Lo bueno de tener un íntimo amigo cura es que sabes que puedes ir al cielo fácilmente, aunque seas un pecador, jeje. Ayer me fui a verlo. Ha pasado de los noventa años, pero le pillé arreglándose para ir a dar misa. Tras contarnos el verano por encima, nos pusimos a hablar de chicas. No sé cómo llegamos a ello, pero en cierto momento de la conversación le dije que con su apostura seguro que tenía que haber enamorado a un montón de mujeres a lo largo de su vida, desde la castidad, claro, jeje, como buen cura vasco. Él me dijo entonces que eso era lo que me había ocurrido a mí, y que llegaría a los 80 años y las mujeres seguirían enamorándose de mí (compartimos despacho en la Universidad muchos años).
Siempre me han gustado las personas como Javier, con esas ganas de vivir, que siguen leyendo a cualquier edad y que se mueven con pasión. Antes de irme de su casa nos pusimos a cantar "Maitechu mía". Y ahora vuelvo a cantarla mientras me tomo el primer café de la mañana, como si yo fuera Plácido Domingo en un plácido sábado de verano:
Sí, quizá Javier tenga razón y el sueño de cualquier escritor, en realidad, sea ligar, jeje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario