Ayer me fui en busca del "Studium Generale" de Palencia, la primera Universidad de España, fundada en 1208 por Alfonso VIII de Castilla, a partir de las escuelas catedralicias de la ciudad, que existían desde varias décadas antes, situándola a la altura de las Universidades más antiguas de Europa, Bolonia, París, Oxford y Cambridge. Duró poco y desapareció en 1250, cuando se trasladó a Salamanca, que se había creado en 1218. No quedan restos físicos de aquel edificio histórico, como tampoco de la casa de Santo Domingo de Guzmán (en la foto), donde se considera que estuvo la Universidad. También estudiaron en Palencia Gonzalo de Berceo y San Telmo o Pedro Telmo, patrón de los marineros, al que Buenos Aires dedica uno de sus barrios más conocidos, y se impartieron el Trivium (Gramática, Retórica y Lógica) y el Quadrivium (Aritmética, Geometría, Astronomía y Música), en las otras fotografías, además de Derecho. Es decir, un banquete para alguien que, como yo, pondría toda la vida en su carné de identidad que es estudiante. Y leo que la Universidad de Valladolid se creó en 1241 (en su Campus de la Yutera en Palencia terminé dando yo una conferencia en el siglo XXI), la de Lleida en 1300 (que igualmente muchos años más tarde me publicó junto a Pagés Editors mi último libro, "Un hombre que se parecía a Al Pacino", gracias a la gentileza de la catedrática de literatura Angels Santa Bañeres), la de Huesca en 1354, la de Barcelona en 1450, la de Santiago de Compostela en 1495, la de Alcalá de Henares-Universidad Complutense en 1499, la de Valencia en 1501, la de Sevilla en 1505, la de Granada en 1531, la de Zaragoza en 1542, la de Osuna en 1548 y la de Orihuela 1552, entre otras posteriores.
Por los campos de Castilla sonaba en el coche la Tercera sinfonía de Mahler, el gran humanista entre los compositores, que incluye un poema de Nietzsche:
"¡Oh, hombre!"
(Así habló Zaratustra).
¡Oh, hombre! ¡Atento!
¿Qué dice la profunda medianoche?
Yo dormía —,
De un profundo sueño me desperté: —
El mundo es profundo,
Y más profundo de lo que el día pensó.
¡Oh, hombre! ¡Atento!
Profundo es su dolor —,
El placer — más profundo aún que la pena:
El dolor dice: ¡Pasa!
Pero todo placer quiere eternidad —,
— ¡quiere profunda, profunda eternidad!
El dios Pan se despierta, empieza el verano y nos cuenta a Mahler y a mí lo que dicen las flores del prado, los animales del bosque, el hombre, los ángeles y el amor:
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