sábado, 1 de octubre de 2011

Posmodernidad literaria (III)

El discurso narrativo se encuentra sometido en la actualidad a un juego especular caracterizado por la continua manipulación de las convenciones de la ficción, el uso y abuso de la metaficción y de la transtextualidad.

Las obras se convierten en polifonías textuales cuando, además de la suya, resuenan otras voces, otros lenguajes ajenos. La conciencia es esencialmente dialógica; la idea adquiere sentido al relacionarse con ideas ajenas. En la novela, sobre todo, el autor es consciente de que el mundo está saturado de palabras ajenas, entre las que tiene que lograr su propia palabra. La metaficción recuerda al lector que está ante una obra de ficción, y se trata de jugar con la relación entre la distinción tradicional de ficción y realidad.

No hay fronteras entre la alta y la baja cultura, sino una estética publicitaria y un diseño de cómic. Los escritores y lectores entran y salen, continuamente, de la ficción en ese juego metaficcional. Con estos procedimientos se puede llegar a la ruina del mecanismo mismo de la construcción ficcional, aunque la literatura transforma ese problema en una verdadera conquista.

Según Lyotard, el eclecticismo es el grado cero de la cultura general contemporánea. Así, al mediodía comemos tranquilamente en un McDonalds, mientras que por la noche elegimos un plato de cocina local. A pesar de que vivamos en Tokio, nos perfumamos como en París, y oímos “reggae” o miramos un western. Al lector se le pide su participación y se le asegura que si la lleva a cabo disfrutará realmente con el relato. Teniendo en cuenta que la novela ya había fagocitado muchos géneros literarios, ahora reparte esas funciones entre la narración lírica, la narración filosófica, el pastiche fantástico o la crónica autobiográfica o de viajes. ¿Ya no existe la posibilidad de una obra que sea todas estas cosas a la vez?

Un aspecto que no debe olvidarse es que el lector está condicionado por la cambiante información de los medios de comunicación, pero a este aspecto le dedicaré el próximo artículo.

(Publicado en el Diario Progresista, el 30 de Septiembre de 2011)

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