3 junio, 2012
EMPUJÓ LA PUERTA Y ENTRÓ CON CURIOSIDAD
Hace siglos que está todo dicho, sólo me interesa el lenguaje. Empujó la puerta y entró con curiosidad, la preocupación por la forma queda clara desde la primera frase de Las mentiras inexactas, la última novela de Justo. Nunca había leído ninguno de sus libros, me sorprendió la manera de contar: están ahí presentes los autores a los que tanto admira; las novelas de Sotelo –aseguran los críticos- tienen vuelo, yo me quedo con el poso, con el regusto que dejan unas líneas meditadas –ágiles cuando es necesario- en las que el escritor madrileño -y es que el arrojo narrativo, como dice Juan Ángel Juristo de ABC, es una de las virtudes de la novela- no duda en reflexionar sobre lo que le preocupa y le apasiona hasta las últimas consecuencias.
Justo presentó su libro en Las Cuevas de Sésamo entre amigos y conocidos. Algo que te impulsa a escribir unas líneas se convierte en un objeto de centenares de páginas; es misterioso el proceso de creación de una novela. Ahora, con un ejemplar de Las mentiras inexactas aquí, en mi escritorio, recuerdo como aquella tarde en Sésamo noté algo muy distinto a lo que había sentido en otras presentaciones: el autor no era sólo alguien a quien admiraba, se trataba además de un amigo.
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