lunes, 28 de octubre de 2024

"Mis "Cuentos de los viernes" se siguen leyendo".


 
Y eso que los publiqué hace 9 años.
 
La escritora rumana Letitia Vladislav me envió esta foto el otro día. Y añadió lo siguiente:
 
"Maestro, estoy encantada. Lectura terminada. Me gusta el estilo y su fina ironía. Cómo trata un tema sobre el que no solemos pensar demasiado cada uno de nosotros. Y, claro, se siente la inteligencia. Es moderno".
 
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Está claro que soy un escritor afortunado.
 
Comiendo ayer en un restaurante italiano, "Vecchia Milano", cerca de casa, escuché en su hilo musical la Rapsodia de George Enescu y entonces me acordé de la foto y las palabras de Letitia Vladislav. Y así me pareció que todo estaba en su sitio, junto a la botella de Chianti y las sonrisas que me rodeaban. El otro día me cogí un taxi, me puse hablar con la taxista, como hago siempre, y me dijo que era rumana y le gustaba mucho Madrid, una ciudad encantadora que nunca pregunta nada a nadie.
 
Los "Cuentos de los viernes" también suceden los domingos, en realidad suceden todos los días:
 

"Almodóvar, Erice y yo".


 
Esta foto es del viernes por la tarde en la Facultad de Literatura de la Universidad Complutense. El edifico que está detrás de mí es el E. Junto a él se encuentran el A -el original de los años 40 tras la Guerra Civil donde surgió la facultad de Filosofía y Letras-, el B que ahora es Geografía e Historia, el C al otro lado de la carretera, junto al Palacio de la Moncloa de los presidentes del Gobierno, y los más nuevos, el D y el E. Antes de subirme al coche y escuchar la Quinta Sinfonía de Mahler (las escucho todas seguidas cada cierto tiempo para llenar mis oídos de belleza y humanismo), el viernes pensaba en el hecho de que estos edificios son los últimos templos de la cultura:
 
No sé cuánto durarán los libros tal y como los conocemos ahora, ni el tiempo que seguiremos escuchando a Mahler, Beethoven, Bach, Mozart, Wagner o Puccini. Mi novela "Las mentiras inexactas"(2012, Izana) gira en parte sobre esa idea, cuando una profesora madura de esa facultad se enamora de un veinteañero que tiene una librería en la Plaza Santa Ana del centro de Madrid. Es obvio que cuando una persona cierra los ojos se acaba su mundo, todo el mundo para él, como en la última película de Almodóvar, que vi ayer por la tarde en los cines Princesa. Es una película tal vez un poco de plástico, de suplemento dominical de los periódicos, pero me gustó con sus librerías de Nueva York y sus continuas alusiones literarias, a Woolf, Joyce, Carrington, su nieve rosa y la espectacular Szoke House que no se encuentra en Estados Unidos sino en El Escorial. Aun así una cosa distinta es la poética despedida de la última película de Víctor Erice, "Cerrar los ojos", que he visto tres veces seguidas este año, la más hermosa y profunda del cine español, tal vez porque Erice es el único director español comparable a Bergman, Ozu, Tarkovski, Rohmer, Allen o Ford. 
 
Por todo esto agradezco ser testigo de la belleza de los libros en papel, de las películas en el cine y de la música corriendo por mis venas como la sangre.
 


 

sábado, 26 de octubre de 2024

"Hoy voy a hablar un poco de Teoría literaria mientras me tomo el primer café del sábado".


 
Francisca Arias: Tus dos novelas son muy diferentes a cualquier otra que haya leído, en cuanto al estilo y también en cuanto a las propias historias. Imagino que eso es el estilo "postmoderno".
 
Yo: Todo lo que escribo pretende ser diferente a cualquier cosa que tú y yo hayamos leído. Me sé de sobra lo que está escrito antes que yo, y nunca he pretendido imitarlo. Por eso no escribo best sellers ni libros para ganar premios o salir en la tele. Tengo muchas cosas que hacer en mi vida como para seguir repitiendo 30 siglos de literatura, oral y escrita.
 
Este es un breve diálogo que mantuvimos ayer por aquí mi amiga y tertuliana sevillana Paqui Arias y yo. Después me fui a la Facultad y desayuné de nuevo junto a esa señora tan fea de la fotografía. Ella dice que no quiere que la besen, pero a mí sí me gusta besar y que me besen. En realidad en Madrid cuando nos presentan a alguien o le damos la mano o le damos dos besos.
 
También me gusta cantar boleros mientras me afeito:
 

viernes, 25 de octubre de 2024

"Cuando el chico pregunta a la chica si quiere casarse con él".


 
El otro día mi hijo sacó la primera foto y me la envió como recuerdo. Podría pensarse que es un rincón de Florencia, pero es de Madrid, la iglesia de San Manuel y San Benito, al lado del Retiro. Justo Jr. se ha leído todas mis novelas y sabe que en este lugar finaliza "Vivir es ver pasar" (1997), mi novela de los "veintitantos" años junto a "La muerte lenta" (1995). En esa época me hice doctor en Económicas y empecé a publicar artículos científicos pues me apetecía hacerme catedrático de Universidad, lo que ocurriría cuando cumplí 40 años. En "Vivir es ver pasar" hay mucho amor y mucho jazz, como el que se escucha cada noche en el Café Central (es la segunda foto que saqué el otro día) y trasladé al barrio de Saint Michel, en la orilla izquierda del Sena, e imaginé en el Caveau de la Huchette. Allí me llevé a Georges Adam y Don Pullen, que había escuchado en Madrid y los cambié de nombre. Como digo siempre, para mí la literatura va unida a la vida y la música:
 
Al final de la novela, César Figueroa intenta impedir la boda del gran amor de su vida, Melia Acedarach, en la iglesia de la fotografía, con el director del periódico "El Nuevo Madrid", Martín Esquivias, y le pregunta delante del novio y los invitados (p. 220):
 
"- Melia Acedarach, ¿quieres casarte con este pobre imbécil en busca de aventuras más de dentro que de fuera, cuando ya no hay caballeros andantes ni edades de oro? ¿Quieres casarte con un maricón francés que tiene que enseñar, con mi ayuda y la tuya, a jugar al ajedrez a un niño de diez años? ¿Quieres casarte con una madre que juega a las criadas con el corazón, el dinero de sus hijos y el "Padrenuestro", el viejo y el nuevo? ¿Quieres casarte con un niño de diez años al que vamos a curar, entre todos, de sus males de cabeza, y que va a curarnos, a todos, de nuestros males de espíritu?"
 

 

jueves, 24 de octubre de 2024

"Nuestra tertulia literaria".


 
Este cuatrimestre estoy un poco liado en la Universidad, pero no he querido dejar de hacer la tertulia literaria que empecé de joven en las Cuevas de Sésamo, continué en varias universidades (Carlos III, Pontificia de Salamanca en Madrid, San Pablo CEU), y cafés como el Ruiz, Este o Este, Puro Teatro, Gijón y ahora Casa Manolo, en el literario barrio de Argüelles, de Galdós, Neruda y tantos escritores célebres. Desde la pandemia la hacemos además on line cada tres semanas para todo el que no viva en Madrid y esté tan enamorado de la literatura como nosotros (y del cine, el arte, el teatro, en fin, la vida). Almudena Mestre (sin ella todo sería imposible), Santiago Martínez (que nos hablará el próximo martes de su última obra pictórica) y Peter Redwhite se están ocupando estas semanas de coordinarla y dirigirla.
En la primera fotografía estoy bailando en medio del Café Gijón con Almudena. Y en las otras fotos con mis alumnos de varios años en la Feria del Libro de Madrid. Durante muchos años la tertulia la hice solo con ellos, y siempre que me visitan en el Retiro tenemos otra tertulia improvisada.
 
Ahora me tomo un café y canto la última canción que he cantado en clase con ellos:
 

miércoles, 23 de octubre de 2024

"Este soy yo antes de entrar en la Universidad por las mañanas".


 
Siempre digo a mis alumnos que pagaría por darles clase. Además de explicarles la materia y hablarles de la vida, no paro de reírme con ellos desde que entro en el aula hasta que salgo. En el fondo, dar clase es como la vida, una continua improvisación basada en el rigor y el conocimiento. Y las personas, incluidos los jóvenes, lo que necesitan es que les cuentes "cosas" interesantes y los trates con respeto y con inteligencia. Quieren ser felices, en la Universidad, el colegio o donde sea. 
 
Ser un donjuán también me gusta, pero no el que se burla de las mujeres, todo lo contrario. Me gusta el que interpreta las obras que escribieron Tirso, Moliére, Goldoni, Mozart, E.T.A. Hoffmann, Byron, Puskhin, Dumas, Espronceda, Baudelaire, Zorrilla, Clarín, Valle y Apolinaire, para transmitir la belleza de los textos clásicos, como estudié en la asignatura "Don Juan" que me impartió en un máster en la Complutense el recordado José Paulino, y el que lee la novela de Torrente Ballester, uno de mis escritores españoles favoritos del siglo XX. 
 
Luego la música me la pone Richard Strauss:
 
(Por cierto, no sé si el sol de la fotografía está detrás de mí o es una poética metáfora).

martes, 22 de octubre de 2024

"Nuestra tertulia literaria es un viaje hacia la libertad".


 
Este martes, a las 18.30 horas, como siempre, tendremos la primera tertulia virtual del curso, después de dos sesiones presenciales en Casa Manolo. Almudena Mestre y Peter Redwhite se ocuparán de todo y yo me conectaré un ratito desde la Facultad. Por ejemplo, sé que Almudena se va a referir al Congreso de este fin de semana de la Asociación de escritores de Castilla-La Mancha, coordinado en Manzanares, Chema Menéndez a un relato que acaba de publicar. Y nuestra filóloga Mirta Amanda Barbonetti nos hablará desde Italia de su reciente viaje por las Hébridas. 
 
Mirta me escribió un mail para comentármelo, y nada más leerlo me acordé de la obertura que Félix Mendelsshon dedicó a esas islas en 1830 tras su viaje por Escocia (yo lo hice un siglo y medio después), junto a la Sinfonía escocesa. En la isla de Staffa descubrió la "Gruta de Fingal". Según la leyenda fue el castillo de Fion na Gael, (Fingal en inglés), el gobernante del reino de Morven y padre del célebre guerrero y poeta del siglo III conocido como Ossian. Todo rastro de la estructura del supuesto castillo ha desaparecido cubierto por el mar.​ Y lo que hizo Mendelsshon fue pintar esa leyenda.​ La obertura consta de dos temas. Las notas iniciales, interpretadas por violas, cellos y contrabajos establecen aquello que Mendelssohn escribió en la cueva misma. Este tema lírico y sugerente está pensado para inspirar sentimientos de soledad. El segundo tema, por el contrario, representa el movimiento del mar y de las olas, como un forma de sumergirnos en la leyenda.​ 
 
Y esto es lo que me parece que representa nuestra tertulia literaria, la pintura de una escena, de un paisaje, a través de las palabras. Sé que algún día la literatura y los libros serán considerados parte de la leyenda de los seres humanos: