Ayer por la noche volvía de la tertulia del Café Gijón y me paré unos
instantes en la acera, a pesar del frío que hacía, porque desde un
coche se escuchaba una canción de Aznavour. El coche era negro, uno de
aquellos viejos coches que tanto me gustaban de joven, y que ya casi no
se ven.
Hoy me he despertado escuchando esa música de pintores y
poetas que viven, crean, pasean y aman alrededor de la Place du Tertre
en Montmartre, un lugar que nació para eso y donde a veces he comido y cenado. Esa canción va dirigida a todos los que amamos la vida, aunque sepamos que la bohemia ya no existe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario