miércoles, 16 de abril de 2025

"Como soy un príncipe, ayer me fui a mi castillo".


 

No obstante, como soy un príncipe encantado necesito a una dama que venga a caballo para darme un beso y despertarme de mi sueño. Luego, si quiere, ella puede representar el papel de Elsa de Brabante y yo el de Lohengrin, hijo de Parsifal y caballero del Santo Grial, pues he viajado por el río de la fotografía en una barca tirada por un cisne. De pronto nos hemos ido al siglo X, cuando las fronteras del Sacro Imperio Romano Germánico están amenazadas por las incursiones de los invasores húngaros. A orillas del río Escalda, en lo que hoy es Amberes, se reúnen las tropas del rey Heinrich, pero existe un vacío de poder en Brabante. El heredero, Gottfried, ha desaparecido, y el noble Friedrich von Telramund acusa a su hermana mayor, Elsa, de haberlo asesinado. Es una acusación falsa, ya que Telramund anhela tener el control del ducado, pero Elsa debe defender su inocencia. El rey decide que la disputa se resuelva con un duelo, y Elsa convoca a un caballero a quien solo ha visto en sueños, y ya sabemos que los sueños se cumplen siempre que queramos. Por el río llega una barca tirada por un cisne en la que aparece un hombre envuelto en luz. El guerrero acepta así defender a Elsa con la condición de que nunca le pregunte ni su nombre ni su origen. Cuando el caballero vence a Telramund, Elsa es nombrada duquesa de Brabante y se casa con su paladín.
 
Al final él y ella se casan y son felices, y una tarde se van a la ópera para convertirse en personajes de la obra romántica de Wagner por excelencia:
 
Y piensan que somos tú y yo.

martes, 15 de abril de 2025

"Palabras para Julia y la tertulia de los amigos de Justo".


 
"Hay gente que actúa como la luz, como el maestro que ilumina los espacios en sombra que hay en cada uno y en cada una. Ese eres tú, Justo Sotelo", dijo el otro día por aquí en un comentario mi amiga de Bilbao Edita Brocos.
 
Es evidente que nuestra tertulia está atravesada por un rayo de sol, y no hay más que ver la fotografía que saqué el otro día con algunos de mis amigos tertulianos en el Café Comercial de la Plaza de Bilbao, en el centro de Madrid. Este martes no hay tertulia por encontrarnos en Semana Santa y yo siempre sigo el calendario de la Universidad. No obstante, aunque no haya tertulia en Madrid, me gusta que exista en las redes. Ayer por la mañana estuve charlando un rato por Wasap con mi amiga poeta Efi Cubero (la última vez que la vi en persona fue en este Café, precisamente). Nació en Extremadura, y se ha pasado media vida en Barcelona. Entre otras cosas me dijo que el domingo pasado había sido el cumpleaños del poeta José Agustín Goytisolo, (Barcelona, 1928-1999) y ella es buena amiga de su hija Julia. Luego me envió varias fotos entre las que estaba la segunda que comparto ahora, una mesa en homenaje al poeta en el Palau de la Virreina, con Esther Tusquets, Efi, Miguel Dalmau, Lola Fernández Lucio y Joan Tarrida, con la moderación de Carme Riera. Me gustaría recordarlo con su poema más famoso, con la voz de Paco Ibáñez. Julia no solo es el nombre real de la hija del poeta; era también el de su madre, muerta en los bombardeos de la aviación italiana sobre Barcelona en marzo de 1938, en la Guerra Civil. El poeta no había cumplido aún los diez años. He dedicado muchas horas a leer a José Agustín, sobre todo cuando era muy joven.
 
Todos somos un poco Julia:
 
Nunca digas no puedo más...
 
Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti.
La vida es bella, ya verás como a pesar de los pesares tendrás amigos, tendrás amor.
 

 

lunes, 14 de abril de 2025

"La ciudad y los perros".


 
Un día me encontré esta novela en una librería de viejo, y pensé en el paso del tiempo y la literatura como ficción. Vargas Llosa estudió la Secundaria en el Colegio Militar Leoncio Prado, de Perú, al principio de los años 50. En 1958 se matriculó en la Universidad Complutense de Madrid para hacer el doctorado. Tenía 22 años y una beca de algo más de 100 dólares al mes. Vivía en una pensión cercana al Retiro, pasaba muchas horas leyendo en la Biblioteca Nacional, en el Paseo de Recoletos, y escribió casi toda la novela "La ciudad y los perros" en una tasca de la calle Menéndez Pelayo llamada El Jute. La acabó en 1961 en una buhardilla de París.
 
Pero yo quería hablar de otra cosa.
 
Si algo podía reprochar Proust a Balzac era su obsesiva supeditación a la exactitud de la realidad en "La comedia humana", lo que restaba entidad literaria a la novela. Puede decirse que "En busca del tiempo perdido" es una novela que está escrita "contra" Balzac. Es el primer gran ejemplo de la creación de un mundo que no supone ilustración de la realidad sino palabra constituida en realidad autónoma. Es lo que Vargas Llosa llamó creación de "mundos diferentes del mundo en el que viven" para referirse al escritor que fantasea con personas, situaciones y anécdotas que le llevan a apartarse del mundo real y utilizar su imaginación como expresión de lenguaje, y el compromiso con la ficción de la literatura. Es algo que consigue el lenguaje, la reinvención del lenguaje.
 
Cuando se publicó "La ciudad y los perros", oficiales y cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado quemaron el libro, al considerar que calumniaba a la institución. Estaban convencidos de que Vargas Llosa hablaba del colegio. Algo parecido debió de pensar su primera mujer cuando se vio retratada en "La tía Julia y el escribidor", y se quejó amargamente.
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La buena literatura es como la buena música, que nos habla con otro lenguaje, y luego cada cual que haga lo que quiera con él:

"Me gustan los desafíos intelectuales, porque si no me aburro".


 
Da igual dónde estés, paseando por el Soho de Londres, la Quinta Avenida de Nueva York, sentado ricamente en las sillas metálicas de las Tullerías de París, dando una vuelta en rickshaw por Nueva Delhi, viendo cómo extraen el coltan en las cuevas del Congo o leyendo en la terraza de casa. Al final siempre estás contigo, con tu presente y con tu pasado, con tus vivencias y tus lecturas. Con esos profesores que has tenido desde que abriste los ojos al mundo.
 
"Te llueven lisonjas, algo casi inaudito en este mundo que algunos gestionan para convertirlo en su cortijo particular. Leyéndote -no muy frecuentemente- uno cree aún en esa esperanza necesaria para combatir ese poder omnímodo que intenta controlar nuestras almas. Me remito a Brecht al ubicarte en esos indispensables".
 
Después de leer este comentario de ayer por la mañana en Facebook de Alfonso Gómez de Molino, me acordé de las clases de mi profesor de filosofía del colegio del Pilar, el padre Jesús Plaza, al que dediqué mi última novela, en las que nos hablaba mucho de Brecht. Yo aún no era consciente de lo importante que es tener buenos profesores que amueblen tu cabeza desde niño y una casa llena de libros que hablen de sus críticas al capitalismo desde su interpretación marxista. Me refiero así a "La vida de Galileo" (1939), "Terror y miseria del tercer Reich" (1938), "Madre Coraje y sus hijos" (1939), "El círculo de tiza caucásico" (1945) y "La ópera de los tres peniques" (1928) a la que puso música Kurt Weill y que, precisamente, transcurre en el Soho de Londres. En la Alemania de los años 30, Brecht nos habla de crisis económica y miseria, de corrupción y delincuencia, de prostitución y de abusos. El popular delincuente Mackie Navaja seduce a la hija del rey de los mendigos. Una boda en un viejo gimnasio es el principio de una carrera vertiginosa en la que los mendigos, las prostitutas y la policía comparten protagonismo. Una película de Woody Allen (uno de esos escasos creadores contemporáneos con los que me gusta hablar de vez en cuando a través de sus películas y de sus libros) me recordó esta historia en "Sombras y niebla" (1991). Y todavía me veo saliendo de los Golem después de verla, como el sábado pasado tras ver "Sorda" (2025), de Eva Libertad.
 
Esta es la ópera subtitulada, aunque mejor habría que decir que es una obra de teatro musicalizada:
 
Brecht fue un gran amante de la música y la literatura, y en eso quizá tenga razón Alfonso Gómez de Molino para relacionarnos. Por otro lado Walter Benjamin fue un amigo suyo muy cercano; esta amistad se considera una de las más trascendentes del siglo XX, e incluso Hannah Arendt la consideró "única". Dentro de poco dedicaremos una de mis tertulias a Benjamin.

domingo, 13 de abril de 2025

"Domingo de Ramos y Día del Beso".


 
Acabo de enterarme de que hoy es el Día del Beso por el que anoche me envió por Wasap desde Girona mi amiga Silvia López. Os tengo que agradecer a mis amigos la cantidad de cosas bonitas que me decís; son tantas que a veces no me entero, ya que esto de las redes sociales es un mundo sin fin (pero antes o después dedico un rato a leerlo todo). Leo algunas de esas cosas bonitas que me habéis dicho últimamente:
 
- Eres el mayor referente de la literatura, dijo Cristina Cisneros el otro día.
 
- Escritor atractivo con camisa molona, dijo Emma Alonso ese mismo día.
 
- Eres fusión, enlace, unión, puente y más, dijo ayer Almudena Mestre.
 
- Eres la persona más libre e independiente que conozco, dijo ayer también Paqui Arias.
 
- Eres el boss, me dijo hace unos años, en una terraza de esa calle de Lavapiés que está encima de mi cabeza, mi amigo íntimo Antonio Zaballos, con el que he compartido tantas cosas a lo largo de mi vida, el artista que ha diseñado las portadas de todas mis novelas, salvo la última, ya que, lamentablemente, nos había dejado.
 
Hablando del boss de verdad, qué mejor que un Domingo de Ramos me refiera a la heroica lucha cotidiana de quienes tratan de mantener vivo el fuego de los ideales en un mundo que a veces pierde el alma y al que parece que todo le importa un carajo. El sonido se endurece, los versos de la canción se hacen tensos y desafiantes, y los fieros solos de la guitarra y el saxo nos advierten de que el protagonista está dispuesto a estrellarse una y otra vez contra el muro hasta que uno de los dos se resquebraje:
 
 
En fin, la verdad es que me gustan los besos, casi tanto como el Möet Chandon.

sábado, 12 de abril de 2025

"Las personas puente".


 
"Esta mañana, leyendo la hermosa publicación de Justo Sotelo, he pensado en los puentes, en las "personas puente". En Bilbao, hay un puente que ya ha perdido su función de puente levadizo. De pequeña lo vi abrirse varias veces para dejar que pasaran los barcos. Era un espectáculo impresionante. Los grandes barcos ya no entran en la ciudad de Bilbao desde que se realizó la obra del Superpuerto en la salida del Abra, cercano a Santurtzi. La Ría era nuestro emblema de ánimo, nuestra carretera de agua, y ahora es un camino que ha perdido los venenos intrínsecos de la antigua y tremenda actividad industrial. Sí, Bilbao está bonita; pero ha dejado sin su función a los puentes (el de Deusto y el de Bizkaia o Puente Colgante) que ya no dialogan y negocian el paso de los grandes barcos. Ha habido una ruptura de realidad y el mundo parece estar más lejos. Justo Sotelo, escritor y profesor, persona culta y melómana, es un auténtico puente entre personas, artistas y creadores. Lo es para alguien como yo, sin formación universitaria, asomada a ese tráfago cultural con tan pocas herramientas. Igual que Justo, para ser justa, otras personas admiradas y queridas como Valentin Martin y una larga lista que no cito por no extenderme muchísimo".
 
Son palabras que escribió por aquí la bilbaína Edita Brocos tras mi publicación sobre las Elegías de Rilke. Mientras las leía me acordé de que al año siguiente de la pandemia tuve a varios alumnos de Deusto, dentro de un máster sobre Geoestrategia que imparto siempre después de Semana Santa en la Universidad. Estos muchachos me hicieron un trabajo y una exposición brillantes sobre la transformación de Bilbao. Y yo aprendí unas cuantas cosas interesantes. El Puente Bizkaia (en la foto) fue el primer puente transbordador construido en el mundo de estructura metálica, Está situado en la boca del río Ibaizábal, en el punto en el que el estuario navegable de Bilbao se abría al mar hasta el siglo XIX. Se inauguró en 1893 y fue diseñado para enlazar con su gran cuerpo de hierro las localidades de Portugalete y Getxo, una orilla rocosa y escarpada y otra baja y arenosa.
 
Reconozco que me gusta servir de "puente" entre las personas, que se conozcan a través de mi tertulia, de mis clases, de estos posts de las redes sociales o poniéndose a hablar de mis libros o de cualquier libro. ¿Hay algo más bonito que las personas se enamoren o que se hagan amigos? Eso sí, por encima de todo lo que más me gusta es hacer lo que me da la gana. Y qué mejor que tomarme el primer café de la mañana yendo desde Santurce a Bilbao y escuchando a los Chimberos, que es el apodo tradicional de los bilbaínos, que a su vez proviene del "chimbo", un pájaro antaño muy abundante en la zona:
 

viernes, 11 de abril de 2025

"Poesía, gratitud y experiencia".


 
Siempre que me ve por la calle, en alguna presentación o me lee en las redes sociales, el poeta y profesor José Luis Morante muestra su afecto plasmado en un abrazo. Se acerca, sonríe y me abraza, algo parecido a lo que hacen mis ex alumnos cuando me ven por la calle. A ello se suman su naturalidad e inteligencia, absolutamente alejadas de la pedantería, que tan poco me gusta del mundillo literario, sobre todo cuando se mezcla con la política y el dinero. Ayer por la tarde presentó en la Librería Enclave de Libros, en pleno centro de Madrid, su obra de haikus, "Viajeros sedentarios" (2025, Editorial Garúa) y me acerqué. Y he de reconocer que me lo pasé en grande y aprendí mucho con el diálogo divertido y profundo entre él y su presentador, Juan José Martín Ramos (editor de Polibea). Casi me convencieron de que el haiku es un poema que se puede adaptar a otros lugares fuera de Japón, y además José Luis nos dio una verdadera lección de su evolución en Europa en el siglo XX. Y para terminar la velada nos leyó una selección de sus haikus tras envolverlos en las palabras de Valente, Woolf y Santôka, y por unos instantes lo vi paseando por Gredos, como dice en este pequeño video que grabé, deteniéndose ante los riachuelos, los árboles, los animales, dejándose acariciar por la brisa y los atardeceres, como nos muestra en las dos partes de su libro, "Oficio de mirar" y "El rumor de la luz". Mientras caminaba de regreso a casa por un Madrid lleno de gente, yo también viajé a la sierra de Gredos, a sus montañas y abismos que tanto me gustan, y tuve la sensación de que Bach me decía algo: 
 
Me leo el libro tomando el primer café de este viernes tan agradable, y me digo que toda la buena poesía sigue siendo romántica, y que las etiquetas de poesía de la experiencia frente a la del silencio son una bobada, y que como decía ayer por aquí hablando de Rilke, solo hay poesía buena o mala. Como asegura el crítico mallorquín Andreu Jaume (al que cité también ayer) en un artículo de 2017 titulado "El malentendido de la experiencia" (Contexto y acción, ctxt), "al hablar de poesía y experiencia el propio Gil de Biedma decía que “a nadie le ocurre un poema” como a nadie le ocurre una novela o una obra de teatro o una sinfonía. Un poema es un orden de realidad distinto, una ficción, la ficción suprema según Stevens, que puede estar hecha con materiales extraídos de la intimidad, de vivencias políticas, de figuraciones o de intenciones ocultas. Como decía Auden, un gran poema de amor puede haber sido escrito con la finalidad secreta de quitarse de encima a una novia pesada..."
 
Pasear por Gredos, escuchar a Bach. Lo que importa, como siempre en literatura, es el efecto que produce gracias a su arquitectura, a la relación que se mantiene con el lenguaje, a los desafíos más privados y al riesgo constante.
 

 

jueves, 10 de abril de 2025

"¿A alguien le apetece pasar una hora con Rilke y conmigo?"


 

Paseando el otro día tranquilamente después de clase, me detuve delante de una tienda de flores, saqué esta fotografía y un ángel me regaló sus alas. Y recordé en esos momentos que Rilke escribió las "Elegías de Duino" en el castillo de su protectora Marie von Turn und Taxis-Hohenlohe, junto a Trieste, en unos acantilados situados entre Italia y Eslovenia. El primer verso se le apareció durante un paseo por alíí: "¿Quién, si yo gritase, me oiría desde los coros de los ángeles?" De la poesía del siglo XX, no he leído nunca nada comparable a sus elegías, salvo "La tierra baldía" y los "Cuatro cuartetos" de Eliot, los "Cantos" de Pound y la poesía de Juan Ramón desde "Espacio". De entre los poetas españoles más contemporáneos me dicen algo en ese sentido Rodríguez, Panero, Valente y Veyrat.


"Comienzo de la Elegía primera".

"Quién, si yo gritase, me oiría desde los coros
de los ángeles? Y aun suponiendo que alguno de ellos
me acogiera de pronto en su corazón, yo desaparecería
ante su existencia más poderosa. Porque lo bello no es sino
el comienzo de lo terrible, ese que todavía podemos soportar;
y lo admiramos tanto porque, sereno, desdeña el destruirnos.
Todo ángel es terrible.
...Y así me contengo, sofocando el llamado seductor
de oscuros sollozos. Ay, ¿a quién podemos
recurrir entonces? A los ángeles no, a los seres humanos tampoco
y los astutos animales advierten ya
que no estamos muy confiados y como en casa
en el mundo interpretado. Tal vez nos queda todavía
algún árbol en la ladera que podamos contemplar
de nuevo cada día; nos queda la calle de ayer
y la mimada fidelidad de una costumbre
que se complació en nosotros y así permaneció y ya no se fue.
----- Oh, y la noche, la noche, cuando el viento lleno de espacio / sideral
nos muerde el rostro; ¿a quién no le queda al menos ella, la/ anhelada,
que nos decepciona suavemente y con esfuerzo aguarda
al corazón de cada cual? ¿Es la noche más leve para los/ enamorados?
Ay, ellos solo se ocultan uno al otro su destino.
----- ¿Aún no lo sabes? Arroja desde los brazos el vacío
hacia los espacios que respiramos; quizá de modo que los pájaros
sientan el aire ensanchando con un vuelo más íntimo..."

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Esta elegía es una aproximación estética a la vida y al arte, como un acto místico en busca de lo divino, una concepción ontológica muy cercana a las de Schelling y el primer romanticismo alemán. Se parte de la separación de lo finito y lo infinito, del contraste entre el yo y lo absoluto. La belleza se asimila a lo sublime y se convierte en puerta de lo siniestro y deja al hombre en un estado de irremisible soledad, precariedad e inquietud, que perfila el carácter romántico y, en el caso de Rilke, conecta con una situación crítica de desprotección y el deseo de retener o salvar lo efímero. Dichos sentimientos son los que se exacerban en tiempos bélicos o turbulentos, cuando la vida humana pierde valor porque se encuentra en permanente riesgo de desaparición, como sucedió en la Primera Guerra Mundial, época de composición. La elegía comienza señalando ese punto de partida, la brecha que, según Schelling, Hegel, Hölderlin y los románticos como Novalis, Schlegel o Schleiermacher define la existencia humana y que, como dijo Fichte (maestro de todos ellos), es la del yo que, al querer salir de sí, afirmarse, expandirse y expresarse, se encuentra con lo distinto a él, con el no-yo.

En 2023 se publicó una nueva edición de las Elegías escrita a cuatro manos por Adam Kovacsics y Andreu Jaume. Esta conferencia del primero un año antes desde el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona me llevó anoche a dormirme más tarde de la cuenta:

https://www.instituthumanitats.org/index.php/es/documentos/videos/3-6-ultimas-visiones-las-elegias-de-duino-de-rainer-maria-rilke

miércoles, 9 de abril de 2025

"Y la tertulia de los amigos de Justo se fue al Comercial".


 
Además de dar clase, escribir, escuchar música, pasear, viajar, amar (esto por encima de todo), me gusta estar con mis amigos. Por eso ayer por la tarde estuve tan a gusto y sonriente en el Café Comercial, en el homenaje al escritor Antonio Mata, rodeado por mis amigos de la tertulia, Almudena, Mariwán, Antonio Benicio, Juan, Carmen, Lola, Mercedes, Victoria, Santiago, Miguel Ángel, Vicente, puse el rostro a Jesús Romero e Irene de Benito, saludé a Charo Fierro, Rafael Soler, Francisco Caro, Adriana Davidova, y no sigo puesto que me dejaré nombres. Me mandé unos Wasaps con el organizador de todo esto, Félix Maraña, que no pudo venir y estaba en su San Sebastián, di las gracias a Anita Bonham y Blanca Barojiana que dirigieron este acto, comparto dos pequeños videos que grabé a Miguel Ángel Yusta y la cantautora Chega Gómez que cerró el acto, y ahora me tomo un café escuchando a Schubert, con el que me dormí antes de ponerme a soñar con Rilke y los angelitos. 
 
Pero esta es otra historia que contaré mañana:
 

martes, 8 de abril de 2025

"En Madrid".


Esta tarde se presentará en el Café Comercial, a las 19 h., un libro de homenaje al escritor Antonio Mata, y ahí nos iremos los integrantes de mi tertulia literaria. La selección de los textos de la gran cantidad de autores -algunos amigos míos- la han hecho Félix Maraña y Anita Bonham, en una publicación que ha estado al cuidado de Blanca Barojiana. Aunque ya nos conocíamos de algunos años antes por las redes sociales, conocí en persona a Antonio el año 2016 en la librería Lé del Paseo de la Castellana cuando me pidió que le presentara su novela "Baccanale" (Izana) junto a Patxi Andión y Rosa María Aranda (este recuerdo se quedó en la foto). Y es lo que cuento brevemente en el libro y lo dejo como testimonio. Aquella tarde charlé con Patxi Andión, amigo íntimo de Antonio, mientras recordaba canciones de mi adolescencia. Andión se nos fue poco después a causa de un accidente de tráfico en Soria. En este libro solo lo menciono, pero ahora quiero recordarlo, mientras me tomo un café y antes de irme a clase. Sus primeras canciones fueron censuradas, pero supongo que los escritores estamos para hablar de la libertad y desde la libertad, como sabía muy bien Antonio. En sus últimos meses Antonio y yo quedamos un par de veces a tomar un café por Prosperidad. Su gran aportación a la literatura española siempre será "Baccanale", como le dije, una magnífica novela. Antonio era un tipo majo, y me gustan los tipos majos.
 
Fue en Madrid:
 

lunes, 7 de abril de 2025

"¿Cuánto dura un beso?"



 
 
Escuchar en directo la Sexta sinfonía de Mahler literalmente encima de la Orquesta Nacional de España, dirigida por su titular, el alemán David Afkham, que luego nos encontramos comiendo en La Quinta, el restaurante andaluz que está detrás del Auditorio Nacional, es uno de los placeres de la vida. Es Mahler en todo su esplendor creativo, elaborando una de las músicas más hermosas de la historia. En la fila de delante estaba mi profesor de literatura española, el catedrático Andrés Amorós, famoso, entre otras muchas cosas, por sus estudios sobre la literatura y los toros, y al que convertí en personaje en mi novela "Las mentiras inexactas" (2012), otro profesor de literatura de la Complutense que se apellida Amorós y que está enamorado de la protagonista, Nora Acosta, igualmente profesora de la Universidad, pero que se ha enamorado del joven librero de la Plaza Santa Ana. No lo veía desde hacía años, y al terminar el concierto le saludé y me hice un mínimo video con él (el otro es del final, con los aplausos y la nariz de Paqui). Amorós me examinó en su día en la Complutense de la asignatura de Literatura Española. Recuerdo que el examen fue oral, en su despacho, sobre el poeta del 27 Pedro Salinas. Durante la carrera también tuve que examinarme sobre el concepto teórico de "estilización" en Salinas, dentro de la asignatura de Crítica Literaria con Antonio García Berrio, mi maestro, una idea que también apliqué, implícitamente, en mi novela.
 
"Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
 
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
—¿adónde se me ha escapado?—.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos".
 
(Salinas, "La voz a ti debida", 1933).
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Ahora me voy a clase escuchando la Sexta, una vez más, como un beso, otro, un beso que dura más que el silencio y la luz:
 

domingo, 6 de abril de 2025

"Café y cine en Las Rozas".

En las Rozas, a las afueras de Madrid, se han rodado películas como "Rey de reyes", "El Cid", "55 días en Pekín", "El fabuloso mundo del circo" o "La caída del Imperio Romano". Cuando pasaba por aquí de pequeño pensaba que era un inmenso estudio de cine, y quizá por eso decía mi madre que era un peliculero. El otro día me encontré en un Café de las Rozas a una alumna que no veía desde hacía veinte años, a la que llamaba, cariñosamente, Gina Lollobrigida, por su gran parecido con la actriz italiana. Me apetecía escribir lejos de la ciudad y me subí a Sulley (por aquello del Sullivan de "Monstruos SA", una película que le gustaba a mi niño de pequeño). Hacía una espléndida mañana de primavera, bajé las ventanillas y el viento me acariciaba el rostro, como en las películas. Del interior del Mercedes deportivo se había apoderado la Cuarta de Chaikovski en toda su enorme vitalidad https://www.youtube.com/watch?v=EdxkixfK1Dg, con una perfecta Orquesta de la Radio de Frankfurt dirigida por el atractivo director polaco Krzysztof Urbański. Al llegar a las Rozas aparqué cerca del Café y una vez dentro me puse a escribir, tras sacar la lengua a una niña pequeña que corría junto a una mesa, y a la que cuidaban dos mujeres de treinta y tantos años. A la media hora se me acercó una de ellas y me dijo que yo le había dado clase en el dos mil y pico, y me preguntó que si me acordaba de ella. Me había observado todo el tiempo, pero no se había atrevido a acercarse. Me encontraba igual que entonces, dijo con una sonrisa feliz. Se llamaba Stefanía y era de origen italiano. La otra mujer era su hermana y a la vez la madre de la niña, y se llamaba Alexandra. Y se acordaban de Antonio Carmona, que les había dado clase a las dos. Les dije que era un buen amigo mío y que había estado a punto de ser el alcalde de Madrid con el Psoe. Alexandra me comentó que trabajaba en el mundo del cine y añadió que me daba cierto aire a Andrés Pajares y a Robert de Niro, pero yo le dije que mejor a Al Pacino y les hablé de mis libros, en particular de "Un hombre que se parecía a Al Pacino". Pensé decirle que me pusiera en contacto con sus amigos y compañeros del cine, pero no lo hice. Unos minutos después nos despedimos y me dijeron que esperaban volverme a ver por allí. Horas después nos hicimos "amigos" por Linkedln.

Me senté y seguí escribiendo.
 
En realidad mi película la vivo cada día.
 


 

 

sábado, 5 de abril de 2025

"Es la primera vez que me llaman interfaz".


 
"Você, por si só é um intertexto. Visão multifacetada que nos inspira a ler e amar tudo o que é bom".
 
Me dijo por aquí hace unos días mi amigo brasileño Rodrigues Cabral Cabral, que es filólogo en lengua portuguesa por la Universidad de São Paulo. Ayer me pasé buena parte de la mañana pensando en esa idea. Hay muchas maneras de vivir, me dije, y todas tienen sentido. Yo he elegido la que se sostiene en brazos de la música y la belleza, la literatura y los viajes, el romanticismo y la armonía, el equilibrio, la delicadeza y la bondad. Recuerdo cuando Joaquín Leguina presentó en el Círculo de Bellas Artes mi novela "Entrevías mon amour" (2009, Bartleby) junto a Fernando Rodríguez Lafuente (director del Cultural del ABCD y codirector de mi tesis sobre Haruki Murakami) y dijo que había dos tipos de escritores, los piadosos y los despiadados, y creo que es evidente dónde me situó. Pues bien, en un mundo virtual la interfaz es algo así como una extensión de la propia mente, lo mismo que el lenguaje afecta a la capacidad cognitiva del ser humano con la palabra escrita. Nos encontramos ante algo muy similar a la catarsis aristotélica, a cómo el otro nos acaba afectando, aunque sea tan solo virtualmente. Somos algo más que unos espectadores, como ocurre en el cine, donde el sujeto se reconoce en lo que no está, el cuadro en el que figura como excluido y muestra su presencia en la escena como si fuera invisible. Rodrigues Cabral se refiere a que establezco "una visión multifacética que nos inspira a leer y amar lo bueno", y a mí esto siempre me sucede cuando escucho a Mahler. Como dijo en cierta ocasión un músico de la Orquesta Sinfónica de Londres "tras interpretar a Mahler me siento orgulloso de ser humano". Creo que Abbado dijo algo parecido:
 
Este domingo la Orquesta Nacional de España toca la Sexta sinfonía en el Auditorio de Música. Este domingo es fiesta para mí, como lo fue escribir durante casi toda mi vida la novela "Poeta en Madrid" (2021, Huso), de apenas cien páginas, y donde Mahler y Beethoven aparecen como personajes (también lo hacen en la portada, junto a los rostros de Shakespeare, Puccini, Joyce, Beckett, Borges, Neruda y yo mismo, una gente que me cae muy bien), dos autores que se olvidaron de lo particular para buscar lo universal en sus obras, algo que defiendo en cualquier manifestación artística.
 
La ciudad amanece. El camión del agua limpia las calles, aunque anoche llovió. Las cafeterías empiezan a abrir. Los jóvenes vuelven a sus casas, si encuentran taxi. Los viajeros se dirigen a las estaciones de autobuses y de trenes. 
 
Es la interfaz de la vida.
 

 



viernes, 4 de abril de 2025

"El escritor en zapatillas".

 
 

 
A veces me quito los zapatos para caminar por el mundo.
 
"En España nos pasamos el tiempo criticando".
 
"Nos domina la envidia y nos alegramos de que a los demás les vaya mal o, al menos, que no les vaya bien".
 
"Si quieres que algo no se sepa, déjalo en manos de los periodistas".
 
"La mujer sigue siendo la víctima, sobre todo la menos agraciada".
 
"La única solución para avanzar como país es la cultura, leer más libros y hacer menos el vago.
 
"La felicidad es un pájaro azul que a veces se posa en nuestra rama, pero luego se va a otra".
 
En "La señorita de Trevélez", de Carlos Arniches, que vi en el teatro el domingo se dicen muchas frases ingeniosas, como las anteriores. En el año 1916 no existían las redes sociales ni Google, Youtube y la Inteligencia Artificial, pero sí escritores inteligentes y humanos, y uno era Arniches. En su obra se encuentran algunos antecedentes de la obra de Lorca, Valle-Inclán y Bardem, y también se observa que el machismo sigue vigente en España. Hoy se habla de las "manadas" y de un machismo que no somos capaces de quitarnos de encima, como en "La señorita de Trevélez", con la gente desocupada que se dedica a criticar y a gastar bromas a los demás.
 
Estas son algunas escenas del montaje del teatro Fernán Gómez de la Plaza de Colón:
 
Y tampoco me importa ponerme en zapatillas para escuchar la gran música (incluso ir descalzo), como la de Brahms y su Sonata 2 para violín que recuerdo con afecto desde que me la regaló el que fuera director de personal del Banco de Bilbao. Pablo González de Amezúa y yo nos hicimos amigos hablando de música; a él le desesperaba la incultura clásica musical de los españoles. Hace años que no lo veo, desde que me aburrí del banco y me marché a la Universidad Carlos III a dar clase, donde solo estuve un par de años porque me pillaba un poco lejos para ir en autobús. Esta es una historia que años más tarde usé para escribir mi primera novela, "La muerte lenta" (1995, Libertarias).
 
Ahora sigo recordando esta música: