viernes, 30 de noviembre de 2012

La mujer es inferior al hombre en todas las religiones

El título de este artículo es una frase que leí de la escritora egipcia Nawal El Saadawi durante una entrevista publicada en un periódico. Nada más leerla pensé que el problema de la discriminación entre los seres humanos es siempre una cuestión de poder.

Discrimina el que puede hacerlo, porque considera inferiores a las personas del otro sexo, de otra raza, de otra condición sexual y económica. En Occidente todavía existen diferencias salariales entre hombres y mujeres, y se explota sexualmente a niños, mujeres, extranjeros y pobres.
Algunas culturas aceptan que la religión únicamente tiene sentido (si es que lo tiene a estas alturas de la historia) desde el ámbito privado, y no puede ser estatal. Es increíble que tengamos que recordar estas cosas, después de lo que escribieron los ilustrados del siglo XVIII o de los libros de Schopenhauer, Nietzsche y otros intelectuales, pero ciertas personas siguen siendo testarudas.

Debería recordarse que en la India, los hindúes son personas bondadosas, sencillas, honradas, incluso diligentes, entre otras cosas porque su religión es personal y no una cuestión del estado. Ellos tienen otros problemas, por supuesto, como el retraso económico o el de las castas, que aún influye en sus costumbres a pesar de estar abolido, pero, espiritualmente, son más libres que muchos cristianos, budistas, judíos o musulmanes (como advirtió Pasolini durante su estancia en ese país, y que plasmó en “El olor de la India”). Algo similar apuntó el orientalista Mircea Eliade en su libro “La India”, donde señaló que “casi siempre se olvida que la India conoce, antes que nada, una desigualdad individual, no social. Los hombres son distintos porque distintas son sus energías kármicas”.

En España (y en Occidente en general), la gran revolución de las últimas décadas del siglo XX la hicieron las mujeres, ayudadas, como es lógico, por acontecimientos importantes como la incorporación de nuestro país a la Unión Europea y los gobiernos democráticos, sobre todo de Felipe González. La independencia económica, la posibilidad del divorcio y el uso de la píldora, la necesidad de una mayor exigencia educativa y cultural…, son aspectos que han ayudado a la independencia de la mujer en nuestra sociedad. Pasolini señaló, refiriéndose a los indios, que sus “santones no son peligrosos”, insistiendo en la desvinculación entre la religión y el estado. En muchos aspectos tendríamos que aprender de ellos.

(Publicado en el Diario Progresista el 30 de octubre de 2012).

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