domingo, 26 de mayo de 2024

"Esa paz interior".


 
A veces me han dicho que soy un "trascendentalista", como el otro día mi amiga Gabriela Amorós Seller, poeta, profesora y doctora en Historia del Arte. Ayer me dio por pensar en ello tras sacarme esta fotografía y escuchar a Bach en el coche. ¿Es posible encontrar una conexión profunda con la Naturaleza y con nosotros mismos en un mundo tan tecnológico, me pregunté? El Trascendentalismo fue un movimiento filosófico y literario que surgió en Estados Unidos en el siglo XIX. Algunos de sus miembros fueron Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau (a quien dedicamos una tertulia en su día) y Margaret Fuller. Buscaban una forma de vida auténtica y espiritual, que estuviera alejada de las normas y las convenciones sociales impuestas por la sociedad industrializada de la época. Creían en la importancia de la intuición y de la experiencia personal como guías para comprender la verdad y encontrar así el significado en la vida. Valoraban la Naturaleza como una fuente de inspiración y sabiduría, y veían en ella un reflejo de la divinidad. No era tan solo un entorno físico, sino también un espacio sagrado donde podían conectar con lo trascendental. A través de la contemplación de la Naturaleza y la búsqueda de la soledad, creían que podían alcanzar una adecuada comprensión profunda de sí mismos y del mundo. Emerson escribió "La Naturaleza" y "El Estadista". Thoreau, por su parte, es conocido por su obra "Walden", en la que relata su experiencia viviendo en la Naturaleza de forma autosuficiente; este libro es una invitación a la reflexión sobre la vida sencilla, la libertad individual y la búsqueda de la verdad interior. Fuller escribió "La Mujer en el Siglo XIX", una de las primeras defensas de los derechos de las mujeres al abordar temas como la igualdad de género y la emancipación intelectual de la mujer.

De todas formas, me gusta la época que me ha tocado vivir, entre otras cosas porque es la mía. Como digo siempre a mis alumnos, pienso que la tecnología va a ayudar a salir de la pobreza a muchos países del mundo, entre ellos a los africanos, que sé de sobra que son el futuro de la humanidad.
 
Esto me lo dicen mi intuición y mi experiencia personal. Y la paz interior y la armonía mental.
 
Y luego está Bach, por supuesto, lo más cerca que se me ocurre de Dios. Escuchar a Bach en el coche es casi volar:
 

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