viernes, 26 de enero de 2018

Una de mis clases de economía.

Hoy no voy a hablar de literatura, sino que me apetece compartir con vosotros lo que podría ser una de mis clases de economía.

Siempre digo que vivimos en el mejor de los mundos posibles hasta ahora. Este estudio publicado por El País y realizado por el economista Max Roser, que trabaja en la Universidad de Oxford, ofrece datos interesantes que corroboran esta idea:

Está en consonancia, además, con la conferencia que dio ayer por la tarde en la Fundación Rafael del Pino de Madrid Johan Norberg, ensayista económico y Senior Fellow del Cato Institute (le hice esa foto).

Nuestra percepción puede decirnos que todo va mal, pero los datos indican que el mundo mejora y lo hace, en muchas ocasiones, para aquellos que se encuentran en un peor punto de partida: en casi todos los rincones del mundo la gente vive más años, con mayor prosperidad, más seguridad y mejor salud. Por supuesto, ni todos los problemas han sido resueltos ni todas las partes del mundo pueden compartir este optimismo. Pero en la mayoría de los casos sabemos, al menos, qué herramientas pueden ayudarnos; muchas veces, una tecnología tan simple como la que permite el acceso al agua potable y sistemas de fontanería domésticos puede marcar una enorme diferencia. La educación y la nutrición son también claves y constituyen indicadores que mejoran.

Ahí está nuestra responsabilidad de los países ricos con los pobres.

miércoles, 24 de enero de 2018

Nueva crítica sobre mi novela "Entrevías mon amour".

Mónica Ivulich, una crítica literaria nacida en el país de Cortázar, compara mi novela "Entrevías mon amour" con "Rayuela" y "Bonjour tristesse".

Ivulich es una de las responsables de la revista cultural argentina GUKA, de la que es codirectora en Argentina, México y Europa. Piensa escribir una crítica más convencional, pero ayer adelantó por este medio las siguientes palabras sobre mi novela:

"Cuando tenía 7 años tuve un sarampión impresionante, me picaba dentro de las orejas, entre los dedos de los pies, debajo y dentro de los párpados, el cuero cabelludo… mis padres habían oído que debían darme calor para que la erupción fuera rápida y curara lo más pronto posible, así que, además de la estufa, el pañuelo rojo en el cuello y las mantas, a mi padre se le ocurrió darme una pequeñísima copa de fernet, si… y puro.

Era la primera vez que permitían que yo probara alcohol. Cuando papá se fue a trabajar mi madre vino y vio que yo sorbía apenas el fernet y lo dejaba. Me dijo: -si no te gusta no te obligues a beber…- La miré sorprendida y respondí: - ¡al contrario! ¡Bebo de a poquito para que no se gaste!

Es lo que me ha pasado con la novela de Justo Sotelo “Entrevias, mon amour”. Leo un capítulo por día y me detengo a saborearlo. Por sus figuras literarias, las situaciones en que se ven comprometidos los protagonistas, las personalidades de cada uno, los recuerdos, historias, reflexiones…

Podría haberlo leído en uno o dos días, pero decidí conscientemente no hacerlo. Voy al paso y de la mano de Teo o de Judith, de cada personaje vestido o desnudado magistralmente por Justo.


Pronto terminaré y me dará pena abandonar esta trama, el lugar y a los amigos que he conocido en Entrevías…

Creo que, desde mi temprana juventud, cuando leí Rayuela o Bonjour tristesse, no había disfrutado tanto. En un par de días haré la nota en forma menos emocional y más seria, formal, pero, de todas maneras, estaré melancólica habiendo cerrado un libro extraordinario".

lunes, 22 de enero de 2018

sábado, 20 de enero de 2018

"I´m A Fool To Want You".

Camino por una calle medio a oscuras. Me detengo bajo una ventana abierta. Suena una melancólica música de jazz. Los visillos comienzan a moverse, vuelan sobre mí y acarician mi rostro. En seguida regresan a su sitio, aunque la música no se detiene: https://www.youtube.com/watch?v=vjV3V48q0D8. Miro hacia el otro lado de la calle. Un tipo de mediana edad, cansado, abraza a una mujer. Están sentados en la entrada de una casa. Ella parece ausente. En cierto momento se me queda mirando. Solo son unos instantes y no logro intuir si quiere decirme algo. Continúo mi camino. Después de todo no soy más que un escritor.

(Esta escena es casi real y ocurrió ayer por la noche tras ver una película del director suizo Alain Tanner en la Filmoteca. He despertado hace un rato y no dejo de pensar en esa pareja y en la canción de Chet Baker).

Es bonito que tus amigos actualicen tu biografía virtual cada cierto tiempo.

http://es.biblioteca-virtual.wikia.com/wiki/Justo_Sotelo_Navalpotro


miércoles, 17 de enero de 2018

Sobre el segundo concierto de Rachmaninov.

A veces el alma humana es un verdadero misterio, al menos para alguien que, como yo, se dedica a analizarla para así poder escribir.
"La bruma comenzaba a disiparse. Seguéi Rachmaninov ya no se encontraba dentro de la sala de conciertos, ni siquiera en la consulta del doctor Dahl. Estaba en mitad del océano, en un pequeño islote apenas más grande que sus pies. Le dijo al doctor lo que veía.

-Alce la mirada -le insistió Dahl-. ¿Qué se perfila en el horizonte? ¿No ve una costa rocosa? ¿Una tierra hostil a la mirada, pero muy probablemente acogedora en su interior?

-¡Sí, es cierto! ¡Está ahí!

-Pues salte del islote, Seguéi, y nade, no le importen las olas, ni el frío. Alcance la costa. Escriba ese concierto y volverá a ser quien siempre ha sido. Ya tiene el dolor cogido por la empuñadura. Arrójelo bien lejos, para siempre, de usted. Hemos vuelto y esta vez nos quedaremos allí.

Serguéi Rachmaninov se desprendió del dolor y lo lanzó al fondo del mar, donde se hundió sin dejar cicatrices en el agua. Comenzó a nadar con sus inmensas manos. Llegaría hasta la costa".

(Es un fragmento de las "Sinfonías de la mañana". Volumen 2. Martín Llade. Radio Clásica. RTVE. 2017).

La Sinfonía nº 1 de Rachamninov fue un fracaso y él cayó en una depresión. Decidió no volver a componer. Recuperó la fe en sí mismo gracias a la terapia que siguió con el doctor Nikolai Dahl y compuso una de las obras más bellas de la historia de la música (que dedicó al doctor, como puede leerse en la tercera foto que he puesto) y que nunca he dejado de escuchar, así como sus preludios para piano y su Sinfonía nº 2.

Esta versión de Anna Fedorova es espléndida:

https://www.youtube.com/watch?v=rEGOihjqO9w



¿Qué hemos leído estas Navidades?

El martes 15 de enero reanudamos la tertulia, a las 18.30, en la taberna del Café Gijón, calle Almirante 30, y he pedido a los tertulianos que hablemos de lo que cada cual haya leído estas últimas semanas.

Entre mis lecturas ha estado Kazuo Ishiguro. La primera vez que lo leí pensé que había dado con un escritor inteligente. Era "Nunca me abandones". Poco después leí dos novelas suyas más, "Un artista del mundo flotante" y "Los restos del día". En este último caso entendí por qué James Ivory había hecho su mejor película. Los Reyes Magos han dejado en casa su primera novela, "Pálida luz de las colinas", y un libro de relatos, "Nocturnos", y he vuelto a pensar lo mismo que la primera vez, a pesar de que el año pasado le hayan dado el Nobel.

Ishiguro escribe bien. En su literatura hay música, una cierta tristeza por el paso del tiempo, mucha imaginación y grandes dosis de desarraigo. Es japonés nacionalizado británico y eso se nota en sus personajes, que parecen ser de ninguna parte. No obstante, observo un enorme cariño por esos personajes. Tengo la impresión de que este tipo escribe porque es feliz, como me ocurre a mí.