Esta foto nos la hizo el camarero de un restaurante de Argüelles, en Madrid. A mi izquierda está Pepe y a mi derecha José Luis. Hemos comido todas las semanas durante más de treinta años, aunque por mi manera de ser, siempre libre e independiente, me he perdido por ahí tantas veces. De todas formas, al final, siempre vuelvo. Hace solo dos años nos dejó Pepe, y ayer lo hizo José Luis, también demasiado joven. José Luis ha estado a mi lado desde los veinticinco años. Era un hombre muy discreto y no le gustaba que se hablara de él, y no lo he hecho. Además siempre digo que no hablo de mi vida privada, y si alguien quiere conocerme lo mejor es que se lea mis libros. José Luis era un progresista convencido y un amante de la Naturaleza y todos los fines de semana se iba a recorrer montañas. Ha sido uno de los primeros lectores de mis libros, hasta el punto de que le convertí en personaje en mi novela "La paz de febrero" y alguna otra historia. Su hija mayor se llama Gracia, como su madre (fueron un tiempo a mi tertulia literaria cuando la hacíamos en Puro Teatro, en Malasaña, y luego en el Café Gijón), y es actriz, estudió en la RESAD y sé que lee siempre mis posts, aunque no diga nada. En realidad sabíamos que esto iba a ocurrir desde hace meses (en Navidad me empeñé en que todos cantáramos un villancico en su casa), y por eso él siempre nos decía que no quería lágrimas y recordáramos los buenos momentos juntos.
Esta vida es demasiado corta, y por eso hay que vivirla rodeados de amor y amistad.
Gracia, te dejo esta canción de Silvio Rodríguez para tu padre:
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