El sábado pasado nos fuimos a cenar unos cuantos amigos después
de la firma en la Feria del Libro de Madrid. La cervecería era
agradable, y sobre todo lo era la compañía. En cierto momento comenté
que la semana siguiente JR y yo íbamos a ir a la exposición del Reina
Sofía sobre la obra de Dalí. Nos invitaban a un recorrido de hora y
media sobre su significado más profundo, además de a una merienda en la
cafetería del edificio nuevo.
La aparición del nombre de Dalí recuperó un diálogo,
casi secular, entre AZ y yo. Los dos lo admiramos, aunque él considera
que es mejor dibujante que pintor. A mí ese aspecto me es indiferente.
Lo que me fascina de Dalí es su magia, sus contradicciones, su fuerza,
su decadencia, su surrealismo, sus deseos de llamar la atención, incluso
su vulgaridad.
Unos días después la excelente guía nos habló de la peculiar relación
que mantuvo Dalí con su padre, empezando por el hecho de que este no
registrara su nacimiento, y eso que era notario; unos meses antes había
muerto otro Salvador Dalí y el futuro pintor vino a sustituirlo. Quizá
por eso el recorrido se inicia con un retrato del padre, que terminó
desheredándolo en 1929, el año en que Dalí viajó a París y se introdujo
en el Surrealismo gracias a Miró. La exposición continúa con los
conocidos cuadros de su hermana, sin que eso suponga ninguna
interpretación freudiana, pues Dalí tan sólo la utilizaba como modelo de
mujer. Eso sí cuando nos encontremos frente al cuadro de Guillermo Tell
habrá que recordar que la manzana alude a la presión del padre.
El coqueteo con los “ismos” se produce en la Academia de San
Fernando; luego llegan Cadaqués, Port Lligat, Figueras, el “Buñuel” de
la Residencia de Estudiantes. El retrato del cineasta con las nubes que
casi parecen navajas cerca del ojo corrobora la famosa polémica entre
los dos artistas por la autoría original de la escena del ojo de “Un
perro andaluz”.
Me interesan las “mutilaciones” de los amigos artistas, que en Dalí
se representan con un cuerpo sin cabeza, en Lorca con un escritor sin
manos y en Buñuel en una película con un personaje sin ojo.
La Teoría de la Relatividad, la influencia de Gala, el cine con
Disney y Hitchcock… Su especial relación con Picasso. Su viaje a Estados
Unidos, sus cuadros con Lenin o Hitler, sus entrevistas con Franco…,
sus contradicciones.
Le digo a JR que tal vez AZ tenga razón, pero mi amigo me dice que
Dalí posee un poder de fascinación que excede el propio arte, incluso
las polémicas sobre sus gustos sexuales y políticos.
Dalí vivió y murió provocando, así que no le importará que le ponga
los cuernos al rostro que aparece en el folleto de la exposición.
(La merienda estuvo muy bien, y entablamos una agradable conversación con otras personas del grupo).
(Publicado en el Diario Progresista el 21 de junio de 2013)
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