A veces la poesía es pintura que habla y la pintura es poesía muda.
Cada vez que la pintora Johana Roldán
inaugura una nueva exposición de su obra se entra en el particular y
apasionado "locus amoenus" de su interior, de su espíritu, acorde con la
delicadeza con la que se expresa y una técnica muy depurada.
Ayer por la tarde muchos de los tertulianos del café "Puro Teatro" de
Madrid nos fuimos al "Teatro Buero Vallejo" de Guadalajara para
comprobarlo. Hicimos la tertulia delante de sus cuadros, de pie,
hablando de los lenguajes de la pintura y de la poesía, con la presencia
de varios críticos de arte entre el público.
(En la primera foto estamos los tertulianos. De izquierda a derecha José Zurriaga, Alberto Masa, Mohamed El Morabet, Marisa Bou, A Benicio Huerga, Antonio Zaballos, Jesus Cogolludo, Johana Roldán, Marta Nogareda, Pilar Benito, un servidor, Ana Bustamante, Almudena Mestre, Miguel Martinez y Miguelito. En la segunda se ve de espaldas a Pepo Paz. Por allí también estaba nuestra poeta Aurora da Cruz).
En la obra de Johana queda patente la simbiosis entre lo plástico y lo introspectivo o sentimental, esos ideales románticos de los que habló Hegel en sus "Lecciones de estética". Veo a Leopardi y el triunfo de la voluntad como impulso vital sentimental de Shopenhauer.
Lo de Johana es poesía de iluminación interior, ese "rumor del ser" al que se refirió Heidegger, una especie de renovado "Ut pictura poesis" donde lo plástico, lo filosófico y lo literario se dan la mano. Es el triunfo de la imaginación y el sentimiento, como lo concebía Kant, prolongados en la actualidad por Derrida.
Es la sentimentalidad del Arte.
(En la primera foto estamos los tertulianos. De izquierda a derecha José Zurriaga, Alberto Masa, Mohamed El Morabet, Marisa Bou, A Benicio Huerga, Antonio Zaballos, Jesus Cogolludo, Johana Roldán, Marta Nogareda, Pilar Benito, un servidor, Ana Bustamante, Almudena Mestre, Miguel Martinez y Miguelito. En la segunda se ve de espaldas a Pepo Paz. Por allí también estaba nuestra poeta Aurora da Cruz).
En la obra de Johana queda patente la simbiosis entre lo plástico y lo introspectivo o sentimental, esos ideales románticos de los que habló Hegel en sus "Lecciones de estética". Veo a Leopardi y el triunfo de la voluntad como impulso vital sentimental de Shopenhauer.
Lo de Johana es poesía de iluminación interior, ese "rumor del ser" al que se refirió Heidegger, una especie de renovado "Ut pictura poesis" donde lo plástico, lo filosófico y lo literario se dan la mano. Es el triunfo de la imaginación y el sentimiento, como lo concebía Kant, prolongados en la actualidad por Derrida.
Es la sentimentalidad del Arte.
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