lo que justifica una hermosísima portada en el libro editado por Izana, con un dibujo de Gabriela Amorós Seller que sintetiza perfectamente el trasfondo que une, y de alguna forma desune, a los personajes de Murakami.
Los mundos de Haruki Murakami, de Justo Sotelo, Editorial Izana, 2013
Hola, me gusto muchísimo tu publicación acerca de Haruki Murakami, siento que es un tremendo creador fuera y dentro de Japón. Google me recomendó tu blog y debo decir que me sorprendió gratamente. Te dejo en mis favoritos del navegador Chrome. Espero que vuelvas a escribir pronto nuevas publicaciones. Saludos.
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