domingo, 16 de agosto de 2015

A la memoria de Rafael Chirbes, una historia sobre la literatura.

Ayer falleció, prematuramente, el autor de "La buena letra", "La larga marcha" y "Crematorio". Siempre que me preguntan qué autores españoles me gustan, es el primer nombre que me viene a la cabeza.

Sin embargo, como una de las virtudes de la literatura es hacernos felices, me apetece contar en este momento cómo una de sus novelas estrechó la amistad de un grupo de personas en la clase de "Crítica literaria en los medios de comunicación", de la Complutense. Ahí estábamos un magnífico profesor, Santos Alonso -que también nos dejó demasiado pronto-, mi amigo José Ángel (es el del medio de la foto) y yo, entre otros. 

Cada alumno tenía que hacer la crítica de una obra y someterse a la opinión de los demás. José Ángel eligió a Chirbes, y lo hizo con tanta pasión, elegancia y calidad que nadie cuestionó ni una coma. Eso sí, terminamos en la cafetería tomando cañas, con el propio profesor, y allí seguimos hablando de Chirbes. Este escritor se convirtió en el leitmotiv de aquella asignatura, y aún sigue saliendo en la conversación cuando quedo con José Ángel.

Va, por Chirbes, por Alonso, por José Ángel y por todos los que aman la literatura.

(Mi amigo José Zurriaga se nos ha colado en la foto, pero es que no he encontrado otra con él esta mañana).