sábado, 23 de mayo de 2020

"Eso de ser infiel con un escritor, con perdón".

Ayer releí tres relatos de uno de los libros contemporáneos que aprecio, los "Cuentos de Bloomsbury" (1999), de Ana María Navales, una escritora que se sentía muy atraída por el mundo artístico e intelectual de Virginia Woolf y John M. Keynes, lo mismo que me ocurre a mí, lo que nos unió durante un tiempo, hasta su muerte. Siempre que venía a Madrid desde Zaragoza nos tomábamos un café. Me contaba un montón de cosas del curioso mundillo de los escritores españoles y luego hablábamos de algo que me interesaba más, de aquella gente del barrio de Bloomsbury que está al lado del British. Lo más parecido que hubo en España fue la Residencia de Estudiantes, con Lorca, Buñuel, Dalí y compañía, en Madrid, que prácticamente desapareció con la Dictadura. Ayer me percaté de que los cuentos de Ana María Navales tienen bastantes páginas subrayadas. Hace un tiempo, Milagros Gonzalvo, una nueva tertuliana de este curso, escribió por aquí que había acabado de leer mis "Cuentos de los otros" y como le había gustado tanto quería leerlo otra vez, pero subrayándolo y dejándolo en la mesilla de noche. En uno de mis cuentos, una voz omnisciente en tercera persona dice en la página 128 de la edición de Bartleby del año 2017 que cuando un lector subraya el libro que lee, lo que está haciendo es hablar en voz baja con el escritor. Umberto Eco investigó la idea de ficción durante buena parte de su vida y relacionó el texto narrativo con un bosque cuyos senderos se bifurcan, en alusión a Borges, para volver a encontrarse en el territorio onírico del duermevela. La experiencia humana toma sentido en la literatura a través del tiempo y el espacio, como diría Ricoeur. El lector llena los huecos que deja el escritor de manera consciente, todo eso que no se dice ni se escribe, algo que yo defiendo en la literatura contemporánea (en ese momento la voz en tercera persona se convierte en Justo Sotelo). Considero que es más importante lo que no se dice que lo que se dice. Por eso resulta esencial que el escritor y el lector “hablen” continuamente, por ejemplo, a la luz de la lámpara de la mesilla de noche, mientras que todo el mundo duerme en casa y solo ellos están despiertos. De esa forma la literatura sería la verdadera causa de la infidelidad de las parejas. Las demás causas son necesidad de poder, de sexo, de protección, de dinero, es decir, poca cosa.

No recuerdo quién me envió la primera fotografía hace tiempo. Lo que sí sé es que el libro que está al lado del mío es de los que más habré subrayado y regalado en mi vida. Todos los libros que me gustan están subrayados. Antes de salir por la puerta para dar el bonito paseo de todas las mañanas, recuerdo la obra maestra de Nietzsche, esa mezcla de filosofía y literatura que nos lleva al mundo de los griegos de la mano de Apolo y Dionisos. Ahí no hay ni una sola página sin subrayar.

Seguro que en la calle huele a verano.





viernes, 22 de mayo de 2020

"Una canción de amor y un cóctel en Madrid".

Me gusta pasear por mi ciudad. Hacerlo temprano, cuando las horas huelen a nuevo y los pájaros solo piensan en cantar sin imaginar un mañana. Todo el mundo tiene su propia Gran Vía y su Plaza Mayor, incluso una Puerta del Sol improvisada en cada rincón del recuerdo y de la memoria. Deteniéndote en la plaza de Callao antes de continuar tu camino hacia la Plaza de España y saludar a las esculturas inamovibles de don Quijote y Sancho que esperan a cualquier español a la vuelta de la esquina, mientras piensas en las luces de los cines y los teatros que ya no existen. Deletreando cada sílaba de los libros que te comprabas en Doña Pepita, en la calle de los Libreros cuando los libros eran de papel, o un poco más arriba, en la Casa del Libro, donde te llevaban tus padres de la mano de pequeño para enseñarte a leer. Antes habías pasado sin darte cuenta por una coctelería del principio de la calle a la que iban a emborracharse Ernest Hemingway, Grace Kelly, Rita Hayworth, Frank Sinatra y Ava Gardner, o eso decían algunos, tal vez porque el mundo nunca ha sido perfecto, salvo el rostro de Ava. Una vez ella me dijo que era un sueño recorrer conmigo en coche la Gran Vía mientras Sinatra cantaba "I'm a Fool to Want You". Ahora voy a repetir el paseo de ayer, concentrado en esas tres fotografías de los tres fragmentos de la calle que más camino de mi ciudad, el ascendente de Chicote, el horizontal de la Casa del Libro y el descendente de los cines, tal vez el Palacio de la Música, imaginando las míticas peleas entre Ava y Frank, y sus continuas reconciliaciones. Por eso su amor fue una cosa diferente, siempre lo es cuando hablamos de un amor de película. Después de aprender a leer, aprendí a vivir en el interior de una película mientras ella me servía un cocktail al atardecer, una combinación de whisky escocés, brandy, cherry brandy Herrings, Ginger Ale Schweppes, twist de naranja y stick guinda luxardo.

Y alguien cantaba una canción en mi terraza de Madrid:

https://www.youtube.com/watch?v=6UwPXEKT7PY




jueves, 21 de mayo de 2020

"Eso de ser feliz y tener éxito".

Alguna vez debería hablar de lo que opino sobre el curioso nivel intelectual de los políticos españoles, de la reunión que mantuvieron ayer los reyes de este país para hablar del estado de la cultura durante la pandemia con unos escritores de los que no he leído nada, y que me suenan de tanto como los mencionan unos periodistas que no me suenan de nada, o de cualquier otro hecho coyuntural que se olvida en un par de horas o días. Sin embargo, no voy a hacerlo porque todo esto me aburre mucho. A veces creo que vivo en otro planeta. Algunos amigos me dicen que siempre he estado por encima del bien y el mal, algo que me hace sonreír, ya que Nietzsche es uno de mis escritores favoritos. Ayer por la tarde, mientras buscaba en la estantería por la "e" un libro de Friedrich Engels que me regaló mi hermano cuando era un adolescente, para citarlo en el máster que imparto estos días, me encontré con un libro de Mónica Esgueva sobre la felicidad. Después de todo, entre Engels y Esgueva solo hay tres letras de diferencia. Como sabemos, Engels fue uno de los grandes amigos y colaboradores de Karl Marx, con el que escribió el "Manifiesto del partido comunista" (1948). El libro que pretendía consultar es "Del socialismo utópico al socialismo científico" (1880), donde Engels critica a los socialistas utópicos, como Fourier y Owen, y ofrece una explicación del marco socialista para comprender el capitalismo, y un breve resumen del desarrollo social y económico desde el materialismo histórico. Mónica Esgueva nació en Valladolid, se hizo economista en la Universidad Complutense, cursó un máster en Comercio Exterior y ha trabajado en París y Londres. Desde el año 2008 se dedica al coaching, a enseñar Liderazgo y Mindfulness a empresas. Nos conocimos hace muchos años, ha estado en mi tertulia, comimos en alguna ocasión para seguir hablando de los pilares de la felicidad (podrían ser de la sabiduría) y cuando no está en Sudáfrica aparece por cualquier lugar de la India, China o América.

Estas son dos breves e interesantes entrevistas que le hicieron en la 2 de RTVE donde habla de ese libro que me encontré ayer por la tarde y que no escribió Engels, y del hecho de tener o no éxito. Lo que es incuestionable es la clase que tiene esta mujer:

https://www.youtube.com/watch?v=K4Qb6CmnvzQ

https://www.youtube.com/watch?v=v3akWBXQyaQ

miércoles, 20 de mayo de 2020

El poema "Cordillera", de Gabriela Mistral, entre la voz religiosa del discurso y el americanismo.



La tertulia virtual del "Café Gijón" de ayer por la tarde viajó de Madrid hasta Santiago de Chile, subió hasta Georgetown (Washington D. C.), regresó por Alemania y Francia, y terminó de nuevo en Madrid. Fue un viaje existencial de la mano de la profesora chilena Magda Sepúlveda Eriz, especialista en la figura de Gabriela Mistral, que desentrañó el riquísimo lenguaje del poema "Cordillera", que pertenece a su segundo libro de poemas publicado, "Tala" (1938). Y gracias a mi ex alumno David Blanco, a la profesora Anna Deeny, de la Universidad de Georgetown, y a todos los tertulianos, que llegamos a ser 37. Disfruté con el hecho de que se hablara de los "Estudios culturales" (en concreto de los poscoloniales), importantes en Literatura Comparada, y se analizara el lenguaje del texto, con esa reivindicación de la madre tierra inca que realiza Mistral con la cordillera de los Andes. Es la ascensión hacia el lugar donde radica la solución al problema existencial. En el principio es la madre yacente y que anda. Enunciar la identidad de los contrarios atenta contra los fundamentos de nuestro pensar. Lo que no puede ocurrir en un orden racional es lo que la imagen poética puede entregar. El oxímaron y la antítesis son figuras utilizadas con frecuencia por los místicos, porque se adecúan a lo que no puede ser expresado racionalmente. Al caracterizarse a la cordillera por medio de elementos antitéticos, se apunta a su calidad de ser numinoso, trascedente. La cordillera es en el poema una especie de demiurgo que actúa como puente entre lo terreno y divino. Es la madre que aúpa con sus "faldas acigüeñadas" a los siete pueblos andinos, en busca de su destino.

http://www.gabrielamistral.uchile.cl/poesia/poemachile/cordillera.html

La tertulia empezó con la interpretación de dos poemas de Mistral por Iván Víctor Jadresic (del que ayer compartí su recital con el sitar indio) y Maja Gračner. Dejo por aquí un pequeño "teaser" con los poemas que subieron a Instagram:

https://www.instagram.com/p/CAVMu00pE-W/?igshid=1e17nht80yl9z&fbclid=IwAR06TJ4IHfLiLf4CKJDRW65nNdASo02zwUNG32hIhlt0U9XBrsxwmNFkUCA

A última hora me escribí unos Wasap con Abel Jara, nuestro tertuliano más joven, que me dijo que, gracias a esta tertulia virtual, se le está abriendo la mente. Me lanzó unos cuantos halagos, pero supongo que los publicará él en su post. Solo voy a reproducir unas palabras con su permiso, ya que de alguna manera resumen mi habitual actitud ante la vida: "¿Y sabes a lo que doy mucho valor? A que puedes estar de acuerdo o no, pero en la tertulia cabemos todos. Y no solo aceptas, sino que tiras de paciencia cuando algo no te agrada para continuar manteniendo esa honesta aceptación".

Y ahora me voy a estirar las piernas un rato.
 



 

martes, 19 de mayo de 2020

"Mi vida bohemia con música de la India".

Esta noche he vuelto a viajar a la India, esta vez con la imaginación. Lo hice escuchando el "sitar", el instrumento tradicional indio de siete cuerdas ("si" es siete en sánscrito y "tar" cuerda, que en griego pasará a llamarse cítara y en español guitarra). El sitar lo tocaba la diosa Sarasvati y antes de dormir se lo escuché al músico chileno Iván Víctor Jadresic que esta tarde también estará en la tertulia literaria virtual que dedicaremos a Gabriela Mistral. Con su pareja, Maja Gračner, ha musicalizado cuatro poemas de la premio Nobel chilena. Escuchando esta música antes de dormirme (al final del texto está el link de un recital de Iván en Santiago de Chile) me he vuelto a encontrar a las orillas del lago sagrado de Pushkar, sentado en uno de los más de 50 ghats o escaleras que se sumergen en el lago. Allí escuché otro atardecer de primavera un concierto de sitar casi improvisado. Pushkar es una ciudad próxima a Jaipur, en el Rajastán. adonde se acude en peregrinación desde todos los lugares de la India, ya que cuenta con uno de los pocos templos (S. XIV) dedicados a Brahma. Estas fotografías no las había compartido por aquí, quizá porque, por encima de todo, los momentos que me gustan son los que vivo a cada instante y esos no los puede describir una fotografía, ni siquiera un video. Como cuando me dijeron, mientras estaba sentado en un ghat de la primera foto, que cierto día Brahma pasó por Pushkar y dejó caer una flor de loto. Y surgió el lago de la nada. Entonces supe que, aunque he publicado algunos cuentos que hablan del lago sagrado, tengo que escribir una novela que se detenga en Pushkar. Se dice que Brahma se quedó allí a hacer penitencia durante 60 000 años para poder contemplar brevemente a Radha y Krishna (la divina pareja de dioses). 

Aún no me ha llegado el momento de dejar caer mi propia flor de loto, pero lo hará; siempre lo hago. 

Esta es la música de sitar:

https://www.youtube.com/watch?v=wdQrtKJDB3U




lunes, 18 de mayo de 2020

"Estudiar te permite tener un lugar en el mundo".

Hoy empiezo a impartir una serie de lecciones en el Máster Universitario en Asuntos Internacionales (MUAI), de la Universidad Pontificia de Comillas. Y tengo que hablar de la "Geoestrategia internacional" en el Medio Ambiente y el Cambio Climático. Entre los alumnos hay personas de varios países. He escrito bastante sobre esto (ser miembro de Greenpeace desde hace años me obligaba a ello o a la inversa); aun así estas últimas semanas he estado leyendo algunos artículos con el fin de valorar mejor la situación en Estados Unidos, China, África y Oriente Medio. La verdad es que he prestado mayor atención a esa parte del mundo que limita con Egipto al oeste, Irán al este, Azerbaiyán al norte y Yemen al sur (he puesto una fotografía de uno de mis viajes por ahí). Después de la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS, cada país se movió en una u otra dirección, hacia Europa, Asia o para consolidar la misma idea de un renovado Oriente Medio. Y de cómo confluyen los intereses "geopolíticos" y "geoeconómicos" de los dos países más poderosos en la actualidad, sobre todo por los yacimientos de petróleo y de gas, y por la dificultad de su traslado. Estados Unidos y China también coquetean desde hace tiempo con el continente africano (estoy pensando en la extracción de coltan, por ejemplo, esa cosa que tanto apreciamos los ricos, ya que sin él nuestros móviles dejarían de funcionar).

Por cierto, ya que de lo que más hablo por aquí es de literatura, solo quería añadir que en este texto subyace mucha literatura, y sé que voy a escribir sobre ello, pero desde otro punto de vista.

El conocimiento nos hace libres o al menos un poco más libres.

domingo, 17 de mayo de 2020

La tertulia virtual del Café Gjón del próximo martes se irá a Chile o, dicho de otra forma, Chile vendrá a la tertulia.

Con 6 horas menos allá, tendremos como invitada a Magda Sepúlveda Eriz, académica de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile, especialista en "estudios culturales" y, en concreto, en la figura de la Nobel chilena Gabriela Mistral (las dos están en el cartel). Ha publicado los libros "Ciudad quiltra. Poesía chilena" (1973-2013) (2013), "Chile urbano: la ciudad en la literatura y el cine" (2013) y una obra que explora a la premio Nobel, "Gabriela Mistral. Somos los Andinos que fuimos" (2018), lo que da nombre al tema de la tertulia. Esta reunión ha sido organizada por David Blanco, un ex alumno mío al que dirigí el TFG en su día. Fue tertuliano durante varios años y después se marchó a Chile, donde sigue viviendo con su familia.

La Biblioteca Nacional de Chile está editando la obra reunida de Mistral, donde participa Magda Sepúlveda. Ayer me pasé el día leyendo y disfrutando de los dos primeros tomos, en este link que es una joya:

http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:605887?fbclid=IwAR2MigkPSj4w9IZpyxBERFLjtvVD4mjm3CYixvJUSwfTRXJvQZR23cihNs4

Dejo por aquí uno de sus célebres poemas, "Todas íbamos a ser reinas", que pertenece a su segundo libro, "Tala" (1938), donde la poeta refleja cómo los sueños de cuatro amigas se truncan. La infancia les hace soñar con castillos, princesas y príncipes azules que nunca llegarán a aparecer.

"Todas íbamos a ser reinas,
de cuatro reinos sobre el mar:
Rosalía con Efigenia
y Lucila con Soledad.

En el Valle de Elqui, ceñido
de cien montañas o de más,
que como ofrendas o tributos
arden en rojo y azafrán.

Lo decíamos embriagadas,
y lo tuvimos por verdad,
que seríamos todas reinas
y llegaríamos al mar.

Con las trenzas de los siete años,
y batas claras de percal,
persiguiendo tordos huidos
en la sombra del higueral.

De los cuatros reinos, decíamos,
indudables como el Corán,
que por grandes y por cabales
alcanzarían hasta el mar.

Cuatro esposos desposarían,
por el tiempo de desposar,
y eran reyes y cantadores
como David, rey de Judá.

Y de ser grandes nuestros reinos,
ellos tendrían, sin faltar,
mares verdes, mares de algas,
y el ave loca del faisán.

Y de tener todos los frutos,
árbol de leche, árbol del pan,
el guayacán no cortaríamos
ni morderíamos metal.

Todas íbamos a ser reinas,
y de verídico reinar;
pero ninguna ha sido reina
ni en Arauco ni en Copán…

Rosalía besó marino
ya desposado con el mar,
y al besador, en las Guaitecas,
se lo comió la tempestad.

Soledad crió siete hermanos
y su sangre dejó en su pan,
y sus ojos quedaron negros
de no haber visto nunca el mar.

En las viñas de Montegrande,
con su puro seno candeal,
mece los hijos de otras reinas
y los suyos nunca jamás.

Efigenia cruzó extranjero
en las rutas, y sin hablar,
le siguió, sin saberle nombre,
porque el hombre parece el mar.

Y Lucila, que hablaba a río,
a montaña y cañaveral,
en las lunas de la locura
recibió reino de verdad.

En las nubes contó diez hijos
y en los salares su reinar,
en los ríos ha visto esposos
y su manto en la tempestad.

Pero en el Valle de Elqui, donde
son cien montañas o más,
cantan las otras que vinieron
y las que vienen cantarán:

"En la tierra seremos reinas,
y de verídico reinar
y siendo grandes nuestros reinos,
llegaremos todas al mar".