viernes, 21 de junio de 2013

Dalí

El sábado pasado nos fuimos a cenar unos cuantos amigos después de la firma en la Feria del Libro de Madrid. La cervecería era agradable, y sobre todo lo era la compañía. En cierto momento comenté que la semana siguiente JR y yo íbamos a ir a la exposición del Reina Sofía sobre la obra de Dalí. Nos invitaban a un recorrido de hora y media sobre su significado más profundo, además de a una merienda en la cafetería del edificio nuevo.

La aparición del nombre de Dalí recuperó un diálogo, casi secular, entre AZ y yo. Los dos lo admiramos, aunque él considera que es mejor dibujante que pintor. A mí ese aspecto me es indiferente. Lo que me fascina de Dalí es su magia, sus contradicciones, su fuerza, su decadencia, su surrealismo, sus deseos de llamar la atención, incluso su vulgaridad.

Unos días después la excelente guía nos habló de la peculiar relación que mantuvo Dalí con su padre, empezando por el hecho de que este no registrara su nacimiento, y eso que era notario; unos meses antes había muerto otro Salvador Dalí y el futuro pintor vino a sustituirlo. Quizá por eso el recorrido se inicia con un retrato del padre, que terminó desheredándolo en 1929, el año en que Dalí viajó a París y se introdujo en el Surrealismo gracias a Miró. La exposición continúa con los conocidos cuadros de su hermana, sin que eso suponga ninguna interpretación freudiana, pues Dalí tan sólo la utilizaba como modelo de mujer. Eso sí cuando nos encontremos frente al cuadro de Guillermo Tell habrá que recordar que la manzana alude a la presión del padre.

El coqueteo con los “ismos” se produce en la Academia de San Fernando; luego llegan Cadaqués, Port Lligat, Figueras, el “Buñuel” de la Residencia de Estudiantes. El retrato del cineasta con las nubes que casi parecen navajas cerca del ojo corrobora la famosa polémica entre los dos artistas por la autoría original de la escena del ojo de “Un perro andaluz”.

Me interesan las “mutilaciones” de los amigos artistas, que en Dalí se representan con un cuerpo sin cabeza, en Lorca con un escritor sin manos y en Buñuel en una película con un personaje sin ojo.
La Teoría de la Relatividad, la influencia de Gala, el cine con Disney y Hitchcock… Su especial relación con Picasso. Su viaje a Estados Unidos, sus cuadros con Lenin o Hitler, sus entrevistas con Franco…, sus contradicciones.

Le digo a JR que tal vez AZ tenga razón, pero mi amigo me dice que Dalí posee un poder de fascinación que excede el propio arte, incluso las polémicas sobre sus gustos sexuales y políticos.

Dalí vivió y murió provocando, así que no le importará que le ponga los cuernos al rostro que aparece en el folleto de la exposición.

(La merienda estuvo muy bien, y entablamos una agradable conversación con otras personas del grupo).

(Publicado en el Diario Progresista el 21 de junio de 2013)

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