"Lo que tú consigues, querido Justo, lo consiguen pocos. Tú atrapas a
tus lectores de tal forma que acabamos creyendo que formamos parte de
tu vida. Y eso es único. Es precioso, para ti, y, por supuesto, para tu
lector".
Rita Piedrafita,
mi admirada lectora aragonesa, escribió hace unos días en Facebook estas
frases y, mientras las leía, me vino a la cabeza la figura de la Maga de
Cortázar.
En realidad, siempre he
pensado que escribo para encontrarme con la Maga y robarle su inefable
imperfección, esa inteligencia que desprende con cada argumento para no
darme siempre la razón, ni dársela a Hegel y Nietzsche, a la puerta de
un café, mientras pasa la literatura por la acera y nos besamos bajo la
lluvia.
(La foto, con mi jersey deshilachado de Sitges, tal vez me la sacara alguna Maga en un café de Saint Michel, mi lugar preferido de París, que es como decir del mundo, al lado del Sena y la Sorbona, donde me gusta perderme cada cierto tiempo).
(La foto, con mi jersey deshilachado de Sitges, tal vez me la sacara alguna Maga en un café de Saint Michel, mi lugar preferido de París, que es como decir del mundo, al lado del Sena y la Sorbona, donde me gusta perderme cada cierto tiempo).
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