El otro día me saqué una foto en una librería junto a "Entrevías mon amour" (2009, Bartleby) y la guardé en el móvil. Ahora la miro, me tomo el primer café de esta hermosa mañana de verano y recuerdo la reseña que escribió en la "Revista de Libros" Santos Alonso, uno de los mayores críticos de este país. Tuve la suerte de tenerle como profesor en la Universidad Complutense en la asignatura "La crítica literaria en los medios de comunicación", aunque discutimos a veces en clase y en los descansos puesto que no opinábamos lo mismo de determinados escritores y novelas. Santos llegó a compararme en su artículo con Faulkner, y esto son palabras mayores, además de referirse a mí anterior novela, "La paz de febrero" (2006, Izana). Si alguno de mis amigos de las redes no la ha leído, la dejo por aquí mientras apuro el café:
Santos tituló la reseña "Mirar al pasado, explicar el presente", lo que recuerda las palabras del filósofo y teólogo danés Søren Kierkegaard en el sentido de que la vida solo puede ser entendida mirando hacia atrás, pero debe ser vivida mirando hacia adelante. Y eso es lo que hago yo siempre con el arte, por ejemplo con la música, me refiero a la gran música, claro, como las dos óperas de Gluck sobre Ifigenia, el personaje mítico que atraviesa mi novela de principio a fin, la hija de Agamenón que este decide sacrificar, como condición del oráculo, para seguir el viaje de su armada hacia Troya:
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