domingo, 29 de junio de 2025

"En realidad no valgo para héroe seductor y romántico".


 
Hace un tiempo el escritor Vicente Quijano comentó que se iba a leer mi último libro, "Un hombre que se parecía a Al Pacino", y buscar mi parecido con Al Pacino. Vería también "Melodía de seducción", una película policíaca de 1989, para recordar el enfrentamiento del actor con la enigmática Ellen Barkin; entre los dos saltaban chispas en la pantalla. El título original era "Sea of love", ya que seguía la canción de Phil Phillips:
 
Y ahí estoy yo, paseándome por el mundo con mi gatita a cuestas y parándome delante de las escasas librerías que van quedando en cada ciudad que visito. ¿A quién va a seducir un tipo que se pasa la vida leyendo y escribiendo libros, y encima viaja con su mascota que tiene el nombre de Ana Frank, uno de los nombres que representan la inocencia y la resistencia a las dictaduras y el totalitarismo? Ante este panorama cómo se iba a fijar la chica guapa en un escritor en sandalias y pantalones cortos:
 

sábado, 28 de junio de 2025

"Viajando el tiempo de la vida y la literatura".


 
Ayer viajé muchos kilómetros para pasear sobre unas ruinas romanas que después se convirtieron en visigodas y por último en románicas, que me llevaron bajo tierra (en la fotografía). Me gusta acariciar cada piedra que ha servido para edificar la historia de la humanidad y que termina en mi pequeña historia sobre el mundo. Como me gusta leer los libros bien escritos que me llevan igualmente a lo largo de la vida y la literatura. Estos días he leído la última novela de la profesora y escritora murciana Milagros López, que ya estuvo hace un tiempo en nuestra tertulia on line hablándonos de su novela distópica sobre la Manga del Mar Menor. En el coche sonaba un vals todo el tiempo. La estructura básica del vals se define, como sabemos, por su compás de 3/4, es decir, tres tiempos por compás, lo que supone un patrón rítmico de fuerte-débil-débil (o contando "uno-dos-tres") que le da su sensación de movimiento fluido y giratorio. En esta estructura, la melodía y la armonía pueden variar, pero el ritmo básico permanece constante:
 
 
Milagros recuerda en la página 293 de "La trayectoria de los cuerpos" (2025, editorial Verbum) lo que dice el Bhagavad Gita 2-13, ya en el siglo VI-III a. C., cuya edición original busqué cuando viajé a la India, pues el Mahabharata y el Ramayana siempre me han acompañado y los estudié con deleite en un curso que hice en Casa Asia: "Al igual que el alma experimenta la infancia, la juventud y la vejez, sin verse afectada por las mutaciones de este cuerpo; así también tomará también otro cuerpo después de la muerte. El hombre sabio no duda que esto es así". La novela de Milagros aplica esta idea en las tres historias de amor impregnadas de literatura en sus páginas y es, eso, la literatura lo que convierte en inmortal el amor en el siglo XXI, el XX y el XIX. Vamos hacia atrás en el tiempo y a la vez hacia adelante, y giramos como el vals. Y me encuentro el mundo actual de Murcia y la Universidad, y el Grupo de Bloomsbury de Virginia Woolf e incluso resonancias de "Jane Eyre" de Charlotte Brontë y el del "Ancho mar de los Sargazos" de Jean Rhys, aunque Milagros quizá no lo sepa. El compás además alude al territorio de un monasterio y el espacio que le rodea, uno de los lugares que mantuvieron la cultura en la Edad Media y ha llegado hasta mí. 
 
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A media tarde siempre detengo el coche para tomarme una horchata o un helado, como ayer de leche merengada. Al final yo también me convierto en un helado.
 
¿No seré ya un dulce de leche, jeje?

viernes, 27 de junio de 2025

"¿Qué es la alegría?"


 
Supongo que, entre otras cosas, es pasarte la tarde y la vida con un amigo como Javier, mi cura vasco favorito, lo que te permite hablar de cosas que ocurrieron hace treinta años y otras que ocurren ahora mismo. Y, por supuesto, conseguir un lugar en el cielo ya que Javier reza todos los días por ti. 
 
Alegría es leer cada día los comentarios inteligentes, lúcidos y cariñosos de tus amigos y amigas de las redes sociales, como este del poeta de Zaragoza Miguel Ángel Yusta: 
 
"Escribir es vivir", dijo José Luis Sampedro, y "Llevar una vida literaria es convertir todo en literatura", ha dicho Justo Sotelo. Dos grandes". 
 
Recuerdo cuando invité a Sampedro a mi tertulia. Además de hablar de sus grandes libros, "Octubre, octubre", "La vieja sirena" o "La sonrisa etrusca", nos dio toda una lección de lo que es la alegría de vivir, lo que le llevó hasta los noventa y tantos años defendiendo los grandes ideales de los seres humanos.
 
Alegría es leer estas palabras de la asturiana Isabel Menendez mientras abro los ojos, me quito las legañas, me tomo el primer café de esta hermosa mañana de verano y escucho cómo cantan los pájaros que vuelan alocadamente de un sitio para otro, en libertad, otra de las grandes causas de la alegría: "Siempre sorprendente. Siempre maravilloso . Ese es Justo".
 
Alegría es volver al circo y escuchar esta canción:

jueves, 26 de junio de 2025

"Ayer se presentó el musical Oliver Twist en La Latina".


 
Amanece suavemente en mi mundo, escucho los pájaros del cielo y me pongo a escribir.
 
El dramaturgo Pedro Víllora me dio clase de Texto Dramático cuando hice la carrera de Teoría de la Literatura en la Complutense; también ha dado clase a algunas actrices amigas en la RESAD, la Escuela de Arte Dramático al lado del Retiro. A veces nos encontramos por la calle y en las redes sociales. Este domingo termina en La Latina su adaptación de "Los chicos del coro":
 
Y en noviembre estrenará su adaptación de la novela de Dickens con música del argentino Gerardo Gardelin. Ayer se presentó en Madrid al mediodía, hablaron todos los responsables y nos adelantaron tres números de la obra. La primera fotografía es de unos minutos antes con un teatro lleno. Hablo a menudo a mis alumnos de las novelas de Dickens, un escritor preocupado por las condiciones de vida de los niños más pobres en la Inglaterra victoriana, casi como un respaldo literario al naciente Welfare State. Dice Pedro (en la segunda fotografía) que este es el musical de los niños olvidados, de los que no tienen quien vele por ellos, que están a nuestro alrededor con su dolor y su tristeza y que tienden a pasar inadvertidos. Tenemos que admitir que los adultos no siempre vemos la miseria, la soledad, el acoso, ni advertimos las señales con las que ellos expresan su angustia y dificultades.
 
Los niños lo que quieren es cariño, como los adultos:
 
Sí, cantan los pájaros y me gusta escucharlos.
 

 
 

 

miércoles, 25 de junio de 2025

"Llevar una vida literaria es convertirlo todo en literatura".


 
De esto quería que le hablara ayer por la tarde el escritor e ingeniero Peter Redwhite. Y por eso me subí al Metro en una tarde calurosa que amenazaba tormenta y me acerqué a una cafetería de su barrio. Peter escribe una literatura que me interesa, posmoderna, casi pos contemporánea, que mezcla los géneros y todas las herramientas que tenemos los escritores a nuestro alcance. Ahora está pensando escribir un ensayo sobre cómo convertir la vida en literatura y quería que tuviéramos una conversación al respecto. Siempre dice de mí que soy el ejemplo perfecto en ese sentido. Aunque esto lo hemos hablado ya en nuestra tertulia, le empecé a decir que el escritor, el artista es un tipo singular que mira la vida de otra manera. Ese es el primer mandamiento del artista, saber mirar para poder "ver" lo que nadie ve. Durante dos horas le hablé de mí, de mi vida, de lo que yo pienso que es ser escritor y él iba tomando notas. Ya nos habíamos ido cuando la camarera que sacó la fotografía vino corriendo detrás de nosotros porque Peter se había dejado el paraguas.
 
Siempre he pensado que eso es la literatura o al menos la manera en la que a mí me gusta vivir mi vida literaria, que Audrey Hepburn corra en mi busca para encontrar el gato y darme un beso:
 

martes, 24 de junio de 2025

"Alumnos que ya son ex alumnos y lágrimas en la lluvia".


 

El otro día me encontré en una cafetería a varios de los jóvenes de esa fotografía que nos sacamos a finales del año pasado. Nada más verme, sonrieron y se acercaron a mí. Me dijeron que me echaban de menos, y yo les dije que a mí me ocurría lo mismo. Suele decirse que los seres humanos solo recordamos a los demás dos generaciones, y que a partir de ahí no somos más que lágrimas en la lluvia, como nos cuenta "Blade Runner":

https://www.youtube.com/watch?v=qKpMFMiRkBI

El personaje de Harrison Ford se llama Rick Deckard, en clara alusión a Descartes (que es como se pronunica en francés). "Pienso, luego existo", nos dice el filósofo. Sí, es esa capacidad de pensar la que nos convierte en humanos. Y por eso necesitamos tener recuerdos, que es la cualidad esencial que les falta a las máquinas, por mucho que la IA se desarrolle hasta el infinito.

Me gustaría quedarme en los recuerdos de mis alumnos, mientras suena esta música:

https://www.youtube.com/watch?v=A03x9uw25kI

Quedarte en tus recuerdos.

lunes, 23 de junio de 2025

"Esta obra se estrenó hace 150 años y fue un escándalo".

 


La vi ayer en el teatro Fernán Gómez de la Plaza de Colón. "Casa de Muñecas" (1879), de Henrik Ibsen, es una obra pionera que explora asuntos interesantes y actuales como las expectativas sociales, los roles de género y la identidad individual dentro de los límites de un matrimonio perfecto. Estamos en Navidad. Nora Helmer entra en su elegante sala de estar -escenario de la obra- con varios paquetes. Su esposo, Torvald Helmer, sale del estudio al oírla llegar. La saluda con cariño y alegría, pero luego la regaña por gastar tanto dinero en regalos. Su conversación revela que los Helmer han tenido que ser cautelosos con el dinero durante muchos años, pero que Torvald ha logrado recientemente un nuevo puesto en el banco donde trabaja, lo que les permitirá una vida más cómoda. Helene, la criada, anuncia que el querido amigo de los Helmer, el Dr. Rank, ha venido de visita. Al mismo tiempo, llega otra visita, esta vez desconocida. Para gran sorpresa de Nora, Kristine Linde, una antigua compañera de colegio, entra en la habitación. No se han visto en años y se cuentan su vida. Nora confiesa que Torvald enfermó y tuvieron que viajar a Italia para visitar a un médico. Ella tuvo que pedir prestado dinero ilegalmente para ese viaje. Durante años, revela Nora, ha trabajado y ahorrado en secreto, pagando poco a poco la deuda. Y aquí dejo el argumento de una obra perfecta, un ejemplo clave de realismo y de critica a la naturaleza restrictiva de la sociedad, en particular para las mujeres, a través del personaje de Nora. La obra desafía los roles tradicionales asignados a hombres y mujeres en el matrimonio, la desigualdad y limitaciones impuestas a las mujeres. El viaje de Nora es un viaje de autodescubrimiento, al comprender su necesidad de liberarse de las expectativas sociales y encontrar su propia identidad.

Dicho todo esto, la puesta en escena es un poco infantil (algo que observo últimamente en películas, programas de TV, redes sociales, etc.) pues cambia los nombres de algunos personajes para hacerlos más actuales, introduce los móviles como si los usaran políticos que se graban unos a otros y acorta su duración, además de complicar el argumento. Cuando voy al teatro o leo un libro o intento escribirlo yo, no tengo ninguna prisa, quiero profundizar en todo ello, entenderlo y asimilarlo. Necesito crearme los recuerdos de los personajes y vivir con ellos durante un par de horas, no que me los expliquen como si tuviera diez años (aunque me haga fotos en el hall del teatro que lo parecen, jeje).

Estas son algunas escenas:

https://www.youtube.com/watch?v=MfFtZBuWouE

Como ya he contado, esta Nora inspiró en parte a la protagonista de "Las mentiras inexactas" (2012), una profesora de literatura de la Universidad Complutense que se enamora de un joven librero al que dobla la edad. La banda sonora de mi novela es de Jethro Tull, ya que la portada del disco está colgada en la puerta de la librería de la Plaza Santa donde transcurre la historia:

https://www.youtube.com/playlist?list=OLAK5uy_mh1h77B5MWPheIzdy3mA_PtEr8yC-JorI

domingo, 22 de junio de 2025

"Eres un disidente".


 
Me gusta sentarme en la terracita del Círculo de Bellas Artes, como ayer por la mañana cuando me saqué esta fotografía, y escribir o reescribir mientras observo a la gente paseando, escucho el ruido de los coches, contemplo el azul del cielo de Madrid, que es como el mar.
 
"Soy la chica que apenas pisaba la calle y nunca pudo tomar café. Pero conoció a Justo Sotelo y el mar", me dice Eu Bandera.
 
"Eres un hombre fuera de lo común, un hombre del Renacimiento del siglo XXI. Y la prueba es esa actitud tuya tan humanista, filosófica, científica y artística con la vida y tus amigos y conocidos. Pero lo mejor de todo es que eres un disidente y rompedor de la vulgaridad y el mal gusto", añade Marga Escudero.
 
"Se te ama precisamente porque das a manos llenas lo que tienes, que es tanto y tanto, y lo das como si nada, y esa generosidad y ese calor que le pones vuelve con verdad que es algo que completa al amor", dice Isabel Sifre.
 
Leo, escucho, pienso, escribo y reescribo, esto es lo que más hago. Visito pocos lugares cuando viajo. Prefiero sentarme en las terrazas y los cafés, incluso en las cafeterías de los museos, y observar los rostros y el comportamiento de la gente. Mis novelas y cuentos son de personajes y sobre todo de lenguaje, y no tanto de sitios, paisajes y adjetivos. Necesito sumergirme en el interior de las personas. Por ese motivo me gusta Henry James, que escribe unas novelas donde parece que esté escrutando en los rostros de la gente para conocer su interior. Y está la música. Paqui Arias me da los buenos días con una fotografía de los acantilados de Moher, que están en el oeste de Irlanda y he caminado tantas veces. 
 
Me gusta meterme en las tabernas irlandesas y escuchar música y mirar a la gente, como en Galway, donde nació la mujer de Joyce y usé en parte para perfilar los rasgos de Nora Barrios, la protagonista de mi novela "Las mentiras inexactas", junto a dos Noras más, el gran amor imposible de Borges, Norah Lange, y la protagonista de "Casa de muñecas", la obra de Ibsen que veré este domingo en el teatro, una de las primeras obras verdaderamente feministas de la literatura:
 
Y ahora me voy de paseo por esos mundos de Dios, porque todo es literatura y me gusta la gente.

"Nace el verano como nace el conocimiento".


 
Ayer me fui en busca del "Studium Generale" de Palencia, la primera Universidad de España, fundada en 1208 por Alfonso VIII de Castilla, a partir de las escuelas catedralicias de la ciudad, que existían desde varias décadas antes, situándola a la altura de las Universidades más antiguas de Europa, Bolonia, París, Oxford y Cambridge. Duró poco y desapareció en 1250, cuando se trasladó a Salamanca, que se había creado en 1218. No quedan restos físicos de aquel edificio histórico, como tampoco de la casa de Santo Domingo de Guzmán (en la foto), donde se considera que estuvo la Universidad. También estudiaron en Palencia Gonzalo de Berceo y San Telmo o Pedro Telmo, patrón de los marineros, al que Buenos Aires dedica uno de sus barrios más conocidos, y se impartieron el Trivium (Gramática, Retórica y Lógica) y el Quadrivium (Aritmética, Geometría, Astronomía y Música), en las otras fotografías, además de Derecho. Es decir, un banquete para alguien que, como yo, pondría toda la vida en su carné de identidad que es estudiante. Y leo que la Universidad de Valladolid se creó en 1241 (en su Campus de la Yutera en Palencia terminé dando yo una conferencia en el siglo XXI), la de Lleida en 1300 (que igualmente muchos años más tarde me publicó junto a Pagés Editors mi último libro, "Un hombre que se parecía a Al Pacino", gracias a la gentileza de la catedrática de literatura Angels Santa Bañeres), la de Huesca en 1354, la de Barcelona en 1450, la de Santiago de Compostela en 1495, la de Alcalá de Henares-Universidad Complutense en 1499, la de Valencia en 1501, la de Sevilla en 1505, la de Granada en 1531, la de Zaragoza en 1542, la de Osuna en 1548 y la de Orihuela 1552, entre otras posteriores.
 
Por los campos de Castilla sonaba en el coche la Tercera sinfonía de Mahler, el gran humanista entre los compositores, que incluye un poema de Nietzsche:
 
"¡Oh, hombre!"
(Así habló Zaratustra).
 
¡Oh, hombre! ¡Atento!
¿Qué dice la profunda medianoche?
Yo dormía —,
De un profundo sueño me desperté: —
El mundo es profundo,
Y más profundo de lo que el día pensó.
 
¡Oh, hombre! ¡Atento!
Profundo es su dolor —,
El placer — más profundo aún que la pena:
El dolor dice: ¡Pasa!
Pero todo placer quiere eternidad —,
— ¡quiere profunda, profunda eternidad! 
 
El dios Pan se despierta, empieza el verano y nos cuenta a Mahler y a mí lo que dicen las flores del prado, los animales del bosque, el hombre, los ángeles y el amor:
 

viernes, 20 de junio de 2025

"El Bloomsday de Joyce".


 
Cada 16 de junio se celebra el Boomsday, el día del protagonista del "Ulises" de Joyce, que es cuando transcurre la novela (16 de junio de 1904), lo que se viene celebrando en todo el mundo literario desde 1954. 
 
Ayer hice mi propia celebración.
 
Joyce no es un escritor sencillo ni superficial, y por eso me interesa. Es de esos escritores que me reta a saber antes de leerlo, a estudiar y reflexionar, por ejemplo, en la obra de Santo Tomás de Aquino para comprender cómo "construyó" sus libros, y conocer su interesante idea de las "epifanías", que son a las que ayer dediqué unas cuantas horas y han sido publicadas por la editorial Interzona en 2024, con prólogo y notas de Carlos Gamerro y traducción de Marcelo Zabaloy. El breve ensayo, que llegó a mis manos como un regalo en el pasado "Día del Libro", no tiene desperdicio, y por eso al abrir sus páginas intuyo que voy a encontrar el análisis de "Dublineses", el "Retrato del artista adolescente" y "Ulises". Estudiar, uno a uno, los cuentos del libro "más sencillo" de Joyce es un placer intelectual, ya que ninguno está escrito por las buenas, sino que además de Chéjov y Poe te vas a encontrar los conocimientos del autor para aplicar toda la historia de la literatura en sus páginas. No me resultó fácil leer "Ulises" en su momento, aunque decidí que no tenía otra cosa mejor que hacer si no me quería perder la novela más importante del siglo XX y una de las mayores de la historia. Aún recuerdo que lo acabé en la cafetería del Trinity College de Dublín. Tal vez necesitara caminar sobre las pisadas que dejó Joyce, casi como una ceremonia casi mística para hacerlo. Después lo he vuelto a leer dos veces y sé que nunca seré capaz de desentrañar todos los secretos que hay en él. Cuando ya era catedrático de Economía y me dio por hacer la carrera de Teoría de la Literatura, el Doctorado sobre Murakami y dos másteres de literatura española y estudios literarios, me apunté a una asignatura de la Complutense que se llamaba "Proust, Joyce y Kafka", para ver si me contaban algo nuevo sobre los tres. 
 
Y aquí sigo, recordando mis paseos por Dublín, Galway y Triestre con Joyce (y Paqui) de la mano, disfrutando de la vida y del primer café, con una de las escenas más hermosas del cine y la doble epifanía del último cuento de "Dublineses", cuando el protagonista descubre que su mujer no le quería como creía y continúa amando a otro, que murió hace tantos años.
 
Nieva sobre Irlanda, sobre el Universo:
 

jueves, 19 de junio de 2025

"La escalera del conocimiento".


 
"Eres tan normal que casi te veo irreal". Me dijo en el post de ayer la toledana Mayka Maqueda Molero. Mientras me tomo el primer café de la mañana, aprovecho para agradecer todos los comentarios, tan inteligentes como cariñosos, que me escribisteis. Mayka, además de leerse el verano pasado "Un hombre que se parecía a Al Pacino", me regala mazapán todas las Navidades pues sabe que soy muy goloso. Y después añadió: "Ese clasismo engreído de algunos escritores no existe en ti". Me parecen palabras hermosas, la verdad. Toda mi vida me la he pasado en busca del conocimiento, así que no puedo ser ni engreído ni envidioso. En este sentido el otro día me encontré una escalera de la Universidad de Salamanca que resume a la perfección esa idea, y le saqué una foto. Es una escalera de estilo renacentista del siglo XVI. Evoca el camino a seguir por un estudiante para lograr el conocimiento y la sabiduría. Y simboliza las tres etapas de la vida, juventud, madurez y vejez, representando la prudencia y el tiempo. En el primer relieve aparecen los bailes de moros y cristianos, en su alusión a la vida lúdica y jocosa de la época juvenil. El segundo se enfoca en la madurez con la dualidad entre el amor lascivo y el amor matrimonial. En el último tramo encontramos la vejez, donde el alma domina al cuerpo y el saber acaba imponiéndose.
 
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Dentro de un rato me iré a un examen escuchando una de las obras más bellas del siglo XX, de Ralph Vaugan Williams (Gloucestershire, 1872-Londres, 1958) basada en una obra renacentista de Thomas Tallis (Kent, 1505-Greenwich, 1585). Me refiero a "La fantasía sobre un tema de Tallis". No tiene sentido ser engreído ni vanidoso porque los seres humanos somos la suma del tiempo:
 
 
Sí, Mayka, soy todos los que me han precedido.

miércoles, 18 de junio de 2025

"Y luego me quejo de que engordo, jeje".


 
Porque de vez en cuando desayuno un chocolate con churros en la cafetería Valor de Callao, en el centro de Madrid. Y me acuerdo de la playa de nudistas de L'Esparrelló, en Villajoyosa, en Alicante, donde he tomado el fresco alguna vez. Villajoyosa y el chocolate se unieron ya desde el siglo XVII. La tradición marinera que tiene esta localidad alicantina con la rutas y travesías pesqueras con América facilitaron la llegada de cacao, salazones, almendras y más productos exóticos. No es extraño que el primer chocolatero de Villajoyosa se registrara en 1810 con la creación de una fábrica de chocolate que se llamó "La Perfección". Por otro lado, no sé si Pacino tendrá unas piernas como las mías, pero esta mañana de verano, aun en primavera, me apetece bailar un tango, pero con la voz de Leonard Cohen. Estoy de acuerdo con él en que hay que bailar hasta el final del amor, aunque siempre he creído en el primer principio de la termodinámica. 
 
El segundo es otra cosa:
 
En el video corren los caballos por la playa, en libertad. Así he visto siempre la vida, desde la libertad. Toda mi vida me he metido en multitud de historias, profesionales, académicas, culturales, políticas, y siempre me he acabado marchando, eso sí, con una sonrisa en los labios.
 
Al final, te quedas desnudo, en una playa, viendo amanecer.

"Es muy fácil hacerme feliz o lo eterno femenino".


 
La Orquesta Nacional de España despidió este domingo el curso con "Las escenas del Fausto de Goethe", de Schumann, una adaptación musical de escenas seleccionadas del poema dramático de Goethe que combina elementos de oratorio, ópera y lieder. Y fui feliz durante dos horas y media ya que mientras escuchaba la obra recordé varias de las lecturas más bellas de mi vida junto a ciertos acontecimientos vividos. Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) fue un escritor y científico alemán, una de las figuras más importantes de la literatura occidental y padre del romanticismo alemán. Su obra abarca desde la poesía y la novela, al teatro y el ensayo, y su influencia se extiende a numerosos campos del conocimiento. Su "Fausto" es un poema dramático en dos partes publicadas en 1808 y 1832 respectivamente (Goethe lo terminó con 82 años, nada menos) que explora los temas del esfuerzo humano, el conocimiento, la insatisfacción, la redención y la naturaleza del bien y el mal. Fausto es un erudito que hace un pacto con el diablo, Mefistófeles, con el fin de adquirir conocimiento y experiencia que trasciendan los límites del entendimiento humano. La obra analiza la condición humana, con la tensión entre los deseos terrenales y las aspiraciones espirituales, y finalmente sugiere que la salvación se encuentra en el esfuerzo y en la conexión con el mundo, incluso ante el fracaso. El "Ewige Weibliche" o "Eterno Femenino" es un concepto central en la obra, y se refiere a la fuerza redentora y salvadora asociada con lo femenino. No es un personaje específico, sino una idea manifiesta a través de varios personajes femeninos, en concreto Margarita y la Helena clásica. Este eterno femenino es la capacidad de trascender la imperfección humana y de alcanzar la salvación, puesto que la redención puede venir a través del amor y la gracia, no solo a través del conocimiento o el poder. Margarita, en su pureza y en su sufrimiento, encarna la capacidad de sacrificio y amor incondicional, lo que lleva a la redención de Fausto. En la segunda parte, Helena representa la belleza y la cultura, y juega un papel en la transformación de Fausto. 
 
La obra de Schumann termina con el Coro místico, que tiene esta letra: "Todo lo transitorio es solo un símbolo; / Lo inadecuado, aquí se hace acontecimiento; / Lo indescriptible, aquí se ha consumado; / El eterno femenino nos impulsa hacia lo alto":
 
 

"Junto al poeta Veyrat para terminar la Feria del Libro del Retiro".


 
El otro día Almudena Mestre me envió un video de diez segundos con Pepo Paz, editor de Bartleby, del que he obtenido esta fotografía. Pepo tiene en la mano el libro de poemas "Vértigo" (2024) del poeta valenciano Miguel Veyrat, aunque llamarlo solo poeta sea quedarme corto, y la novela "Entrevías mon amour" (2009), del novelista madrileño Justo Sotelo, un tipo que me suena de algo, ambos publicados por él. Siempre digo que la vida es pura literatura, por eso se escucha a Almudena, un poquito a Pepo e igualmente el murmullo del Paseo de Coches del parque con toda la gente paseando, comprando libros, haciéndose fotografías, remando en las barcas del estanque, bebiendo horchata, tumbándose en la hierba, mientras se besan las parejas. 
 
Va por todos los escritores que han estado en el Retiro, y por los que no lo han hecho.
 
Me tomo un café mientras despierto poco a poco y escribo. Dentro de un rato presidiré un tribunal de Trabajos Fin de Grado (TFG) en la Universidad. Me iré caminando lentamente, oliendo y saboreando la luz de la mañana y escuchando el andante del Segundo concierto para piano de Shostakóvich (1957) dedicado a su hijo Maxim por su 19 cumpleaños en este año en el que se celebran los 50 años desde la muerte del compositor:
 

domingo, 15 de junio de 2025

"Cuando un madrileño va al cine".


 
Entonces puedo viajar a Marruecos (en realidad a Teruel, pero eso no importa) y a la región de Jura, al este de Francia, sin moverme de los cines Golem, es decir, de la calle Martín de los Heros, al lado de la Plaza de España, como se ve en esta fotografía de ayer por la tarde, gracias a las dos últimas películas que he visto en el cine, "Sirat" de Oliver Laxe (París, 1982) y "La receta perfecta" de Louise Courvoisier (Ginebra, 1994). Y de paso puedo darme una vuelta por Cannes, ya que a las dos las han premiado en el festival de cine más prestigioso del mundo. Laxe se llevó el Premio del Jurado con su cuarta película y Courvoisier el Premio de la Juventud con su debut en el cine. Me gustó mucho "Lo que arde" (2019), que vi también en los Golem, la anterior película de Laxe, dura y reivindicativa, la historia de Amador cuando sale de la cárcel tras cumplir condena por haber provocado un incendio. Regresa a su casa, una aldea perdida de las montañas de Lugo (Laxe es gallego, aunque naciera en París), donde volverá a convivir, al ritmo sosegado de la naturaleza, con su madre Benedicta, su perra Luna y sus tres vacas. Recuerdo que era una historia que abrazaba la sensibilidad poética, que me llevó a pensar en el cine de Erice, que para mí son palabras mayores. En cambio, aunque "Sirat" es una buena película, técnicamente hablando, se le ha olvidado esa sensibilidad y se nota que Laxe está peleado con el mundo (sobre todo el occidental) y no quiere a sus personajes. A la joven directora le ocurre lo contrario. Su película tiene un tono naturalista muy a lo Zola y, aunque la historia empieza tan dura como la otra película, se desarrolla entre el amor y la amistad. Y sales del cine con ganas de tomarte un trozo de queso Comté (la película nos cuenta cómo se fabrica) y una copa de vino.
 
Este es el tráiler de "Sirat":
 
Y este el de "La receta perfecta":
 
Por cierto, viéndome en la fotografía con detalle, me parece que voy a tener que comer menos queso y beber menos vino, jeje.

sábado, 14 de junio de 2025

"Ser humanista y progresista".


 

En nuestra última tertulia presencial en el centro de Madrid, la poeta Soledad Velázquez Moreno, que está en la fotografía con Almudena Mestre y donde también se ve al fondo a Javier del Prado, me pidió que le firmara dos de mis novelas, "La paz de febrero" (2006) y "Las mentiras inexactas" (2012), que acababa de adquirir y pensaba leer este verano. Le di las gracias y le dije que esperaba que le gustaran. Desconozco si las habrá empezado a leer, pero mientras me tomo el primer café de esta mañana le diría que la primera la escribí como respuesta a la invasión de Irak que el gobierno español apoyó junto al norteamericano y el inglés en 2003. Y construí una historia de amor y desamor alrededor de aquel hecho. Ser humanista y progresista es defender los derechos humanos, estar en contra de las guerras y no caer en la corrupción económica y política. Como he escrito en más de una ocasión, el siglo XVIII buscó la justicia equitativa y la libertad de expresión, religiosa y de pensamiento. La idea de ciudadanía civil se plasmó en los Derechos del Hombre y de la Mujer. El XIX sería el siglo del derecho de los ciudadanos a formar parte en el ejercicio del poder político. La ciudadanía política se refiere a los derechos que permiten la participación en ese poder, con la libertad de prensa, de reunión, de elegir y ser elegido, de constitución de partidos políticos y de sindicatos.. El siglo XX fue testigo de la forma en que el derecho de los ciudadanos se concretó en los campos social y económico, con la cobertura de unas condiciones mínimas de educación, salud, seguridad y nivel de vida.

El siglo XXI nos corresponde a nosotros. Yo poco puedo aportar por mí mismo, salvo ser profesor y escritor, contar esto a mis alumnos, escribir historias que defiendan los derechos humanos y organizar tertulias literarias como la de la fotografía donde nos reunimos unos cuantos hombres y mujeres para mirarnos a los ojos y para hablar de literatura y arte, de cine y música. Es lo que busqué escribiendo "Las mentiras inexactas" y "La paz de febrero", al igual que con mis otros libros. La banda sonora de "La paz de febrero" la forman la ópera "Dido y Eneas" de Purcell y el disco "Lágrimas negras" de Bebo y El Cigala:

https://www.youtube.com/watch?v=UT-JoJO1GEk&list=PL2DD633BA0AE8142E

viernes, 13 de junio de 2025

"Si no te conociera, pensaría que eres como el tío Oswald, de Roald Dahl".


 
Del gobierno no voy a hablar puesto que son cosas que me parecen demasiado cutres y poco literarias e intelectuales, así que, mientras me tomo el primer café de esta bella mañana, me apetece quedarme en la frase que me dijo el otro día el escritor Fausto Guerra en alusión al post que escribí sobre el "escritor coqueto". Conocí a Fausto hace unos años cuando presenté uno de sus libros en el Casino de Madrid al lado de Sol (en la copa posterior que nos sirvieron en la terraza de un hotel de la Gran Vía conocí a la escritora asturiana Patricia José Álvarez y nos hicimos buenos amigos, hasta el punto de incluirla en "Un hombre que se parecía a Al Pacino"). A Dahl lo conocía por sus libros infantiles llevados al cine, "Charlie y la fábrica de chocolate" y "Matilda", pero no había leído esta novela. Oswald es un millonario esteta, bon vivant y donjuán cuya vida amorosa deja en pañales a la de Casanova. Su sobrino y transcriptor de sus diarios dice de él ya desde la primera página que es "el mayor fornicador de todos los tiempos". Muy joven empieza a amasar su fabulosa fortuna con el polvo de escarabajo sudanés que le sirve para inventar unas píldoras de extraordinarias virtudes afrodisíacas. Con ello funda un "banco de esperma" y, en compañía de la excitante Yasmin, parte en busca de celebridades, cuyo semen congelado será adquirido a precio de oro por acaudaladas clientas, ansiosas de tener retoños con pedigrí. En este peculiar safari, las aventuras picarescas, a veces escabrosas, otras delirantes, se suceden a un ritmo trepidante. Yasmin seducirá a Stravinsky, Renoir, Proust, Picasso, Nijinski, Joyce, Freud, Einstein, etc.
 
Evidentemente, Fausto me conoce bien.
 
Lo curioso es que se llama como el mítico personaje de Goethe que vendió su alma al diablo para enamorar a Margarita y ser inmortal. Me quedé anonadado cuando leí con veinte años (me lo puse como obligación) la segunda parte del "Fausto". Algo parecido tuvo que ocurrirle a Mahler, puesto que incluyó el final en su Octava sinfonía. Casualmente, el domingo voy a escuchar el "Fausto" de Schumann en el Auditorio Nacional para acabar la temporada. Es la apoteosis del Romanticismo: