jueves, 6 de agosto de 2015

Una silla vacía

Siempre que entro en un café me fijo en las personas que están sentadas o apoyadas en la barra. Trato de imaginarme sus vidas, sus amores, el argumento del libro que están leyendo y la persona con la que hablan a través del móvil.

También observo los sitios vacíos, esos espacios que alguna vez estuvieron llenos de miradas y susurros.

Ahí hay un tipo que no deja de mirar el reloj; es posible que la persona que espera no llegue a tiempo o no llegue nunca. Dentro de poco él también se levantará y se acercará lentamente a la puerta sin mirar atrás.