Hoy no voy a hablar de literatura, sino que me apetece compartir con vosotros lo que podría ser una de mis clases de economía.
Siempre digo que vivimos en el mejor de los mundos posibles hasta
ahora. Este estudio publicado por El País y realizado por el economista
Max Roser, que trabaja en la Universidad de Oxford, ofrece datos
interesantes que corroboran esta idea:
Está en consonancia, además, con la conferencia que dio ayer por la
tarde en la Fundación Rafael del Pino de Madrid Johan Norberg, ensayista
económico y Senior Fellow del Cato Institute (le hice esa foto).
Nuestra percepción puede decirnos que todo va mal, pero los datos indican que el mundo mejora y lo hace, en muchas ocasiones, para aquellos que se encuentran en un peor punto de partida: en casi todos los rincones del mundo la gente vive más años, con mayor prosperidad, más seguridad y mejor salud. Por supuesto, ni todos los problemas han sido resueltos ni todas las partes del mundo pueden compartir este optimismo. Pero en la mayoría de los casos sabemos, al menos, qué herramientas pueden ayudarnos; muchas veces, una tecnología tan simple como la que permite el acceso al agua potable y sistemas de fontanería domésticos puede marcar una enorme diferencia. La educación y la nutrición son también claves y constituyen indicadores que mejoran.
Ahí está nuestra responsabilidad de los países ricos con los pobres.
Nuestra percepción puede decirnos que todo va mal, pero los datos indican que el mundo mejora y lo hace, en muchas ocasiones, para aquellos que se encuentran en un peor punto de partida: en casi todos los rincones del mundo la gente vive más años, con mayor prosperidad, más seguridad y mejor salud. Por supuesto, ni todos los problemas han sido resueltos ni todas las partes del mundo pueden compartir este optimismo. Pero en la mayoría de los casos sabemos, al menos, qué herramientas pueden ayudarnos; muchas veces, una tecnología tan simple como la que permite el acceso al agua potable y sistemas de fontanería domésticos puede marcar una enorme diferencia. La educación y la nutrición son también claves y constituyen indicadores que mejoran.
Ahí está nuestra responsabilidad de los países ricos con los pobres.
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