"¡Oh! Viajar a Venecia con una veinteañera
es discutir en el palacio Grassi
e insultarse con ganas sobre el puente de Rialto;
desplantes, malas caras y oír esto no me gusta
entre los atrios de San Giorgio Maggiore;
carreras, bofetadas por la plaza de San Marcos,
y terminar fumando solo en las terrazas
o en la cama de un hotel
ante el televisor.
Es maldecir a los Dogos,
aborrecer el agua,
los canales, los Tizianos, los Tiépolos,
los vidrios de Murano,
y llorar en los hombros de todos los gondoleros.
es discutir en el palacio Grassi
e insultarse con ganas sobre el puente de Rialto;
desplantes, malas caras y oír esto no me gusta
entre los atrios de San Giorgio Maggiore;
carreras, bofetadas por la plaza de San Marcos,
y terminar fumando solo en las terrazas
o en la cama de un hotel
ante el televisor.
Es maldecir a los Dogos,
aborrecer el agua,
los canales, los Tizianos, los Tiépolos,
los vidrios de Murano,
y llorar en los hombros de todos los gondoleros.
Solo se debe hacer ese viaje con mujeres
que pasen de cuarenta. Saben que en la vida
se va muy pocas veces a Venecia".
(Hace años Charo Fierro me habló de "Venecia", un poema que formaba parte de un libro del escritor vasco Iñaki Ezquerra, "A tu lado en Islandia". El martes 30 de enero lo comentamos antes de comenzar la tertulia que tuvimos con la escritora Ana Ares en la cripta del Café Gijón. Ana está en el centro de la foto y Charo a su derecha).
que pasen de cuarenta. Saben que en la vida
se va muy pocas veces a Venecia".
(Hace años Charo Fierro me habló de "Venecia", un poema que formaba parte de un libro del escritor vasco Iñaki Ezquerra, "A tu lado en Islandia". El martes 30 de enero lo comentamos antes de comenzar la tertulia que tuvimos con la escritora Ana Ares en la cripta del Café Gijón. Ana está en el centro de la foto y Charo a su derecha).
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