"Inocentemente. Así comenzó. Cuando Katya Spivak tenía dieciséis años y Marcus Kidder sesenta y ocho.
Por la Ocean Avenue de Bayhead Harbor, Nueva Jersey, en medio del
espeso letargo de final de la mañana, Katya paseaba en su silla al bebé
de diez meses de los Engelhardt y llevaba de la mano a la hija de tres
años, Tricia, por delante de la sucesión de tiendas deslumbrantes y
maravillosas por las que era famosa la avenida -Brida Shoppe, Bootery,
Wicker House, Ralph Lauren, Lily
Pulitzer, Crowne Jewels, Place Setting, Pandora’s Gift Box, Prim Rose
Lane Lingerie & Night- cuando, mientras se detenía a contemplar el
escaparate de Prim Rose Lane, sonó una voz inesperada en su oído:
-¿Y si pudieras escoger, si pudieras cumplir tu deseo?
Lo que advirtió fue la pintoresca expresión, tu deseo. Tu deseo, como en un cuento de hadas.
A sus dieciséis años, era demasiado mayor para creer en cuentos de hadas, pero sí creía en lo que podía prometer una agradable voz masculina que le preguntaba cuál era "su deseo".
Con una sonrisa se volvió hacia él (...)
Tenía los ojos de color azul acero, con unas arrugas causadas por décadas de sonreír. Como una figura romántica en un musical de los viejos tiempos de Hollywood -¿Fred Astaire? ¿Gene Kelly?-, incluso se apoyaba en un bastón de ébano tallado.
-¡Bueno! Estoy esperando, querida. ¿Cuál es tu deseo?"
(Este es el principio de la novela corta de Joyce Carol Oates "Una hermosa doncella", Alfaguara, 2011. Oates es una de las escritoras norteamericanas actuales que me interesan y a la que, supongo, terminarán dando el Nobel, como a Murakami, aunque ya se sabe lo que son los premios. Su novela es un perverso cuento de hadas entre una chica de 16 años y un tipo maduro de 68 años, como en el cuento de Caperucita, con la diferencia de que en esta historia los papeles están cambiados. A la vez he terminado de leer otra suya, "Rey de picas", de 2016, y que parece una novela policiaca, algo que soy incapaz de aguantar, pero que resulta ser una reflexión divertida sobre el papel del doble en la literatura).
(Por cierto, según las noticias de la tele, esa foto de Nueva York debe de estar hoy completamente nevada debido al temporal que lo está dejando todo blanco en ese país).
Lo que advirtió fue la pintoresca expresión, tu deseo. Tu deseo, como en un cuento de hadas.
A sus dieciséis años, era demasiado mayor para creer en cuentos de hadas, pero sí creía en lo que podía prometer una agradable voz masculina que le preguntaba cuál era "su deseo".
Con una sonrisa se volvió hacia él (...)
Tenía los ojos de color azul acero, con unas arrugas causadas por décadas de sonreír. Como una figura romántica en un musical de los viejos tiempos de Hollywood -¿Fred Astaire? ¿Gene Kelly?-, incluso se apoyaba en un bastón de ébano tallado.
-¡Bueno! Estoy esperando, querida. ¿Cuál es tu deseo?"
(Este es el principio de la novela corta de Joyce Carol Oates "Una hermosa doncella", Alfaguara, 2011. Oates es una de las escritoras norteamericanas actuales que me interesan y a la que, supongo, terminarán dando el Nobel, como a Murakami, aunque ya se sabe lo que son los premios. Su novela es un perverso cuento de hadas entre una chica de 16 años y un tipo maduro de 68 años, como en el cuento de Caperucita, con la diferencia de que en esta historia los papeles están cambiados. A la vez he terminado de leer otra suya, "Rey de picas", de 2016, y que parece una novela policiaca, algo que soy incapaz de aguantar, pero que resulta ser una reflexión divertida sobre el papel del doble en la literatura).
(Por cierto, según las noticias de la tele, esa foto de Nueva York debe de estar hoy completamente nevada debido al temporal que lo está dejando todo blanco en ese país).
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