domingo, 11 de junio de 2017

Me hubiera gustado conocer a Alma Mahler.

"La novia del viento", de Óscar Kokoschka, es la máxima representación del Expresionismo. El pintor duerme junto a Alma después de hacer el amor y antes de que ella lo abandone.

Alma Mahler nació en la época equivocada.

Gustav Klimt le enseñó a besar y él lo contó en su famoso cuadro. Max Burchkard le enseñó el arte de la escena y su profesor Alexander von Zemlinsky a escribir música. Con todos vivió hermosas historias de amor.

Gustav Mahler le dio el apellido y la inmortalidad, pero antes de que él muriera ella se enamoró del arquitecto Walter Gropius, que después crearía la Bauhaus, ese semillero de arquitectos donde se mezcló el arte con el diseño industrial.

Antes de casarse con Gropius se enamoró de Paul Kammerer, un biólogo con el que tuvo un romance tormentoso, lleno de pasión y celos entre ambos. Luego apareció en su vida el pintor expresionista Óscar Kokoschka para luchar incluso contra la fuerza del viento. Su tercer marido fue el novelista Franz Werfel y más tarde volvería a enamorarse, en este caso del profesor de teología Johannes Hollnsteiner.

Siempre he pensado que Alma se enamoraba porque estaba enamorada.

(Hoy me he despertado pensando en este cuadro. El arte puede representar la máxima tristeza, pero nos hace profundamente felices y a mí siempre me provoca ganas de escribir, esté donde esté).

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