El último domingo me lo pasé casi entero dentro del Círculo de Bellas Artes, uno de mis lugares preferidos de Madrid.
Esa hora y pico tumbado en el césped artificial de la terraza de la
séptima planta y la posterior comida en la terraza de la calle,
observando la esquina más bonita de este país, la que forman la Gran Vía
y la calle de Alcalá. Después otras cuantas horas en los sillones
grises del fondo de la "pecera" escribiendo, leyendo y hablando.
En cierto momento escucho una canción sentimental de Édith Piaf y me
dan ganas de irme remando por el Sena como si estuviera en París. Ya se
sabe que debajo de la Castellana, Recoletos y el Prado hay un río que
forma una isla a la altura de la fuente de la Cibeles. A veces se lo
cuento a mis alumnos y les digo que ese río es el que le falta a Madrid
para convertirse casi en París.
Si ese río estuviera en la superficie tal vez pudiera llegar en barca al número 10 de la Rayuela de Cortázar.
Si ese río estuviera en la superficie tal vez pudiera llegar en barca al número 10 de la Rayuela de Cortázar.
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