Siempre que entro en un café me fijo en las personas que están
sentadas o apoyadas en la barra. Trato de imaginarme sus vidas, sus
amores, el argumento del libro que están leyendo y la persona con la que
hablan a través del móvil.
También observo los sitios vacíos, esos espacios que alguna vez estuvieron llenos de miradas y susurros.