"Los neurólogos investigan, los escritores escribís y los demás sentimos", dijo mi querida Silvia López el otro día en mi post sobre el efecto de las lágrimas en la vida.
Ayer leí el comentario en el móvil sentado en una playa sin apenas
gente (se supone que es de nudistas, pero cada vez la invaden más tipos
con ropa). Tiré una piedra al mar y vi cómo hacía un extraño y se
mantenía en la superficie durante unos cuantos metros, como si estuviera
corriendo sobre ella.
Me "vestí"
entonces tanto con la ropa del científico como del novelista. La
ciencia puede explicar en profundidad el efecto "físico" que se había
producido con la piedra, pero no podrá decir cuáles habían sido mis
sensaciones ante la contemplación de aquel fenómeno tan curioso y
sorprendente.
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