viernes, 22 de enero de 2016

Ser profesor es la profesión más bonita que conozco.

Dentro de un aula he viajado a más sitios incluso que leyendo, escribiendo y subiéndome a coches, trenes y aviones. Hablando con mis alumnos, mirándolos a los ojos, riéndome con ellos, enseñándoles y aprendiendo de ellos. La mayor aventura que conozco es crecer física y espiritualmente con los demás.

En un aula, siendo un crío, conocí a un profesor que nos explicaba lengua y literatura, francés, historia, filosofía y religión. A la hora de hacer un examen final en lengua me pidió que le escribiera un cuento, solo eso. Creo que empecé a escribir con 11 años gracias a ello.

En mi novela "Vivir es ver pasar" (pag. 63 y ss.) lo convertí en personaje.

"César permaneció en la sala de espera exprimiendo la operación quirúrgica, "a vida o muerte", de su antiguo maestro. Jesús Plaza había ingresado casi muerto en el Hospital, como la memoria del poeta, como su corazón (o el de Paula). En poco tiempo consiguió recordar demasiadas cosas, hasta las que aún no había vivido. Jesús Plaza y el número telefónico de su casa, de su juventud, el pretexto para la iniciación en la belleza de la música, de la literatura, de la vida.
- Siempre debéis tener un diccionario encima de la mesa cuando os pongáis a estudiar.
- Buscad el origen de las cosas.
- No se discute acerca de una brisa primaveral, se fortalece uno cuando la encuentra.
- La música clásica tarda en entenderse, más que ninguna otra; pero es también la útima que se olvida.
Estas y otras frases habían recorrido kilómetros y años acompañando a César. Al principio no sabía quiénes eran Ezra Pound y Baudelaire, quizá ahora tampoco, aunque no importe demasiado. Ha aprendido que la belleza es patrimonio de la humanidad, y de la imaginación, aunque todavía continúe sintiéndose solo (Paula y Mara ya para siempre en su alma)..."

(El dibujo de portada de esa novela es del pintor Antonio Zaballos Suárez Zaballoss).